Los 15 minutos de Pedro Reyes en el arco

A medida que pasaron los años la proeza de Pedro Reyes defendiendo el arco de Colo Colo fue injustamente disminuyendo. Se desvirtuó, como el juego del teléfono. En muchas charlas futboleras actuales se recuerda el partido de vuelta de los cuartos de final de la Supercopa 1996 ante Flamengo como el duelo del golazo de Espina y en el que “Reyes se puso al arco en los últimos minutos”. No fueron solo los minutos de descuento, donde tuvo un tapadón, sino que desde 15 minutos antes, cuando el partido estaba 0-0 y el zurdazo de Espina al ángulo aún no existía. Pedro Reyes fue el tercer arquero de Colo Colo en el mismo partido.

En 1996 Colo Colo cumplía su segundo año sin ir a la Copa Libertadores, mientras se cansaba de quedar eliminado ante equipos brasileños en la Supercopa: Cruzeiro el 91, Cruzeiro el 93, Sao Paulo el 94 y Cruzeiro el 95. Olimpia de Paraguay de Sergio Goycochea, en duelo de penales ante el Rambo, los mandó para la casa en 1992. 

Para 1996 la cosa pintaba mejor. Gustavo Benítez ya se había adaptado a Macul y desde la Copa Chile y primera rueda del campeonato había amoldado un equipo que para el segundo semestre ya estaba engrasado: Reyes y Juan Carlos González en la defensa, Pancho Fernández en el lateral derecho, Emerson y Espina en la contención, Barticciotto y Sierra (recuperado de una enfermedad al corazón que le dio la titularidad por largas semanas a Frank Lobos) como volantes de salida. ¿Arriba? Vergara y Basay, quienes se venían conociendo desde el segundo semestre de 1995. Para la segunda parte de 1996 había llegado Fabián Guevara para reemplazar a Francisco Rojas, quien había partido al Tenerife. El arco era para Ramírez en el torneo y Arbiza en la Supercopa. Entre los suplentes estaban Mario Salas, Hugo Rubio, Moisés Ávila, Tapia, Neira, Lobos, Arrué, Sergio Villegas y un joven David Henriíquez. 

En Supercopa sumaban un quinto extranjero a la lista de Arbiza, Emerson, Espina y Barticciotto. Se trataba del transandino Francis Ferrrero, un pequeño, pero cabeceador goleador, quien había llegado tras un buen paso en Puerto Montt el 95. Con él también arribó el argentino Javier Alonso desde San Felipe, quien fue mandado a préstamo a La Serena. Ferrero, por su parte, siguió en el plantel, no fue inscrito en el torneo, pero en la Supercopa fue figura.

En la primera ronda (octavos de final) Colo Colo venció en Argentina (4-2) y en Chile (2-1) al Estudiantes de la Plata de Verón, Palermo, Bossio, entre otros. Era el primer triunfo de un equipo chileno en Argentina por un partido oficial. Para cuartos de final, otra vez un equipo brasileño en el camino. Esta vez era Flamengo, liderados por Bebeto, quien se enfrentaría ante el único chileno campeón de América, condición para participar en la Supercopa.

La ida se jugó el 17 de octubre de 1996 en Brasil. Colo Colo lo empató a los 86 minutos con un golazo de cabeza del ese entonces desconocido Francis Ferrero, quien había entrado solo cinco minutos antes. Centro de Espina de tiro libre, tras una falta cometida al propio Ferrero, y cabezazo a la Zamorano del argentino. Era el 1-1 final en Brasil tras el tanto de Junior Baiano a los 14 minutos.

Para la vuelta, el 24 de octubre, Colo Colo no contaría con Fernando Vergara. El DT Benítez mandó a Barticciotto a jugar de delantero, adelantó a Espina a la zona de creación y puso a Mario Salas acompañando a Emerson. El primer tiempo Colo Colo atacó con todo al arco de Zé Carlos, con zapatazos desde fuera del área de Emerson, Espina y Sierra, más algunos desbordes interceptados por el mundialista Ronaldao, Junior Baiano, el ecuatoriano Wagner Rivera o el zurdo Gilberto, luego lateral del Inter de Milán. Al medio estaba Mancuso, Marques, Nelio, Marcio Costa. Arriba Bebeto y Aolisio. Un equipazo. Equipazo que cuando atacaba se encontraba con las chilenas de Juan Carlos González y las atajadas del uruguayo Arbiza, quien a los 23’ voló hasta su ángulo izquierdo para sacar un balón y cayó sobre su hombro. Jugó 22 minutos con una grave lesión en el hombro. La primera épica de la noche. 

En el entretiempo entraría Marcelo Ramírez. Colo Colo se perdía goles a través de Basay y Sierra, y le anularían uno a Espina tras pase del Hueso cuando la pelota ya había salido. Los albos tiraban toda la carne al asador y a los 72’ ingresaría el delantero Ferrero por el lateral Fernández. Sería Salas quien cubriría esa posición, dejando el mediocampo tradicional. A los 75’ vendría otro golpe. El Rambo Ramírez saldría volando a puñetear un centro desde la izquierda y, al igual que Arbiza, caería mal. El arquero suplente tampoco podría seguir jugando. Quedaba un cambio, pero no habían más arqueros. El partido estaba 0-0 y, de aguantar, habría penales.

Para muchos, el mejor jugador-arquero del plantel era Héctor Tapia, quien estaba en la banca. Eso significaría entrar frío por Ramírez y ponerse a atajar quince minutos ante el equipo más popular de Brasil. Otra opción era el elástico Juan Carlos González, quien era una de las figuras de ese partido. Finalmente fue Pedro Reyes quien decidió tomar la responsabilidad. Recibió la camiseta del Rambo, con el apellido Ramírez en la espalda, y se puso al arco antes de reunir a sus compañeros y juramentarlos de que harían todo lo posible para no dejar patear a los brasileños. Espina, por su parte, pedía hacer un gol. Decía que en penales no había ninguna, pero ninguna, posibilidad. Por el arquero entró David Henríquez, un niño, quien comenzó a hacer dupla con González mientras Reyes se iba al pórtico.

Con 15 minutos por jugar, ahora el objetivo era aguantar el cero e ir a penales por un milagro. Qué milagro ni nada. El milagro lo hizo Marcelo Espina a los 41’ cuando Barticciotto sacó un centro por la izquierda a lo Libertadores 1991, Basay pivoteó, Ronaldao falló, y Espina clavó un zurdazo que se metió en el ángulo de Zé Carlos. Golazo, golazo, golazo. Era 1-0 y clasificación directa a las semifinales.

Aún quedaban cuatro minutos reglamentarios y todo el descuento por la lesión de Ramírez. Reyes había hecho vista un par de veces, pero nada de real peligro. Fue en los 94’ cuando Pedro pasó a ser Don Pedro. Ya habían expulsado a Sierra por un patadón impresentable e irresponsable, y los albos se defendían con todo. Ahí, en el cuarto minuto de descuento, el zurdo Gilberto sacó un centro desde la izquierda que fue cabeceado con todo en el corazón del área. Reyes voló hacia su derecha e interceptó el misil brasileño. Dejó la pelota boteando y otra vez se lanzó con todo contra el balón, alejando el peligro y facilitando que el árbitro cobrara “peligro de gol”. Había sido la más clara de Flamengo en todo el partido. Lo había tapado Pedro Reyes. Se ganaba la entrevista con Cristian Sánchez al final del partido.

Tras eso, tole tole. Peleas y mucha gente en la cancha, a ratos similar al partido ante Boca Juniors en 1991. Ferrero y Guevara repartieron a destajo, pero solo este último recibió tarjeta roja. Los minutos pasaban. Tras el saque de Reyes, un minuto más y pitazo final. Hazaña alba en el Monumental.

En semifinales tocó Cruzeiro, la Bestia Negra. Fue 3-2 allá, goles de Ferrero y Reyes, pero 0-4 en el Monumental, cuando se esperaba por otra hazaña. No hubo, solo había espacio para una y había sido ante Flamengo. Así terminaba otra Supercopa a manos de Cruzeiro. La de 1996, la de Ferrero y Reyes.