Este texto originalmente se iba a llamar “El día que Marcelo Vega salvó a Wanderers del descenso”, pero en los últimos días el exarquero azul Roberto “Tomatín” Rojas le puso condimento a la historia. “Fue la única vez que vi algo extraño en una cancha de fútbol”, dijo refiriéndose al empate 1-1 entre los azules y los porteños en Playa Ancha el 20 de diciembre de 1997.
Ese 1997 fue la primera vez que habría dos campeones en el mismo año: Apertura 1997 y Clausura 1997. Los dos vencedores tomarían los cupos a la Copa Libertadores 1998, mientras que los descensos se definirían por tabla acumulada. Desde la segunda categoría subirían los dos campeones. Rangers se tituló en el Apertura y jugó todo el segundo semestre por nada. Toro por nara.
Con Católica y Colo Colo campeones, la emoción estaba abajo. Antofagasta, con 22 puntos acumulados, llegaba a la última fecha descendido. Mientras que Unión con 28 y Wanderers con 30 peleaban por el segundo y último descenso. La diferencia de gol, hasta antes de la última fecha, favorecía a los caturros. Era de -13 para ellos y de – 22 para los hispanos. Un empate salvaba a los porteños en la última fecha. La Unión podría alcanzarlos en puntos, pero no en goles.
La última fecha enfrentaba a la misma hora al descendido Antofagasta ante Unión Española en el Norte, y a Wanderers y Universidad de Chile en la Quinta Región. Los azules serían jueces del torneo ante el equipo que tenía en el banco a Jorge Socías, ex DT bicampeón con la mayoría de ellos, además de Marcelo Vega y Moisés Villarroel, quienes semanas antes habían celebrado con los Castañeda, Acuña, Valencia, Musrri, Fuentes, Barrera, Ponce, entre otros, la clasificación a Francia 1998.
Los azules comenzaron ganando 1-0 con golazo de Esteban Valencia desde media distancia, venciendo al arquero Fernando Regulés. Desde ese momento es que Roberto Rojas instaura la duda. “Después del partido compañeros en franca discusión porque 2 a 3 bajaron su nivel o ‘fueron para atrás’ a partir del gol de Valencia”, dijo Tomatín en su Facebook, mientras algunos le pedían nombres.
Ese partido la U ya lo había tomado de forma relajada. No peleaba por nada, porque los cupos a torneo internacionales eran solo dos y ya estaban asignados, y porque para el DT Roberto Hernández era la ocasión para despedir en cancha a Victor Hugo Castañeda del fútbol profesional y de la U a Cristián Romero y a Luis Abarca, inactivo en largos periodos. En 1998 ambos ficharían en Iquique.
Tras el gol del Huevito, Wanderers comenzó a atacar en busca del gol para no depender del resultado en el Norte. “Yo en cancha noté una baja nuestra tremenda o una subida significativa del rival”, dice hoy Roberto Rojas, quien en el primer tiempo le tapó un gran mano a mano a Villarroel. Finalmente un desborde por la derecha del propio mundialista Moisés Villarroel sería conectado casi en área chica y con poco ángulo por el otro mundialista Marcelo Vega. Poco y nada podría hacer Tomatín. Era el 1-1 de la salvación del equipo del exDT bicampeón de la U. El capitán Marcelo Vega, seleccionado todo el año con Wanderers peleando el descenso, pasaba a la historia de los caturros. Era un nuevo equipo con el que se identificaba a fuego tras Atacama, Unión Española y Colo Colo.
El gol se celebró como un título, más cuando se supo que el descendido Antofagasta había vencido 2-0 a Unión Española. Una semana antes había sido el albo José Luis Sierra quien dejó colgando a los hispanos, el club de sus amores, en un 3-2 de Colo Colo sobre los rojos. El Coto hizo la gran Barticciotto y no lo celebró. Su compañero de mil batallas, Marcelo Vega, había dado el golpe de gracia en el Puerto. La Unión descendía por primera vez en su historia y Wanderers se salvaba con su gol.
Tras el partido, la euforia era total en tribunas y camarines. Estaban preparando la celebración para el título del 2001. “Una agonía que duró tres semanas”, decía el presidente Reinaldo Sánchez. “Ojalá el próximo año los jugadores entiendan que hay que entregarse el 100%”, decía quien después fuera presidente de la ANFP. “Tengo mi conciencia muy tranquila y decir misión cumplida”, comentaba el Lulo, quien había bajado en 1996 con O’Higgins. Para el triunfo del descendido Antofagasta en el Norte también tuvo palabras. “Eso habla muy bien del fútbol. La limpieza y la transparencia que necesita el fútbol ha quedado demostrada en que todos los equipos que estaban comprometidos se la jugaron y desgraciadamente alguien tenía que descender”. Esa transparencia la puso en duda un protagonista de esa definición, 23 años después.