A fines de 1994 la Argentina de Daniel Passarella comenzaba el proceso rumbo a Francia 1998. El primer partido fue ante Chile en Santiago con un equipo plagado de nuevos jugadores, como Javier Zanetti, Roberto Ayala, Nelson Vivas, Marcelo Gallardo y Ariel Ortega, quien había estado en EEUU 1994. El capitán de ese equipo era Marcelo Espina, un volante de gran campaña en Platense durante 1994, y que se quedaba con la jineta por sobre otros experimentados, como Néstor Fabbri y Hugo Perico Pérez.
El Cabezón fue la figura de ese partido, usó la jineta y la 10, el primero después de Diego Maradona. A pesar de todo eso, era un jugador aún accesible para el fútbol chileno a mediados de los 90. Si no lo quería River o Boca, no iba a ser tan difícil birlarlo a otro club argentino. Con esa seguridad viajó Jorge Vergara a negociarlo a Argentina en el verano de 1995. En carpeta además estaba Marcelo Escudero, otro que había estado en el partido ante el Chile de Jozic, que terminó 3-0 para la Albiceleste.
Con la leche cocida con Espina, y ya estando en Argentina, apareció el nombre del 10 original de la Albiceleste. A Colo Colo le acercaron el nombre de Diego Armando Maradona, por esos días DT debido al castigo tras EEUU 1994, pero con el “perdonazo” a la vuelta de la esquina. En los albos lo pensaron, pero no era lo que necesitaban para empezar con tranquilidad el nuevo proyecto de Gustavo Benítez. Al final terminaron cerrando el pase del Calamar Espina, proveniente del Calamar Platense.
Espina llegó en 1995 a un equipo que tenía refuerzos calados como Estay, Rubio y la vuelta de Etcheverry y Fernando Vergara, pero que fallaba en la contratación de Luis Barbat y Miguel Ángel Acosta. El capitán de ese equipo era Miguel Ramírez, una jineta que además pasaba por Gabriel Mendoza, Estay y Margas. Espina la veía desde lejos, pero de a poco se convertía en líder de ese equipo. A mitad de año arribó Ivo Basay desde México, y el camarín se tornó aún más pesado. Espina, seleccionado argentino en la Copa América 1995, seguía teniendo peso. Tanto que a fines de 1995 fue uno de los que convenció a Benítez de quedarse, y a los dirigentes que no lo echaran. El tiempo le dio la razón.
En 1996, ya sin Ramírez, Mendoza y Estay, y con Margas yéndose muy rápido, la jineta quedó en manos de Ivo Basay. Espina sería el vicecapitán de un plantel donde además tenían voz Marcelo Ramírez, Pedro Reyes, Juan Carlos González, Barticciotto, Sierra, Arbiza, Rubio, Guevara y Mario Salas. Mientras estuvo Basay, el Cabezón siempre fue el vicecapitán.
En 1999, con el Hueso aún en el plantel, el volante argentino, autor de los “goles gemelos” ante Flamengo en la Supercopa 1996 e Independiente en la Supercopa 1997, se fue al Racing de Santander de Gustavo Benítez. Allá fue figura y capitán, jineta que no lograba heredar en Macul, salvo los primeros meses de 1999, con Ivo en el plantel, pero lesionado. En los dos años que estuvo en España, y con Basay casi siempre fuera, fue José Luis Sierra quien ganó peso en el camarín tras su regreso a mitad de 1999 desde Tigres de México, al mismo tiempo que Espina se iba a Santander. Ese año, Cristián Uribe dejó la 10 de Sierra para ponerse la 8 de Espina. Antigüedad constituía grado.
En la humilde Noche Alba de 2001, donde solo presentaron a Sebastián Rozental, Marcelo Peña y Fernando Gamboa, la gran sorpresa fue el anuncio por video de Marcelo Espina. Claro que solo se produciría a mitad de año, tras el fin de la temporada 2000-2001 en España. Aún así el hincha albo se fue con una sonrisa de oreja a oreja. Volvería el Cabezón para recuperar la número 8, mas no para ponerse la jineta. Esa era de José Luis Sierra.
A fines de ese año llegaría la quiebra y el éxodo masivo. Basay y Juan Carlos González se habían ido. Sería el turno de Arbiza, Ramírez, Gamboa, Mendoza, Villaseca, Marcelo Miranda y Rozental. De los experimentados se quedarían Marcelo Espina para ser titular, Barticciotto para apoyar y Héctor Tapia para ser el goleador y capitán del equipo. La historia de Tito con la responsabilidad de ser el capitán en 2002 duró poco, y prefirió partir a Palestino antes de comenzar el campeonato. Por primera vez Marcelo Espina iba a ser el capitán del equipo, aunque algunos pensaron en dársela a Eduardo Lobos por ser formado en casa. Finalmente fue para el 8, quien con la cinta lideró al equipo a campeonar en la quiebra.
En 2003 llegaría Iván Zamorano, pero el argentino mantuvo la jineta. Lo mismo pasaría en 2004 con el regreso de Miguel Ramírez. Eso hasta que a mitad de ese año el Cabezón dejó el fútbol y le dejó la jineta a Cheíto. En 2005 sería su dirigido, con polémica de amotinamiento incluida tras la salida de Dabrowski, quien volvería a Macul junto a Blanco y Negro tras el magro paso de Espina como entrenador. Magro paso que se repitió como Gerente Deportivo. Un ir y venir entre la idolatría del jugador y los malos resultados como DT y dirigente. El mismo ir y venir que tuvo con la jineta de Colo Colo, donde le tocó ser el segundo de Miguel Ramírez, Basay, Sierra y Tapia. Esta vez le tocó con Mosa y Mayne Nicholls.