Debutó en Universidad Católica en 1989 y el parecido con Pablo Yoma era obvio. Ganó la Copa Chile de 1991, fue uno de los centrales titulares en los Juegos Preolímpicos de 1992, y en 1993 fue capitán de Santiago Wanderers con solo 22 años. A inicios de 1994 debía volver desde el Puerto hasta San Carlos de Apoquindo junto a César Marín. El recién llegado Manuel Pellegrini iba a ser el encargado de dejar o no a Ovalle en el equipo de sus amores después de un año y medio en Wanderers.
Y lo dejó. A él y a Marín. Medio a regañadientes, pero los dejó. En la pretemporada de verano el Fito sería evaluado junto al titularísimo Sergio Vázquez, el refuerzo Miguel Ardiman, el retornado Claudio Lizama, además del Negro Daniel López, quien ya llevaba dos años en San Carlos de Apoquindo. Ovalle sería el quinto central de la UC 1994. En realidad, el cuarto. El calvo Claudio Lizama sería utilizado como lateral izquierdo, mientras Andrés Romero se recuperaba de una lesión. El Mumo Tupper iba a ser el lateral derecho durante el primer semestre.
Con la recuperación del Moto Romero a mitad de año, la UC quedaría con una sobrepoblación de centrales, al pasar Tupper a la izquierda y Lizama como opción de zaguero central. Así, en agosto de 1994, el Fito Ovalle dejaría de ser compañero de Gorosito, Acosta, Lepe, Parraguez, Tupper y Tudor para partir al Cobresal de Manuel Rodríguez Araneda, equipo que iba a luchar todo el segundo semestre por no descender.
El Fito Ovalle en Cobresal hizo lo que pudo. Llegó a una defensa que venía jugando desde hace tiempo, con nombres como Pedro Acevedo, Juan Rivera, Juan Alvariño, Luis Nibaldo Silva, Ricardo Farías y Leonel Sánchez. Los nortinos bajarían a Segunda División con seis puntos menos que el antepenúltimo Osorno, en época donde se le entregaban dos puntos al ganador. Llegaron descendidos a la última fecha. La última jornada era ante el líder Universidad de Chille, el archirrival de Ovalle durante el primer semestre.
Para ser exactos, cuando Cobresal y Universidad de Chile entraron a la cancha de El Salvador, el 18 de diciembre de 1994, había dos líderes con 48 puntos. Uno era la U y el otro era Universidad Católica. Los excompañeros de Adolfo Fito Ovalle le habían ganado 5-1 a O’Higgins en San Carlos de Apoquindo en la última fecha del Torneo. Los cruzados necesitaban que la U perdiera en el Desierto para forzar un partido de definición. Lo malo es que el equipo local ya estaba descendido antes de jugar.
Aún así, la diferencia de puntos no se notó durante el partido. Los blanquinranjas se adueñaron de las acciones gracias a Sergio Salgado, Sergio Malbrán y Osvaldo Ozzán, lo que le permitió al volante seguir en Primera en 1995. Fue a los 6 minutos del segundo tiempo que el zurdo Ozzán ejecutó un córner y Adolfo Ovalle conectó de cabeza ante una pésima salida de Sergio Vargas. Era el 1-0 para Cobresal y partido de definición entre las universidades. Ovalle lo gritó con todo. Había anotado por la UC, pero ninguno tan celebrado como éste, jugando por otro equipo.
El Fito había sido titular en ese partido justamente para darle un plus al descendido Cobresal, además de la anticipada salida del club de Juan Fulgencio Alvariño. La salida del argentino le facilitó la titularidad y el número 3 en la espalda. La motivación había servido y él mismo lo declararía sobre el final “Yo tengo mi corazón cruzado y quise aportar para que ellos tengan una segunda oportunidad, porque creo que ellos se lo merecían”, declararía Fito, que con su gol llevaba a partido de desempate entre Universidad Católica y Universidad de Chile.
Luego, la U ganaría gracias a un penal de Juan Rivera a Marcelo Salas, y el cruzado Adolfo Ovalle sería el primero en llegar a reclamarle a Salvador Imperatore. No había nada que hacer y Patricio Mardones, otro exUC, lo transformaría en gol y en título para la U.
Ovalle en 1995 otra vez debía volver a Universidad Católica y la historia se repitió. Previa evaluación, Pellegrini lo sumó al plantel que peleó el título de 1994 y fue inscrito en la Copa Libertadores 95. Con nulas posibilidades de titularidad, fue integrado de emergencia al viaje a Colombia para jugar los duelos coperos ante Millonarios el 21 de febrero y a Atlético Nacional el 23 del mismo mes. Para esa gira estaban out Daniel López y Claudio Lizama.
Ardiman quedaría suspendido después del 5-1 ante el Millonarios de Freddy León, y sería el Fito Ovalle el acompañante de Sergio Vázquez en el 3-1 ante el Nacional de René Higuita, no sin antes jugar un amistoso el 15 de febrero ante El Nacional de Ecuador en la previa de los partidos de Libertadores en Colombia. Ahí también jugó Ovalle, y lo hizo muy bien. El partido ante Atlético Nacional de Colombia sería el último partido oficial de Ovalle por Universidad Católica. Se había despedido del club de sus amores jugando Copa Libertadores.
Terminada la Libertadores 1995 para la UC con la eliminación ante River Plate, Adolfo Ovalle partiría por última vez de San Carlos de Apoquindo. Esta vez le dejaría la camiseta 18 a Dante Poli y partiría a Liga de Quito, que lo había visto en cancha semanas antes ante El Nacional. Se iría junto a su excompañero cruzado Gerardo Reinoso, además del Potro Roberto Cerino. En Ecuador, en solo un semestre, aún es recordado como uno de los mejores centrales extranjeros de su historia. Y eso que su historia se hizo aún más grande en el Siglo 21.
Tras Liga, de Quito en 1996 volvería a un ambicioso proyecto de Deportes Concepción con Juan Carreño, Jorge Contreras, José Daniel Morón, Luis Chavarría y el venezolano Dioni Guerra. Tras un año en la Octava Región, en 1997 partiría a otro proyecto de billetera abierta, esta vez en Temuco, y ahora con con Patricio Toledo, Max Muller, Marcelo Fracchia, Hugo Bravo y Juan Castillo. Luego Santiago Morning, luego Osorno, y después una muy buena oferta de Talleres de Córdoba que no se concretó.
Sería EEUU su casa entre el 2000 y el 2004. Jugaría en Utah Blitzz, en el país en el que nacieron sus dos hijos futbolistas. Allá se quedó y allá también se le aprecia. No sé si tanto como lo hubieran apreciado los hinchas de Universidad Católica si es que no le cobran ese penal a Salas en El Salvador. Hubiera hecho uno de los goles más importantes en la historia de Universidad de Católica, el club de sus amores.