Daniel Garnero: Cuando la UC tuvo a uno de los grandes ídolos de Independiente

Ricardo Enrique Bochini es el máximo ídolo de Independiente de Avellaneda. Por lo mismo, también bloquea el casillero del mejor “10” de la historia del club. Su retiro en 1991 iba a ser un vacío casi imposible de llenar. El hombre que se retiraba es quien actualmente le da el nombre al estadio del club, uno de los cinco más populares del fútbol argentino, el Rey de Copas, los Diablos Rojas de Avellaneda.

Curiosamente, casi como la última gran jugada del “Maestro” Bochini, la partida del Bocha coincidió con la irrupción del segundo mejor “10” de la historia de Independiente. Se trataba de Daniel Garnero, un talentoso conductor de trancada larga que lideraría una camada de jóvenes figuras como Gustavo López y Sebastián Pascual Rambert, uno de los ayudantes de Eduardo Berizzo en la selección chilena.

Garnero había debutado ya grande. No estuvo en selecciones juveniles de Argentina y su debut en el profesionalismo se dio rozando los 22 años, en 1991. Pudo haber estado en el Preolímpico de 1992, pero la base ya venía desde antes con Simeone, Diego Latorre, Juan José Borrelli, Leonel Gancedo, Roberto Toto García y Rubén Darío Rossi. El Dani Garnero se quedaría en su club para comenzar a convertirse en ídolo, al igual que su antecesor Bochini.

Entre 1991 y 1995, y tras la llegada de Miguel Ángel Brindisi, Independiente, y Garnero, obtuvieron cuatro importantes títulos: el Clausura de 1994, la Recopa Sudamericana 1995 y dos veces la Supercopa Sudamericana. Sí, el bicampeonato del codiciado torneo que jugaban todos los campeones de la Copa Libertadores. La primera final fue ante Boca Juniors en 1994 y la segunda venciendo al Flamengo en 1995. En todos los títulos el conductor y figura fue Daniel Garnero.

A inicios de 1995, y con el pelo recortado, el Dani debutó por la selección argentina de Daniel Pasarella en un amistoso ante Bulgaria, sin embargo sus incipientes lesiones lo dejarían fuera de la Copa América de Uruguay 1995. En su puesto asistiría Marcelo Espina, ya volante de Colo Colo, además de Marcelo Gallardo, a quien había reemplazado en su debut. 

Lo de Garnero había sido solo alza desde su irruptivo debut. Ya era capitán y nuevo ídolo de Independiente. Era el rostro de los mejores años del club en la década del 90. En su mejor momento era un 10 más al estilo del Leo Rodríguez que de Néstor Gorosito. Iba para adelante cabellera al viento, como cabalgando dentro de la cancha, dejando rivales atrás y abasteciendo a Rambert, Mohamed, Mazzoni, Usuriaga o a quien le tocara asistir. Todo eso hasta que las mismas molestias que lo alejaron de la Selección, también lo alejarían de la titularidad. La pubalgia comenzaría a ser parte de su vida.

Junto a Andrés Calamaro, además de sus compañeros Alberto Usuriaga y Luis Islas

A inicios de 1996 la UC vendió a Néstor Gorosito y Alberto Acosta al Yokohama Marinos de Japón. La plata fresca llegó hasta San Carlos de Apoquindo y con ella fueron a buscar a figuras del fútbol sudamericano. Para suplir al Beto, además de Aníbal González, goleador del Torneo 1995 con Palestino, llegaría Caté. El brasileño había sido delantero titular de la Sub 23 de Brasil, y venía del multicampeón Sao Paulo de Telé Santana. En lugar del Pipo arribaría Daniel Garnero, quien para muchos podría haber sido hasta mejor que el Gorosito. La ilusión era enorme.

Para la opinión pública la información era que Daniel Garnero no llegaba lesionado, sino que recién recuperado. Rápidamente se puso la 10 del Pipo y quiso demostrar lo que sabía en la Copa Libertadores de 1996 en un grupo ante la U. de Chile, Botafogo y Corinthians. El propio Manuel Pellegrini había ido hasta Argentina a convencer al Dani. El mito era que no quería venir y que solo los dólares lo convencieron. Más al club que a él. La plata pagada por la UC era bastante y en Avellaneda tomaron la oferta. Por esos años los tres grandes de Chile competían mano a mano, incluso con equipos de media tabla de Europa. Desde allá había llegado Leo Rodríguez a la U en 1995.

Con el correr de los partidos la pubalgia alejó a Garnero de la titularidad y luego de los convocados. El plan original de Pellegrini era hacerlo jugar junto al Gallego Jorge Vásquez, quien había vuelto al club tras un gran 1995 en Palestino. Pese a ya haber ocupado la 10 en 1993, y a ser un jugador calado, le darían la número 8. La 10 estaba guardada para Daniel Garnero, un exseleccionado argentino, el ídolo de un grande de Argentina, la contratación millonaria de 1996.

La dupla Vásquez- Garnero quedó solo en los planes de Pellegrini. Rápidamente Ian Mac Niven, Luis Ceballos, Alejandro Osorio y hasta Sebastián Rozental comenzaron a ocupar sus lugares en la Copa Chile, el Torneo Nacional y la Copa Libertadores. Fue un primer semestre del terror, y todo apuntaba a la partida de Manuel Pellegrini, quien aún tenía algo de crédito. Para quedarse debía hacer cambios en el plantel. Había presupuesto para traer nuevos extranjeros, entre ellos Néstor Gorosito, quien a los pocos meses ya terminaba su etapa asiática.

Los nombres que dio Pellegrini para partir fueron nada menos que Garnero y Caté. Irían por un Gorosito y un 9 calado. Finalmente, unas supuestas indisciplinas de Sergio Vazquez y Jorge Vásquez facilitarían la tarea. Ambos argentinos serían despedidos por Pellegrini, para muchos con una polémica inventada para poder deshacerse de ellos. El plantel quedaría fragmentado, sumado al despido de Luis Ceballos, y prontamente el Ingeniero también se iría del club. El Pipo Gorosito terminaría fichando por San Lorenzo de Almagro.

Por Pellegrini llegaría Fernando Carvallo, con dos cupos de extranjero disponible. Sólo ocuparía uno y pediría el regreso de Ricardo Lunari. Él venía por Jorge Vásquez. Para la conducción llegaría Luis Pérez desde México. Haría seis meses inolvidables, que incluso lo hicieron volver a la Selección Chilena después de algunos amistosos en 1989 y 1990. El “Chico” dejaría en la banca a un ya recuperado Daniel Garnero, el sueldo más alto del equipo.

Antes de las partidas de Charly y el Gallego, a Garnero se lo quisieron sacar de encima a cómo diera lugar. Ofertas no le faltaban. Desde Argentina lo quiso Alfio Basile para Racing de Avellaneda. Fue el jugador el que no quiso llegar al archirrival de su amado Independiente. Prefirió, ahora sin problemas de cupo, quedarse en Chile para pelear un puesto. «Este tipo no se quiere ir para seguir cobrando», se murmuraba en San Carlos de Apoquindo.

Con el gran momento de Luis Pérez, en una remozada Católica de Fernando Carvallo, el argentino Garnero se convirtió en el jugador 12 ó 13 del plantel. Entraba en los segundos tiempos, y no lo hacía mal, pero físicamente no estaba para más. El “Pubalgia” comenzaron a decirle los hinchas. Sorpresa causó cuando, entrando desde el minuto 1, fue la gran figura de Universidad Católica, nada menos que en Calama, por la ida de la final de la liguilla de Copa Libertadores. En realidad toda su liguilla fue buena. Las malas lenguas decían que era porque Independiente lo estaba siguiendo para recuperarlo para 1997. Sus mejores partidos en los cruzados fue cuando su partida ya estaba sentenciada. En total, por Campeonato Nacional, jugó 18 partidos y anotó un gol.

Garnero finalmente volvió a Independiente y Católica recuperó en parte la inversión. Hace poco, en un entrevista para La Nación de Argentina, habló sobre su paso por la franja: “Fue una pena. Era un club espectacular para poder echar raíces, me trataron muy bien, había un técnico excepcional como Manuel Pellegrini, que incluso vino a la Argentina a buscarme. Pero sufría pubalgia, no me dejaban operar allá, decían que no era operable, y pasé un año de mierda. Al regresar, me operó el doctor Olivera y al mes y medio volví a entrenarme sin problemas.

En Independiente otra vez se calzó la 10 y tuvo actuaciones descollantes entre 1997 y 1999. En el 2000 se fue al Toros Neza de México, y en el mismo año volvería a Avellaneda, ahora sí en un regreso más forzado y solo por su condición de ídolo. En el 2001 dejaría la actividad, solo 10 años después de su debut. Las lesiones no lo dejaron jugar más. Las mismas lesiones que no lo dejaron ser el heredero de Gorosito en Universidad Católica luego de ser el heredero de Ricardo Bochini en Independiente.