Carlos Barraza: El crack al que la rodilla le truncó la carrera

Tenía solo 19 años y en menos de seis meses vivió de todo. En diciembre de 1994 fue elegido el Jugador Revelación del Fútbol Chileno, en el verano de 1995 fue el Mejor Jugador de la Roja en el Sudamericano Sub 20 de Bolivia, en marzo representaría a Chile en los Panamericanos de Mar del Plata y en abril de 1995 fue de lo poco destacable en el Mundial Sub 20 de Qatar. Entre medio, a inicios de 1995, había tenido una millonaria transferencia desde Deportes La Serena a Universidad Católica, el equipo de Acosta, Gorosito y Pellegrini.

El jugador de la meteórica carrera era Carlos Barraza (12-03-76), un volante que en 1994, en plena época del 4-2-2-2, podía ser volante de contención o volante de salida por la derecha con la misma facilidad. Su despliegue estaba por sobre la media del fútbol chileno e incluso opacaba el talento y la madurez de su compañero Juan Quiroga, otro de gran año y que en 1995 firmaría por el campeón Universidad de Chile. Barraza y Quiroga, además de su contemporáneo Juan Luis González, seguían el camino de lo que en temporadas anteriores habían hecho Francisco Rojas, Ricardo Rojas y Juan Castillo.

La llegada de Carlos Barraza a Universidad Católica en 1995 debía ser la consolidación de la aparición más importante de 1994 (Marcelo Salas había debutado en 1993). El 17 de enero de 1995, llegando por sorpresa desde la zona media, haría un gol en el triunfo 3-2 ante Brasil, celebración con voltereta incluida, victoria con la que Chile clasificaría milagrosamente a la fase final del Sudamericano y luego al Mundial Sub 20 de ese año, en un equipo donde estaban las grandes figuras del Sub 17 de Japón de 1993. Carlos Barraza fue parte del “recambio” y fue el jugador más regular de la Roja en ese Sudamericano.

A su regreso a la UC, participó en algunos partidos de Copa Chile, pero Manuel Pellegrini tendría claro que ese semestre el pequeño volante serenense sería más un jugador de la Selección Chilena Sub 20 que de Universidad Católica. No fue inscrito en la Copa Libertadores y no sumaría ningún minuto en la Primera Rueda del Campeonato Nacional. A su vez, era pilar en la Sub 20 de Leonardo Véliz que se preparaba con muchas dudas para la cita asiática. Ese Mundial lo terminó jugando como líbero el goleador Juan Carlos Madrid, mientras que el delantero albo Francisco Fernández empezaba a coquetear con el puesto de lateral derecho. También el atacante hispano Rodrigo Valenzuela debió retroceder en la cancha para dejarle espacio a los calados Manuel Neira y Sebastián Rozental. Lo de Qatar terminó en fracaso y con escándalo de apuestas. Lo de Qatar 1995, no lo de Qatar 2022.

Lo cierto es que ya para ese Mundial Carlos Barraza comenzaba a padecer las lesiones que le llegaron con todo antes de los 20 años y que no lo dejaron nunca más en paz. Primero una desviación de rótula, luego rotura de meniscos, después perforación de cartílagos y finalmente artrosis. Pese a eso, logró estar en una nómina oficial de la Roja adulta a inicios de 1995, la primera del Vasco Xavier Azkargorta, quien juntó en Juan Pinto Durán a algunos seleccionados Sub 20, a otros Sub 23 con miras a Panamericanos y Preolímpico, además de seleccionados adultos con muchos galones. Así, en un plantel donde estaban Marco Cornez, Patricio Toledo, Patricio Mardones, entre otros, los pequeños Carlos Barraza y Moisés Ávila llamaron la atención como los más tímidos. 

Es que lo de Carlos Barraza era silencioso. Así había sido en La Serena y en la Selección Chilena. En Universidad Católica, silenciosamente, había ganado una camiseta de titular ante Coquimbo Unido en San Carlos de Apoquindo por la fecha 24 del Campeonato Nacional de 1995. El 28 de octubre de 1995 le dieron la 8 que había dejado Ricardo Lunari, e hizo dupla de salida con Néstor Gorosito. Fue uno de los dos partidos de Torneo Nacional que tuvo Carlos Barraza en los cruzados, el club por el que había apostado a fines de 1994 cuando era la gran vedette del fútbol chileno. 

Con los problemas de rodilla a cuesta, Carlos Barraza pidió salir de la Universidad Católica en busca de la continuidad que le devolviera los 25 partidos que había jugado en La Serena en 1994. Era un jugador calado en las selecciones menores y tenía la secreta esperanza de ir, pese a las lesiones, a los Preolímpicos de Mar del Plata y a los Juegos Olímpicos de Atlanta, en caso de clasificar. La lesión le dijo que no para el torneo veraniego, y en su lugar el Vasco prefirió a otros con menos experiencia, como Mario Salinas, Juan Silva o Santiago Pizarro. Meses antes, en marzo de 1995, Barraza había estado en la Sub 23 de los Panamericanos de Mar del Plata con solo 19 años.

En 1996 logró salir a préstamo a Coquimbo Unido y en 1997 a Deportes Temuco, club que ese año sumó a los excruzados Patricio Toledo, Adolfo Ovalle, Max Müller y Jaime Lopresti, quien no llegó a debutar producto de un accidente automovilístico. En ese buen Temuco, que puso a Jorge Gómez y Juan Castillo en la Roja de Nelson Acosta, el aún joven Barraza fue un suplente de lujo, el jugador número 12 de Roque Mercury. 

Para fines de 1997 las opciones de volver a la UC eran mínimas. El propio Barraza se propuso estirar la carrera lo máximo que le diera su rodilla. Volvió a La Serena y fue figura. Se fue al Unión San Felipe de Raúl Toro y fue titular en las buenas campañas que tuvo el Uni Uni en Primera División. También estuvo en Cobresal, y jugó mucho más, y mejor, de lo que él mismo pensaba que podía llegar a hacerlo. Se retiró a mediados de la década de los 2000 con menos de 15 años de carrera y con cinco operaciones de rodilla a cuesta. Cuando él se iba, aparecía, también en el Norte, un joven Charles Aránguiz, al que lo comparaban con sus inicios en La Serena en 1994. Esos 8 a la antigua, de ambas áreas, corriendo la banda derecha con criterio, como el Chico de Barrabases.

Barraza se retiró en silencio y agradecido de la carrera que finalmente tuvo. Conoció Juan Pinto Durán de memoria y estuvo en la primera nómina de Azkargorta en el proceso que debía terminar en Francia 1998. Jugó en Universidad Católica y es reconocido en La Serena, pese a su paso por Coquimbo Unido. Es de esos jugadores que aparece en alguna foto de 1994 ó 1995 y el hincha futbolero dice “oye, que era bueno Carlos Barraza”.