En 1991, luego de ganar la Copa Libertadores, Marcelo Barticciotto estuvo a minutos de ser nominado a la selección de Argentina. Mientras Cheíto Ramírez, Garrido, Margas, Mendoza, Vilches, Pizarro, Espinoza y Yáñez se iban a la Roja de Salah para jugar la Copa América, en Argentina Alfio Basile pensaba en el puntero de los albos para tener otras opciones en su selección. Finalmente el Coco, más argentino que “engrupir”, se la jugó por atacantes de la liga local para secundar a Caniggia y Batistuta, los titulares. Latorre, el Turco García, Mohamed y Medina Bello serían los otros convocados. El Barti aún podría jugar por la Roja. Era cosa de esperar.
Para esa fecha, junio de 1991, Barticciotto llevaba poco menos de tres años en el país. Había arribado en agosto de 1988 de la mano de Arturo Salah, luego de estar cerca de la U de Pellegrini en el verano de ese año. El Ingeniero tenía solo un cupo de extranjero y se inclinó por el arquero Héctor Giorgetti. Ese año los azules terminarían descendiendo.
Con la Libertadores en la vitrina, Barticciotto no solo tendría ofertas desde la selección Argentina. El Sevilla, el Atlético de Madrid, el Marsella, la Fiorentina y el Atalanta lo buscaron desde ahí y hasta algunos mercados de pases de más adelante. Además, desde Argentina equipos grandes lo querían en sus filas. Los desafíos post Copa Libertadores, más algunas negociaciones que fracasaron, siguieron dejando al Barti en Colo Colo. Perderían la Intercontinental, pero ganarían la Recopa y la Interamericana. Además, un partido amistoso ante el Real Madrid. Bueno, fue 6-1 en contra, no fue la mejor vitrina.
Destino o no, señales o no, la estadía de Barticciotto en Colo Colo se alargó hasta el primer semestre de 1993. Ese año se jugó la Copa Chile y la Copa Libertadores (Cobreloa y la UC) durante los primeros seis meses, mientras que el Torneo Nacional comenzaría a mitad de año luego de la participación de Chile en la Copa América 1993. En mayo, tras jugar en Copa Chile, Barticciotto recibiría una jugosa oferta desde México. El argentino para esa fecha llevaba 4 años y 9 meses en el país. En Chile la nacionalización se tramita tras vivir 5 años ininterrumpidos, Barti los cumplía en agosto. Un millón de dólares y había que decidir rápido. El delantero, con falta de motivación por aquellos días, aceptaría la oferta para partir tras cuatro años y diez meses en el club.
El “7” se fue en junio de 1993. El empresario Fernando Hurtado había tomado a Lizardo Garrido, Rubén Martínez, Héctor Adomaitis y Marcelo Barticciotto para ponerlos en México. Los tres primeros se fueron al Santos junto con el azul Richard Zambrano, mientras que el alero recaló en el América. En su primera entrevista le preguntaron si era mucha responsabilidad llegar por 1 millón y medio de dólares. ¿Millón y medio? Ya se habían perdido 500 mil dólares en el camino. Estamos hablando de 1993, era mucha plata. Su estadía en tierras aztecas empezaba mal…y terminaría peor.
En México se desencadenaría aún más fuerte su depresión, enfermedad que cargaba desde su llegada a Colo Colo, pero que era mitigada frecuentemente por el apoyo de Arturo Salah y el cariño de sus compañeros. En tierras aztecas esos espaldarazos no existieron. Pese a estar un año y medio en el club más grande de México, hoy no es muy recordado. Muchos bromeaban que hubieran preferido a Adomaitis, quien sí hizo huesos viejos por allá.
A fines de 1994 Barti solo quería volver a Chile, donde fuera, menos a la U. A principios de 1995 Colo Colo se armaba con el recién llegado Gustavo Benítez y el DT quería a Hugo Rubio, quien firmaba desde Unión Española, como su puntero, su abrelatas. Luis Barbat, Miguel Ángel Acosta, Marco Etcheverry y Marcelo Espina serían sus extranjeros. Para peor, América no quería negociar con los albos por una vieja deuda por Toninho. No había espacio para el ídolo.
Ese espacio sí lo tuvo en Católica, pese a que también tenían lleno su cupo de extranjeros. Además de Sergio Vázquez, Néstor Gorosito y Alberto Acosta, Pellegrini también contaba ahora con Lunari y Barticiotto. Los inscribió a ambos en Copa Libertadores y a Lunari lo sacó del Torneo Nacional cuando se recuperó Sergio Vásquez. A mitad de año partiría el 8, mientras Barticciotto fue desapareciendo hacia fin de año, dándole lugar a Barrera jugando de volante, Ceballos, Olmos y Mac Niven. Al Cadi nunca lo quiso, mientras que al Barti lo traicionó no haber celebrado un gol ante Colo Colo.
Tras seis meses sin club, Barticciotto volvió a su casa, de la que nunca se debió haber ido. Esta vez si lo quería Gustavo Benítez para formar su Súper Colo Colo a la par que Chile realizaba su camino rumbo al Mundial de Francia. Entre 1996 y 1998 en Colo Colo el Barti no faltó nunca, estaba full, recuperado. Junto a Espina siempre estaban, mientras cada cierto tiempo caían por lesión o enfermedad algunos guerreros como Sierra, Vergara o Basay, todos seleccionados nacionales. Si Barticciotto hubiera estado 60 días más en Chile en 1993 también hubiera tenido que ir a Pinto Durán junto a sus compañeros, como su contemporáneo Daniel Morón, quien se nacionalizó en el periodo que pudo hacerlo el delantero y en 1995 estuvo nominado en el proceso de Azkargorta.
Luego Barti sí cumpliría los 5 años en Chile en el verano del 2000, cinco años después de su fichaje en Católica. Recién ahí pudo ser chileno, pese a que en 1997 algunos diputados quisieron darle la nacionalidad chilena por gracia. En 1998 el proyecto de ley sería archivado y se apagaba la última llamita para ir a Francia 1998. En el 2000, cuando por fin se nacionalizó siguiéndo el proceso regular, ya tenía 33 años y quemaba sus últimos cartuchos en Colo Colo.
Pucha Barti, eran solo sesenta días más en 1993. Dos meses para haber desordenado la historia, y en vez de dupla Za-Sa haber formado el trío Bar-Za-Sa. Nos hubiera faltado cuarentena para ver todos los goles del trío en youtube.