Mundial Chile Sub 20: Gorichón, el seleccionado que se ahogó cruzando la frontera

Luis Ángel Gorichón, aún en su etapa escolar en el Rubén Castro de Viña del Mar

Luis Ángel Gorichón Valle (5 de enero de 1968) sacó sobre 800 puntos en la Prueba de Aptitud Académica a fines de los 80. Hijo de una familia acomodada de Quilpué, hablaba italiano y demostraba una autocrítica por sobre el futbolista chileno promedio. Medía 1 metro y 92 centímetros y soñaba con ser delantero. El fútbol, y su contextura física, lo fueron llevando al arco. En 1985, con 17 años, ya era el suplente de Carlos Sandoval, el meta titular de San Luis de Quillota. Había debutado a fines de la temporada 1983, ya en 1984, con solo 16 años recién cumplidos.

Muy joven en San Luis de Quillota. Iba a ser el arquero del futuro.

Nacido en Quipué, querido y admirado en su ciudad, alumno ejemplar del colegio Rubén Castro de Viña del Mar donde destacaba por sus muy buenas notas. El Gorilón le decían, juego de palabras entre su apellido y su apariencia. Hijo de atleta, en su casa tenía un gimnasio propio donde se ejercitaba fuera de los entrenamientos de San Luis.

Gorichón, aún lejos de los 20 años, fue el primer elegido por el técnico Luis Ibarra para ser el arquero titular de La Roja en el Mundial Juvenil de Chile 1987. Tras él estaban Guillermo Velasco de Everton y Gerhard Reiher de Provincial Osorno. Gorilón tenía la ventaja desde un inicio. 

Gorichón con la indumentaria de la Selección Chilena.

Y la seguía teniendo, aún cuando participó en el Sudamericano de Colombia y fue titular en un triunfo 5-3 ante Paraguay. Esos tres goles encajados significaron que la Roja quedara eliminada por diferencia de goles ante los locales y que Luis Ángel Gorichón nunca más fuera el mismo. Lo curioso es que más que esos goles guaraníes, había sido una derrota en la última fecha ante Colombia la que decretaría la eliminación.

Esos tres tantos paraguayos le rondaban en la cabeza. Por esos días Gorichón alternaba constantemente en San Luis de Quillota y pudo elegir entre quedarse en Chile o ir al Sudamericano de Colombia, donde Chile era solo invitado por ser anfitrión del Mundial. Al regresar de tierras cafetaleras, Gorichón había perdido mucho terreno en San Luis y algo en la Sub 20 de Lucho Ibarra.

En sus días en San Luis de Quillota

En su equipo pasó a ser el tercer arquero y comenzó a jugar de delantero en los entrenamientos dirigidos por el técnico Roque Mercury. En la Roja aún era considerado como el arquero titular y ahora le tocaba partir a una gira a Europa. Meses antes había estado en China con la Selección. Era fijo en los posters de la Roja Sub 20 en 1986 y a comienzos de 1987. Su cara salía en las guías que se editaron alrededor del mundo.

En Europa se jugaron once partidos amistosos de todo tipo. En cancha de entrenamientos, en estadios, ante buenos equipos, planteles juveniles y otros de reservas. De los once, jugó cinco, mientras Guillermo Velasco, que en 1992 llegaría a la UC, estuvo en seis. 

Gorichón comenzaba a sentirse suplente, seguía recordando los tres goles paraguayos en Colombia, y le había picado el bichito por ser delantero. En San Luis de Quillota lo había conversado con Roque Mercury, pero el DT lo encontraba poco serio. Gorichón, respetuoso como desde el Colegio, acató la decisión del entrenador y se acordó que hablaba italiano.

Guillermo Velasco en el extremo izquierdo y Gerhard Rehier en el extremo derecho. Los dos arqueros de la Roja en el Mundial Sub 20.

Así, y con el proceso de preparación al Mundial en tierra derecha, Gorichón comenzó a mover las piezas para partir a Italia, en donde tenía familiares. Su cabeza ya estaba en otro lado y Luis Ibarra lo notaba. Gorichón estuvo en un partido de despedida ante Colo Colo, pero se quedaría afuera en el corte final. Velasco y Rehier eran los elegidos. Gorilón se había sacado solito del plantel. Ahora tendría tiempo para sacar su pasaporte y partir a Italia.

Y hasta Italia emigró. Se instaló en Castelnuovo, una ciudad cerca de Suiza y ahí se consiguió una prueba en el club de la ciudad. ¿De qué juegas?, le preguntaron. “De Siete”, respondió el ahora maceteado puntero derecho de 192 centímetros y 94 kilos. Ahí estuvo dos años, fue figura y llegó a ser el segundo goleador de la Cuarta División de Italia. Reinaldo Rueda lo hubiera llamado a la Roja.

En el Castelnuovo de Italia. El primero de la fila de arriba.

A mediados de 1990 decidió volver a Chile, aparentemente por una enfermedad de su pareja. En San Luis de Quillota se alegraron de su regreso, pero él tenía claro que ya no quería ser arquero. Comentaba que estaba desconectado de Chile, que se había enterado por pequeñas notas de prensa del Maracanazo, y ya en Chile de los castigos a Rojas, Astengo, Aravena y Alejando Koch, uno de sus mejores amigos en su paso por la Selección.

Quería ser delantero en algún equipo de de Segunda o Tercera, pero esa posibilidad nunca llegó. Ya en Italia había incursionado en negocios, al mismo tiempo que rompía redes en el Castelnuovo. Fue Supervisor de Metalurgia en Europa, y en Chile se metería en el negocio de las exportaciones de productos del mar. Se había preparado para trabajar en administración, arrepentido de no haber entrado años antes a la Universidad cuando tenía las puertas abiertas en varias casas de estudios con sus 800 y tantos puntos en la PAA.

En su regreso a Chile en 1990.

Y desde ahí, desde que volvió a Chile con 22 años en 1990, su vida se alejó del fútbol y se acercó a la muerte. Fue acusado de “eventual posesión de drogas”, lo que lo hizo viajar hasta Estados Unidos. Allá tuvo problemas de falsificación de dólares y fue detenido. Estuvo encerrado en prisión preventiva, pero luego sobreseído. Volvió a Chile para meterse en el negocio de los camiones, pero quebró por una estafa de su socio. Ahora sería perseguido por delitos económicos. Deudas y cheques protestados. Otra vez tocaba arrancar. Volvió a Italia y luego anduvo por Venezuela y Perú. En 1998, estando en el país del norte, decidió volver a Chile por un nuevo amor. Tenía 30 años y llevaba ocho en caos, arrancando por el mundo. El amor lo iba a salvar.

Sin papeles oficiales, su opción era volver al país de manera ilegal y recuperar sus documentos de identificación. Lo iba a hacer a nado desde Perú a Chile. La ruta iba a ser la misma que usaban los narcotraficantes para pasar drogas o para arrancar de sus países. Gorichón se puso una mochila en sus espaldas, le puso bolsas a todo lo que se podía mojar y comenzó a nadar. Su pasado como futbolista lo iba a ayudar. Su papá Julio Gorichón había sido atleta y su tío Luis Valle fue campeón chileno de levantamiento de pesas.

El 13 de octubre de 1998 fue encontrado muerto en el sector El Faro de Arica por el conscripto Carlos Rodriguez. No había podido con la marea ni con el peso de sus pocas pertenencias. Era un ilegal y había sido encontrado en una ruta de  delincuentes chilenos, peruanos y bolivianos, los llamados “camellos” en el mundo de las drogas. 

Por su causa de muerte se le relacionó al crimen organizado y su muerte no fue tan comentada como la de sus excompañeros Sub 20 Raimundo Tupper y Juan Reyes. Un breve en la Don Balón y una gran nota de Cristián Arcos en El Gráfico Chile comunicaron su fallecimiento a los futboleros.

Sus funerales en Quilpué. Venía de una familia acomodada de la ciudad.

En Quilpué fue despedido por los que debían estar ahí, los que no juzgaron su causa de muerte. Estudiante brillante, educado, buen vecino, autocrítico y respetuoso. Busquilla como él solo, con ganas de hacer cosas, de no quedarse nunca estancado. En esa búsqueda fue que conoció personas que no debía, pero que también le motivaba a volver a Chile por amor y comenzar de nuevo. Su muerte llegó a los 30 años, mientras varios de sus excompañeros acababan de jugar el Mundial de Francia 98.

Su fallecimiento quedó registrado como “muerte por inmersión”, aunque las razones de su dramático nado nunca quedaron esclarecidas por completo. En redes abundan comentarios acusándolo por las razones por la que fue perseguido por la justicia (deudas, cheques y drogas), pero son más los que lo homenajean. Que lo conocieron de cerca y que culpan a las circunstancias.

De seguro, con el Mundial Sub 20 de Chile a la vuelta de la esquina, su nombre volverá a salir a la palestra. Como los de Margas, Estay, Tudor o Musrri. O como los de Mumo y Juanito que ya partieron. No se olviden de Gorichón. El arquero que sólo quería ser delantero.

Gorichón y la sonrisa. La perdió muy joven.