Por ahora es una estatuilla, pero a fin de año podría ser una estatua. Y en un lugar privilegiado. En el estadio Monumental, en el hall de entrada, al lado del Indio.
La promesa de Blanco y Negro es más cuantitativa que cualitativa. Si Esteban Paredes anota más de cinco goles este año, y supera a Francisco Chamaco Valdés como máximo goleador del fútbol chileno, el Tanque tendrá su propia estatua a tamaño real. Nacerá una leyenda, pero también una polémica. ¿Entre David Arellano y él no hubo otro jugador que la mereciera igual o más que el actual 7 albo? El propio Chamaco se revuelca en su tumba. Por otro lado Cua Cua, por otro lado Jorge Robledo.
¿Y Morón?, diría mi primo que no se sacaba el buzo amarillo a comienzos de los 90. Hasta hoy cuenta la atajada al peruano Andrés Balán González en la Libertadores del 91. ¿Y Caszely?, diría mi tío, y eso que es de derecha. Para él, y para muchos, es el mejor jugador en la historia de Colo Colo.Por los años en que jugó, por lo que logró, por el contexto político, por su físico de cualquier cosa, menos de futbolista. Hasta por su bigote. ¿Y la estatua de Caszely?
¿Y el Chano Garrido? Lateral primero, líbero después. El que le enseñó a jugar a Miguel Ramírez y Javier Margas y nos dejó centrales para las siguientes dos décadas. Y hasta el Coca Mendoza, la insignia de Colo Colo hecha jugador. El que quería seguir jugando la final de la Copa Libertadores con el brazo entablillado.
¿Y Vaconcellos? Aunque después jugó por la U. ¿Y Jaime Pizarro? Capitán del título del 91, DT del equipo campeón en la quiebra del 2002. ¿Y Rubén Martínez? El primer trigoleador criollo del fútbol chileno. ¿Y el Cóndor Rojas? ¿Y el Chupete? ¿Y el Mati?, el único chileno en salir Mejor Jugador de América jugando en Chile, y lo hizo por sus años en Colo Colo.
¿Y Barticciotto? Para muchos el mejor también. El que no celebró un gol ante los albos y marcó un precedente. El del golazo sin ángulo ante Boca Juniors en el Monumental. El que se cansó de correr por la derecha, aunque en la Libertadores 91 lo hizo por la izquierda. En su banda estaba el Pato Yáñez, otro que se ganó el cariño, no solo por el título, sino que también por el desaire a la U. Se retiró en los albos con despedida multitudinaria y todo.
¿Y el Colo Colo Muñoz? Uno que se ganó el apodo del nombre del club. Como que te digan “el Guatón” en “Cuestión de Peso”. O Misael Escuti, de los colocolinos que sacaron la cara en el Mundial del 62. El Superclase Mario Moreno, el Chato Subiabre. Uuuuy, y Don Jorge Toro. Don Jorge Toro no tiene estatua. ¿Y Elson Beyruth? Se los recomiendo amigos… de Blanco y Negro.
¿Y el Chita Cruz?, ¿y Luis Hernán Álvarez?, ¿y Alfonso Domínguez?, ¿y el Carecacho Torres?, ¿y el Tigre Sorrel, el Loco Páez, el Pollo Veliz? ¿Y Raúl Ormeño?, tantos años capitán. ¿Y Hugo Rubio?, clave para tener estadio. ¿Y el Murci, el Rambo y el Mago?
O Marcelo Espina, quien siendo seleccionado argentino quiso venir a Colo Colo. Lo lideró por años en un plantel bien cabrón, capitaneado por Basay, y luego volvió desde España para llevar la jineta del equipo campeón en la quiebra. Y mejor ni hablar de los DTs. Jozic, Alamos, Benítez, Borghi…
Por ahora la estatua para Paredes será por la cantidad de goles, aunque si fuera por cantidad de títulos también la merecería Lucho Mena. “Primero hagamos los goles y luego veamos lo de la estatua”, dicen los involucrados. Con el nivel de Paredes, eso será pronto. Estamos hablando de un crack, mejor que muchos de los que nombramos, pero menos o igual de simbólico que otros tantos. Menor o igual que todos esos ídolos sin estatua.