La pregunta “¿en qué momento se fue Mario Salas de Colo Colo?” perfectamente podría ser la pregunta final de “Ocho Escalones” de Fox Sports. Es que el ahora “Comandante” se fue entre gallos y medianoche de Colo Colo a pesar de haber sido bicampeón. Partió en silencio, cuando el país vibraba con Francia 1998. Emigró dos años y medio después de su llegada. Eso había sido en la Noche Alba de 1996, cuando presentaron a Ricardo Rojas. Cuando llegó Francis Ferrero y Javier Alonso. Cuando el Coto Sierra volvía desde Sao Paulo junto a su joven compañero Emerson Pereira. Cuando arribaba Juan Carlos González y el “Tunga Chico” Moisés Ávila. Cuando Javier Margas era presentado, pero sabía que se iba a ir pronto porque Pedrito Reyes ya era Pedrote.
Ahí llegó Mario Salas. Desde Palestino. Barbón y siete pulmones. “Mentira, tenía un pulmón como todo el mundo”, diría Héctor Puebla. Salas llegaba a Colo Colo después de hacer un campañón en el Palestino 95. Nada sorpresivo después de sus grandes actuaciones en el Everton de comienzos de los 90 y de la Unión Española 1993-1994 del Pelao Acosta. Campeón de la Copa Chile y cuartofinalista de la Copa Libertadores.
Salas llegó por su dinámica en el mediocampo. Por la derecha o por la izquierda, al costado del volante de contención. De Héctor Roco en Everton, de Ricardo Perdomo en Unión Española. Salas era un incansable, pero en Colo Colo cambió para ser más parecido a Musrri o Lepe. Es que en ese tiempo estaba de moda. El rol de “corredor de toda la cancha” no lo volvió a cumplir hasta Wanderers 1999. Ya viejo, casi al borde del retiro. Justo antes de sus pasos por Antofagasta el 2000 y Everton el 2001.
En Colo Colo no pudo ser un siete pulmones porque Gustavo Benítez, a pesar de pedir su contratación, había planificado su Colo Colo titular de 1996 sin “Marios Salas”. Se había desprendido de Fredy Ferragut y Miguel Vargas, casi fijos en la campaña de 1995, y además se había ido Fabián Estay, quien muchas veces fue el único volante de corte en la campaña anterior, con Espina, Etcheverry, Rubio, Vergara y Basay sobre él. El mediocampo del 96 sería con Emerson, Espina, Barticciotto y Sierra. El refuerzo Mario Salas ni siquiera entraba en el segundo plano, sino que en el tercero, tras Frank Lobos, titular en todo el primer semestre tras una enfermedad de José Luis Sierra. Como alternativas en el mediocampo estaban Salas, Juan Carlos Alegría, y los comodines Ávila y Rubio. Ese año Mario Salas solo jugó 10 partidos como titular, muy poco para un inamovible de Palestino 1995 y ex seleccionado chileno en 1993, incluso jugando ante España en Alicante. Lo hizo casi siempre para suplir lesiones o suspensiones de Espina y Emerson, o incluso de los centrales, con el brasileño pasando a la zaga.
Pero 1997 comenzó bien para el nuevo DT albo. Nelson Acosta, su entrenador en Unión Española, se acordó de él y lo nominó para el Bolivia-Chile en la La Paz, en febrero de 1997. Sin Musrri, Cornejo y Mora, el DT recurrió a un viejo conocido para armar su mediocampo de corte en la altura junto a Luis Chavarría. Tan escaso era el abanico, que fue en ese partido donde llamó a Óscar Lee Chong y Cristián “Pistola” Flores para que fueran sus suplentes. Salas le cumplió como en la Unión y se ganó un espacio mayor en Colo Colo.
En los albos, con Marco Villaseca respirándole en la oreja y sin tanto protagonismo de Frank Lobos, Salas fue primera alternativa en el mediocampo de Benítez. Ese año, a diferencia de 1996, tenían Copa Libertadores y se necesitaban más piernas. Si era por correr y meter, Salas estaba de los primeros, tanto que su posición habitual en 1997 fue la de lateral derecho, quitándole la titularidad a Francisco Fernández y a Miguel Latín, uno que nunca se acomodó. Ahí por la derecha Salas hacía lo que podía, pero era fijo en la Libertadores, en la Supercopa y en el torneo chileno. Una vez hizo un túnel ante Audax en el Santa Laura y se ganó una ovación. Por el otro lado el Murci Rojas lo hacía siempre y el público ni se pronunciaba.
Debido a su regularidad, Salas jugó la Copa América 1997 en Bolivia. Claro, para cuidar a Clarence Acuña y Nelson Parraguez para las Eliminatorias, dos que agarraron camiseta de titular y no la soltaron hasta Francia 1998. Adiós Musrri, adiós Salas, adiós Chavarría.
El 98 a Salas lo encontró con poca consideración para el DT. Para el lateral derecho le trajeron a Wilson Contreras y para el mediocampo ya se había afianzado Villaseca. Todo porque Salas andaba resolviendo problemas en la defensa. Richard Zambrano, que en 1997 fue alternativa en ataque, en 1998 era volante. Estaba Nicolás Córdova, e incluso Raúl Muñoz podía ir al medio. Para peor (para él), seguían estando Emerson, Espina, Barticciotto y Sierra. Mario Salas jugó lo que pudo el primer semestre, cuando Reyes, González, Rojas, Sierra, Tapia, Neira, e incluso Muñoz estaban más preocupados del Mundial que del torneo nacional.
Tras la cita en Francia, Salas no estuvo más. Con muy poca prensa decidió partir junto a Juan Carlos Alegría a Santiago Morning para ser clave en el ascenso del Chago a Primera División. Volvió a comandar un mediocampo como a él le gustaba y jugó 18 partidos, los 18 como titular. Muchos se enteraron que se había ido de Colo Colo en julio cuando lo vieron celebrando el ascenso en diciembre. La historia dice que se fue por su activo rol en el Sindicalismo. A los dirigentes albos no les habría gustado y habría ido a parar al equipo de los Marinakis.
Luchador, había partido del Monumental por no tener opciones. Justo ese año los albos terminaron recurriendo a juveniles como Rodrigo Sanhueza, Cristián Díaz o Patricio Araya para acompañar a Marco Villaseca en el medio y así cubrir la partida de Emerson al Perugia y el adelantamiento de Espina en la creación por la escasez de delanteros tras las idas de Neira a Las Palmas, Vergara al Rayo Vallecano, Zambrano a los Pumas, Barticcioto al lateral volante derecho y la nueva lesión de Basay en Puerto Montt.
De haber sabido, Salas se quedaba para ser campeón y titular por tercera vez con Colo Colo. Hoy sí vuelve para ser campeón por tercera vez, con Colo Colo y como DT en Chile. Lo aplaudirían más que cuando hizo un “hoyito” en Santa Laura. Hay que ver sin esta vez no es producto de la suerte.