Cuando debutó por la selección chilena le hizo un gol a un gigante de América. Fue goleador de un equipo grande de Chile al que llegó desde uno de los casi extremos del país. La 11 era su número y podía definir con un toque sutil o cayéndose al lado del arco. Era un goleador letal y una de sus mejores duplas fue con Iván Zamorano. Cuando jugaba con un 9 de área no tenía problemas para irse a la orilla izquierda o engancharse casi como un 10. Era un zurdo técnico, uno de los mejores delanteros de su época. ¿Marcelo Salas? Podría ser perfectamente por la descripción anterior, pero no es él. Hablamos de Rubén Martínez, el mismo que hace exactos 29 años le hizo un doblete al Boca Juniors de Latorre y Batistuta para dejar a Colo Colo en una final de América.
Justicia para él porque conservaba un perfil bajo, a pesar de debutar por la Roja y marcarle un gol a Brasil en Uberlandia en 1987. Perfil bajo pese a ser trigoleador del fútbol chileno entre 1989 y 1991, cuando muchas veces debió estacionarse en la izquierda como puntero zurdo para darle cabida en el equipo a Ricardo Dabrowski. Así también ocurrió en la Copa Libertadores de 1991, donde siempre hubo cuatro cuerdas para tres trompos. De Barticciotto, Yáñez, Martínez y Dabroswski jugaban solo tres. Las lesiones y las expulsiones fueron permitiendo que incluso jugara Sergio Salgado, Luis Pérez y Leonel Herrera. Si hasta Gabriel Mendoza jugó de puntero en la final ante Olimpia, partido en el que no estuvo Yáñez por lesión y Martínez por suspensión. No importa Rubén, ese título es tan tuyo como de los que salieron a la cancha esa noche de junio.
Justicia para Martínez que pudo llegar mucho más arriba, pero siempre prefirió quedarse en Colo Colo para jugar los torneos internacionales que le permitió la obtención de la Libertadores. Para Jozic era carta fija en el ataque, aún cuando se reforzaba con más delanteros, como Rubio, De Luca o el Tunga González. Lo inamovible que era para Jozic, no lo era para Arturo Salah, el DT que no lo llevó a la Copa América de 1991, pese a que era bigoleador vigente e iba por el Tri. Don Elmer prefirió a Zamorano del Sevilla, Rubio del Saint Gallen, más Marcelo Vega y el Tunga González de Unión Española. Rubén Martínez era fijo en el álbum Salo de esa Copa, pero no lo era para Salah. Su paso por la Roja fue hasta la previa de esa Copa, noviembre del 90 para ser exactos, después nunca más. Sólo tenía 27 años. Mientras estuviera Salah, él no iba a jugar.
Así, al goleador que debutó en Cobresal en 1984, equipo con el que fue goleador del torneo chileno en 1989, solo le quedó irse a México. Allá anduvo por el Santos Laguna y el Tampico Madero. En Chile lo recibió de vuelta Unión Española junto a Jaime Ramírez a mitad de 1995. Luego a Osorno en Primera en 1996 y a La Serena en Primera B y en Primera en 1996-1997, jugando más como volante ofensivo que como delantero. Algunos querían jubilar a un trigoleador alejándolo del área, pero él no estaba dispuesto.
El regreso a El Salvador era cosa de tiempo. En 1998 volvió a Cobresal y se encontró con su tocayo Rubén Dundo. Formaron una dupla de temer en 1998 y subieron al equipo a Primera División. Martínez estaba de vuelta en Primera en 1999, formando la recordada dupla Ru-Ru. Trece goles para él y un último reconocimiento del fútbol chileno para un delantero de raza. El ataque no le sirvió a Cobresal para mantenerse y el 2000 otra vez estaban en la B. Ahí jugó dos partidos, un gol y adiós carrera.
Su única deuda fue no jugar más por la Roja, pero no dependió de él. Lo hizo en 12 veces y anotó dos goles. En Cobresal y Colo Colo lo aman, más hoy que se recuerdan 29 años de sus dos goles a Navarro Montoya. Nosotros no recordamos la pelea, ni el perro Ron, ni los camarazos, ni el posterior título. Recordamos a Rubén Martínez, un goleador de esos que con medio metro de espacio te mataba, pero que ha quedado casi en el olvido. Justicia para Rubén Martínez.