El sábado 15 de junio de 2002 fue uno de los días más tristes en la carrera del paraguayo Jorge Luis Campos. En el minuto 88, en la ciudad de Jeju en Corea del Sur, el delantero alemán Oliver Neuville marcó el 1-0 para su selección y eliminó a Paraguay del Mundial Corea-Japón 2002. El zurdo había entrado desde la banca intentando repetir su buena primera fase, donde incluso le convirtió un gol a Eslovenia. Antes, en las Eliminatorias, le había anotado el 2-1 a Brasil en Asunción, sentenciando la primera victoria guaraní sobre la Verdeamarela.
Campitos era un jugador de primer nivel sudamericano. En 2001, jugando por Cerro Porteño, había sido una de las figuras de la Copa Libertadores, donde en la primera fase compartió grupo con Palmeiras, Sport Boys y la Universidad de Chile de David Pizarro. Ya había estado en Francia 1998 y en el álbum Salo de la Copa América 1995. Era un veloz puntero izquierdo en sus inicios, pero con el tiempo se había convertido en un corredor de toda la banda.
En 2002 su camino se unió con el de Universidad Católica. El DT Juvenal Olmos, que había asumido en el segundo semestre de 2001, buscaba punteros para su versión 2002. Por la derecha tenía a Daniel Pérez y Carlos Verdugo, mientras que en la izquierda se le había ido Jaime González. Necesitaba dos jugadores para esa banda. Uno iba a ser Rodrigo Barrera, pero faltaba uno más que pudiera jugar incluso de lateral volante. La carta estaba en Paraguay.
Hasta allá viajó Juvenal Olmos y Óscar Meneses en busca de ese extranjero. El mito cuenta que iban por otro centrodelantero, para sumarlo a Arturo Norambuena e Iván Gabrich, y que allá se asombraron con el rendimiento de Campitos. Lo cierto es que el nivel del zurdo venía hace rato. Desde sus inicios en Olimpia de Paraguay y sus pasos por China, Cruz Azul y Cerro Porteño. Era el zurdo que faltaba para la variedad de esquemas que buscaba Olmos en ese 2002. Fueron tantos los cambios que cuesta mucho encontrar un equipo base para ese alabado Apertura 2002 que prácticamente catapultó a Olmos a la Selección. Campos fue puntero izquierdo o lateral volante en ese título.
Sí, fue título porque pese a arrasar en varias partes del torneo, en semifinales se le complicó ante Universidad de Chile. Fue 3-3 en el partido de ida, jugado el 20 de junio en el Nacional con la U haciendo de local. La vuelta, tres días después en Ñuñoa, ya tendría a Jorge Campos en cancha, quien poco antes se había bajado del avión que lo había traído desde Asia, con jet lag incluido. Solo a ocho días de quedar eliminados ante Alemania en el otro lado del mundo, el paraguayo buscaba el paso a la final con Universidad Católica. El zurdo iba a volar.
Jugando bien abierto por la izquierda Jorge Campos anotó en dos ocasiones ante febles resistencias de Johnny Herrera. El primero iniciando el partido, a los seis minutos, y el segundo cuando el duelo ya se iba con un 1-1, debido a un gol de tiro libre de Pedro Heidi González. A los 86 minutos se repitieron los protagonistas. Zurdazo de Campos y débil reacción de Herrera. Era el 2-1 para los cruzados y el paso a la final ante Rangers, que había derrotado en su semifinal a Colo Colo.
El paso de Campos por la UC seguiría hasta el 2003, ya con Óscar Meneses en la banca. Con él hasta tuvo que ser lateral izquierdo en un equipo muy mal conformado. A mitad de año pasaría a Quilmes de Argentina junto a Arturo Norambuena. Al paraguayo le iría mejor que al chileno, pasando el 2004 al fuerte equipo de Libertad, y completando el trío de grandes en Paraguay. Luego pasaría a Nacional de su país y en 2006 se retiraría en Sportivo Luqueño.
Con su selección jugó 46 partidos e hizo seis goles. Jugó dos mundiales, y ocho días después de ser eliminado dramáticamente del segundo, viajó hasta Chile y puso a Universidad Católica en una final. Junto a Juan Ramón Isasi y Hugo Brizuela son los paraguayos más queridos del club. Queda para los hinchas cruzados definir quién fue el mejor. La hazaña de Campos, eso sí, es la que más se recuerda.