A fines de los años 80 e inicio de los años 90 Universidad Católica se destacó como uno de los principales promotores de jugadores jóvenes del fútbol chileno. Con diferencia de algunos meses aparecieron Fabián Estay, Luka Tudor, Andrés Romero, Rodrigo Gómez, Raimundo Tupper, Francisco Hoorman, Adolfo Esparza, Rodrigo Blasco, Nelson Pizarro, Andrés Olivares, Rodrigo Barrera, Ricardo Monje, Nelson Parraguez, Héctor Toledo, Adolfo Ovalle, Miguel Ponce, Max Müller, Claudio Lizama, entre otros. Entre ellos destacaba un flaco alto, que jugaba de 10 y con pocaza pinta de jugador de fútbol. El nombre tampoco lo ayudaba mucho. A varios comentaristas les costaba decir Ian Mac Niven y otros tantos lo confundían con Max Müller.
Eran años de unas divisiones inferiores de la UC bastante más elitistas que lo que conocemos hoy, con Gary Medel, Huaso Isla o Jeisson Vargas como estandartes. De hecho, a mediados de los 90 seguirían apareciendo jugadores como Sebastián Rozental, Rodrigo Ríos, Milovan Mirosevic o Roberto Kettlún. El flaco Ian Mac Niven Carlsson estudió en colegio inglés y vivió su infancia entre Vitacura y Lo Barnechea, junto a sus padres José Patricio Mac Niven y Bessy Carlsson.
Mc Niven era un jugador con físico de voleibolista o basquetbolista, que apareció en años donde los 10 clásicos habían nacido un poquito antes (Vega, Sierra, Riveros, Cabello, Navarrete) o bastante después. Mc Niven compartió generación con conductores como Esteban Valencia (Universidad de Chile), Elías Escalona (Huachipato), Juan Silva (Universidad de Chile), Francisco Torré (Unión Española), Ricardo Lyon (San Felipe) o Leonardo Soto (Colo Colo). Con toda esa competencia no le costó mucho calzarse la 10 en el Preolímpico Sub 23 disputado en Paraguay rumbo a los JJOO de Barcelona 1992.
En un equipo donde Pablo Peñailillo fue el arquero, Parraguez el capitán, Luis Medina y Lucho Musrri los fogoneros y José Luis Sánchez, Juan Castillo y Rodrigo Barrera los delanteros, el “escocés” Mac Niven fue de los que más jugó en una oncena que se fue eliminada fácil en primera ronda y que ni siquiera llegó a jugar el cuarto partido ante Bolivia, ya que estaba todo decidido desde antes.
A Mac Niven le tocaba concentrarse a jugar en Universidad Católica, en un equipo que por esos años tenía a Jorge Contreras, Gerardo Reinoso, Luis Pérez, Jorge Vásquez, Ricardo Lunari y delanteros que podían actuar en su posición como Rodrigo Barrera, Raimundo Tupper o el Pindinga Muñoz. Así, en 1991 disputó solo cinco partidos y en 1992 actuó en siete, anotando una vez. Al Flaco le iba a costar y en 1993 decidió partir a Concepción para tener continuidad y en 1994 a Antofagasta. Dos años de aprendizaje para que en 1995 llegara lo mejor de su carrera: titularidad en la UC, Copa Libertadores y selección adulta.
A comienzos de 1995 entró por la puerta chica a un plantel estelar que se había reforzado con Ricardo Lunari, Marcelo Barticciotto, Rubén Espinoza y tenía la explosión de Sebastián Rozental en ataque. Además, seguía contando con Alberto Acosta y Néstor Gorosito. La cosa estaba difícil, pero Ian Mac Niven no solo le quitó el puesto a Lunari y Barticciotto para acompañar a Gorosito, sino que también se impuso a Juvenal Olmos y Max Müller, de buenas campañas en 1994 jugando en esa función.
La irrupción del escocés fue clave para el repunte de Católica, que había empezado muy mal esa Copa Libertadores ante la U y frente a Millonarios y Atlético Nacional en Colombia. Cuando a los cruzados le tocó jugar en San Carlos ante los cafeteros fue que apareció Mac Niven con la 21 en la espalda. Fue figura en ambos partidos recorriendo la banda izquierda a grandes zancadas. Así generó varios goles y llevó, junto con todo el equipo, al repechaje a la UC ante la U. Ahí otra vez aparecería para clasificar a la siguiente ronda y dejar fuera a los azules.
En octavos de final jugarían ante River Plate, primero en Chile y después en Argentina. En San Carlos otra vez sería titular, pero su reemplazante, Ricardo Lunari, sería el salvador de ese partido anotando el 2-1 y se ganaría un lugar para ser titular en el Monumental de River Plata. Ahí la historia es conocida con tres errores del Pato Toledo.
Mientras Mac Niven se convertía en figura en la UC, Xavier Azkargorta tiraba líneas de lo que sería su plantel para ir por Francia 1998. En su primera nómina llamó a lo más graneado de aquella época para jugar ante México en Los Ángeles y ahí apareció Mac Niven, junto a Zamorano y Salas, que debutaron como dupla en ese partido del 29 de marzo de 1995, además de Sierra, Margas, Parraguez, Vega, Valencia, Vilches, Guevara, entre otros. Después de muchos años Ian Mac Niven bailaba con la bonita y saltaba a la cancha reemplazando a Iván Zamorano en el minuto 77.
El 19 de abril de 1995 jugaría su segundo partido por la Roja, esta vez como titular y con la 10 en la espalda para enfrentar a Perú en Lima. Hasta ahí todo bien. Tras los 90 minutos fue 0-6 en contra. Sería su última vez en la Roja.
El 95 no lo terminó muy bien y el 96 fue una tortura con las lesiones y decidió partir de la UC. Un intento en el fútbol colombiano y sería todo. Se retiraba del fútbol a los 26 años. Años más tarde reconocería en una entrevista a Diario El Sur que “sentía que no era tan bueno dentro de los buenos”, pero que el fútbol le sirvió “para conocer otras realidades, eso potencia la inteligencia emocional. El fútbol da muchas amistades y conoces realidades de gente muy distinta. Me retiré porque sentía que debía tratar de ser el mejor en lo que hiciera y estar contento con mi profesión”, declaró con honestidad brutal en 2010.
Desde esta semana es el nuevo gerente de selecciones de la ANFP, reemplazando directamente a Felipe Correa, pero con la polémica de Rodrigo Gómez entre medio. Llegó de rebote, igual como llegó al fútbol profesional cuando a los once años un dirigente cruzado lo vio jugando en un pasaje en Vitacura. “Así como dicen los futbolistas, se van dando las cosas”.
Lo dice un futbolista que nunca se sintió tan futbolista. Periodista de profesión, hoy gerente de la Roja. Buena suerte.