El 23 de agosto de 1997 el actual entrenador de Universidad Católica, Mario Salas, recibió la ovación más grande de su carrera. Antes había tenido halagos por su gran estado físico o había recibido cánticos de hinchas de Everton, Unión Española y Palestino, pero jamás 10 mil personas habían coreado su nombre y se habían cerrado en un aplauso para retibuirle por su juego, como ocurrió esa tarde de otoño en Santa Laura.
Ese año 97 Mario Salas terminó adueñándose de la banda derecha de la defensa. Él era un recio volante de corte y en esa posición había llegado a la Roja y Colo Colo. En los albos era sólo aternativa de Emerson y Espina en el mediocampo. Eso hasta que Gustavo Benítez le encontró el puesto ante las ausencias de Francisco Rojas y Francisco Fernández: sería el lateral derecho del Clausura, torneo en que el Popular terminaría levantando la Copa.
Se jugaba la cuarta fecha del Clausura 97 y el «Perro Salas» (así le llamaban varios en su paso por Colo Colo) conformaba la zaga alba con Pedro Reyes, Juan Carlos González y Raúl Muñoz en un duelo ante el complicado Audax Italiano de Guirland, Cangialosi, Illesca y Brizuela.
Mario Salas, como en gran parte del campeonato, no pasaba la mitad de la cancha y sólo se remitía a dársela a los que sabían (además de Emerson y Espina estaban Barticciotto y Sierra). El partido rápidamente se convirtió en partidazo. El Coto Sierra abrió la cuenta con un golazo al ángulo de Nelson Cossio. Empataría Illesca y Emerson pondría un minuto después el 2-1. Todo en eso el primer tiempo.
La segunda fracción estuvo aún más disputada y en las tribunas se sentía la tensión. Audax lo pudo empatar en varias ocasiones, Colo Colo lo puedo llevar al 3-1, hubo varias faltas producto del nerviosismo y Barticciotto terminaría yéndose expulsado. Entre medio de tanto cuchillo afilado entre los dientes apareció el más rudo de la cancha (también estaba Zunino y Danilo Chacón) para descomprimir el ambiente.
En mitad del segundo tiempo Mario Salas hizo dos cosas para lo que no estaba programado. Al lado de la banca de Gustavo Benítez se atrevió a pasar la mitad de la cancha, con paso nervioso, sin saber lo que haría después de cruzar la delgada línea blanca. No tenía nadie cerca y no podía seguir la jugada con un pase para el lado. Ya en terreno audino, pero a 50 metros de Nelson Cossio, se envalentonó y se sacó con un hoyito al audino que lo fue a marcar (dicen que fue Olarra, pero me quedan mis dudas). El estadio estaba en silencio, pero al segundo de la acción del Perro Salas se escuchó un murmullo generalizado, un aplauso espontáneo y el nombre del improvisado lateral derecho coreado por la Garra Blanca. Salas, como era de esperarse, perdió la pelota rápidamente, pero eso daba lo mismo.
Después del hoyito de Mario Salas en Colo Colo sabían que no podían perder. Ganaron 2-1 y a fin de año se recordó como uno de los partidos clave para lograr el título.