Mucho se ha hablado de “El Último Baile. Ya se manoseó el término. Se lo adjudicaron al Uruguay de Godín y Suárez, al Chile de Medel y Vidal, y hasta a Messi y sus participaciones en Copa América. La próxima será en 2024, pero ahora tiene la opción de campeonar tras tres subtítulos. Se encontrará con Brasil. Un Argentina – Brasil que en 1999 fue testigo de los últimos toques mágicos de Fernando Redondo con la selección transandina.
Algunos proclaman que el Príncipe es el gran futbolista argentino entre Diego Maradona y Lionel Messi. El eslabón perdido entre los dos número 10. Lo de Redondo con la albiceleste es más de renuncias que de festejos. En 1990, a punto de cumplir 21 años, no quiso estar en el Mundial de Italia para dedicarse a sus estudios universitarios. Luego trascendería que no soportaba el fútbol defensivo de Carlos Bilardo. Como era un volante de contención, pero con buena técnica, lo querían poner por atrás de Maradona. Redondo se sentía más cómodo en las aulas que en esa posición.
La llegada de Alfio Basile le trajo las condiciones que necesitaba para vestir la camiseta argentina. Pese a no estar en la Copa América de 1991, sí estuvo en la de 1993 en Ecuador, donde fue una de las figuras. Su zurda refinada le había quitado el puesto al trajín de Leonardo Astrada. Ese equipo ultra ofensivo jugaría Estados Unidos 1994 con un mediocampo conformado con Redondo, Simeone, Maradona y el delantero Abel Balbo. Arriba iría Caniggia y Batistuta. El equilibrio de todos ellos era Redondo.
Tras el Mundial y Maradona, vendría el ciclo de Daniel Passarella. “Me hubiera gustado jugar más en la selección, pero no a cualquier precio”, diría Redondo tras el retiro. El precio que tenía que pagar para jugar con Passarella era el de cortarse el pelo. Pese a que no era de los más pelucones, se negó. Para peor, Batistuta sí lo hizo. También Balbo, Chamot y hasta el Burrito Ortega se recortó. Otros, que se veían cerca del ciclo del Kaiser se lo cortaron antes que lo se pidieran. Ahí estaban Eduardo Coudet, Juan Pablo Sorín, el Beto Carranza, Diego Cagna, Pablo Rotchen, Daniel Garnero y Jorge Jiménez. Todo esto con Passarella en la selección. Antes, cuando dirigía a River Plate, ya había obligado a nuestro conocido Fernando Gamboa.
Redondo jamás jugó en el ciclo Passarella. Hubo acercamientos tras la Copa América 1995, pero el DT otra vez mostró su falta de códigos. En la reunión para convencerlo, Redondo le contó que estaba peleado con Valdano porque quería hacerlo jugar en la izquierda en el Madrid. Passarella le dijo que se plantara firme. Que él también había comido banca por no querer jugar de lateral izquierdo. Quedaron en buena. Al día siguiente Redondo le avisó que se negaba a cortarse el pelo. También lo contaría en los medios. Una radio le haría una encerrona y lo pondría la aire junto al DT. Passarella le preguntaría en vivo si le gustaría jugar de volante izquierdo en la Selección. “Pero Daniel, si te dije en privado que por eso mismo no estoy jugando en el Madrid”. Hasta ahí llegó todo.
Tras Francia 1998 vendría el Ciclo Marcelo Bielsa. Tras partidos con nóminas locales, llegaría la hora de los consagrados. Ahí, el 31 de marzo de 1999, aparecería Redondo para jugar ante Holanda en Amsterdam. Era el volante de contención de Bielsa por sobre Simeone, Almeyda y Claudio Husain, los que más jugarían en su ciclo. Fue empate 1-1 en Europa con Redondo jugando 90 minutos. El equipo de Bielsa iba a empezar con Redondo. Había pura buena onda.
Redondo no iría a la Copa América de 1999, donde fue un equipo mixto, pero sí volvería en septiembre, para duelos de ida y vuelta ante Brasil. El 4 de septiembre en el Monumental, y tres días después en Porto Alegre. Lo del partido en Buenos Aires dio para película. Pese a ser un amistoso, esa tarde de domingo el estadio se llenó. Por un lado Redondo, Ayala, Samuel, Verón, Ortega, Crespo. Por el otro, Dida, Cafú, Roberto Carlos, Rivaldo, Ronaldinho y Ronaldo. Ambos con sus camisetas oficiales en un colorido que hace mucho no se veía en Argentina. Fue 2-0 para el equipo de Bielsa. La figura había sido Fernando Redondo, mientras que Diego Simeone era un suplente de lujo.
La vuelta, en Brasil, fue el último partido de Redondo en la selección. Jugó 59 minutos y fue reemplazado por Diego Simeone, a la postre quien ocupó ese lugar en el proceso Bielsa, luego de ser volante izquierdo en la era Passarella. Fue triunfo 4-2 para Brasil con show de Rivaldo y Ronaldo. La derrota era la pena de ese día, no que Redondo se iba para siempre.
Bielsa siguió convocando a Redondo, pero siempre la rodilla decía lo contrario a última hora. En marzo del 2000, Redondo le confirmó a Bielsa que ya no estaba para la Selección. Que con suerte podía jugar Liga y Champions en su equipo. Que el físico no le dejaría rendir en dos lugares. Bielsa lo entendió, pero fue el mismo Redondo quien cambió de opinión tres meses después, tras ganar la Champions League con él como figura. Tras ese título se fue al Milan por apoyar a Lorenzo Sanz en las elección que perdió con Florentino Pérez. Desde Milán sí quería viajar a Argentina a jugar clasificatorias, pero a los pocos días se rompió los ligamentos cruzados de la rodilla derecha. Su primer partido pudo jugarlo solo dos años después de llegar a Italia.
Así, cuando quiso y pudo jugar por la selección, no pudo hacerlo por su calvario con las lesiones. Pudo haber jugado cuatro mundiales, pero lo hizo solo en uno. Aún así es un mito. Un adelantado que jugó con Zamorano en el Real Madrid, donde pudimos disfrutarlo por Megavisión. En su último partido jugando los 90 minutos en la selección argentina anuló a Rivaldo en el Monumental, aquel año Mejor Jugador del Mundo. El destino quiso que su último partido fuera un Brasil – Argentina en Brasil. La final que se viene este sábado.