A Attilio Lombardo lo conocemos desde chicos. Junto a Fabrizio Ravanelli era de los jugadores más llamativos de la Juventus, la selección italiana y la Lazio. No eran los mejores, pero sí los más ubicables. No tan viejos, pero uno pelado y otro canoso. En el Super Nintendo queríamos jugar con ellos, aunque tuvieran otros nombres.
Lombardo hoy es ayudante de campo de Roberto Mancini en la Azzurra. Otro ex compañero del Matador, otro con el que conserva la buena onda. A Mancini lo odiábamos un poquito. Era el culpable de las pocas veces que Salas comió banca en su primera temporada en Italia. Al ratón de Sven Goran Eriksson le costaba poner juntos a Mancini, Salas y Vieri. Por lo general, al menos de entrada, optaba por el Matador o el mediapunta italiano. Entre ellos nunca hubo mala onda. Hoy Salas disfruta el éxito de sus dos excompañeros en el banquillo de Italia.
El Matador lo demuestra. Lo demuestra por Instagram felicitándolo. Y los italianos confirman el lazo, respondiéndole. Con Lombardo compartió menos, pero hizo mejores migas. El pelado llegó en 1999 desde el Crystal Palace de Inglaterra, al igual que Ravanelli, que lo hizo desde el Olympique de Marsella. Ambos se sumaron a esa Súper Lazio que venía construyéndose post Francia 1998.
Attilio era carrilero derecho, en la Lazio suplente del portugués Sergio Conceicao. Pero era un soldado. A pesar de haber sido titularísimo en la Súper Sampdoria y en la Juventus, y de participar en el proceso de la selección rumbo a Francia 1998, llegó a la Lazio a ponerse a la orden. Muchas veces fue lateral derecho por Paolo Negro o Pancaro. A veces segunda punta. A veces hasta carrilero izquierdo como alternativa a Pavel Nedved.
Salas es amigo de Lombardo y Mancini. Es que si eres amigo de uno, eres amigo del otro. Se conocen desde la Sampdoria de 1992, la que perdió la final de la Copa de Europa en Wembley ante el Barcelona de Johan Cruyff y ese golazo de tiro libre de Ronald Koeman a Gianluca Pagliuca a los 112’. El gol que el reemplazado Gianluca Vialli no quiso mirar, tapándose la cara con una toalla. Vialli es otro del grupito de amigos. Hoy es el Jefe de Delegación de Italia en la Eurocopa. El cuarto amigo en cuestión es Alberigo Evani, quien llegó a esa Sampdoria en 1993, y que conocimos en el ábum McKay de EEUU 1994. También están otros exSamp, como Fausto Salsano y el arquero Giulio Nuciari.
Nuestro Matador tiene su favorito para la final del domingo entre Italia e Inglaterra. Vibra con sus excompañeros de la Lazio, quienes además quieren tomarse la revancha de Wembley. El estadio que en 1992 fue testigo de cómo la sorprendente Sampdoria, de Mancini, Lombardo y Vialli, se quedó sin Copa de Europa en los siete minutos del segundo tiempo de alargue ante el Barcelona de Cruyff. Finales históricas que Wembley está acostumbrada a regalar. Este domingo hay otra.