Era fines de los 90, y ver jugar a la categoría 1980-81 del Malmo de Suecia era un placer. Destacaban dos jugadores que salían de los biotipos normales del fútbol sueco. Un delantero gigantón de una técnica exquisita, y un lateral derecho que no era un stopper pegado a la línea, sino que a ritmo latino también podía ser un buen recurso de ataque. Uno era Zlatan Ibrahimovic y el otro Matías Concha, un chileno sueco que se lucía con la dos en la espalda.
Concha había nacido en 1980 en Malmo. Sus padres habían llegado en 1973 a Suecia tras el golpe de estado. Echaron raíces allá y comenzaron a nacer los hijos. A la larga, un juez, una cantante de ópera, un DJ de música electrónica y un futbolista. Era el primer futbolizado de la familia, con padres que prohibían perder la lengua española. En esa casa de Malmo se hablaba español, fuera de ella se podía interactuar en sueco.
Matías Concha terminó siendo más latino que, incluso, los que crecimos en Chile. Se hizo adicto a la salsa y a la música en español en general. En la cancha también era bastante menos tronco que sus compañeros. Eso gustaba. Era cosa de tiempo para que, junto a Zlatan Ibrahimovic, dieran el paso al equipo profesional y a su selección. Ahí estaba el problema. ¿Cuál era su selección? El hombre amaba a Chile, el país que había desterrado a sus padres siete años antes de que él naciera en Suecia, país que lo había cobijado.
Las buenas presentaciones de Concha en el primer equipo del Malmo comenzaron a ser noticia en Chile. Más aún cuando el Djugardens, de los grandes de Estocolmo, lo fichaba a muy buen precio para la 2004-2005, año en que Nelson Acosta había vuelto a la Roja y confiaría nuevamente en sus laterales de antaño. Por la derecha ocuparía a Moisés Villarroel, Francisco Rojas y Cristián Álvarez. También llamaría a Marcos Millape. En Suecia, jugando a gran nivel, Matías Concha estaba disponible, pero ignorado.
Concha declararía públicamente que quería jugar por Chile. Esperaba el llamado, sobre todo tras el cierre de las Clasificatorias 2006 y los nuevos bríos rumbo a la Copa América 2007. Se entusiasmó con una citación para jugar precisamente ante Suecia, a pocos días de Alemania 2006. Esos partidos del Dublinazo y del Costa de Marfil de Drogba. Nelson Acosta probó con gente nueva, pero no con Matías Concha. Para esa gira llamaría a Gonzalo Jara y José Contreras como laterales derechos. Tras esos tres partidos en Europa, sería el turno de Boris Rieloff y Álvaro Ormeño. De Matías Concha, nada.
Pero como los goles que se pierden en un arco, se hacen en el otro, fue el DT sueco Lars Lagerback quien confió en el “corazón de chileno”. Primero en algunos amistosos, donde Concha no dudó en aceptar. Había investigado, y sabía que podía jugar amistosos por Suecia y aún así jugar por Chile. Gracias a eso Diego Costa defendió a Brasil y España, Fernando Amorebieta a España y Venezuela, y Thiago Motta a Brasil e Italia. La disyuntiva iba a estar cuando a Concha lo llamaran para jugar un partido oficial. El lateral era de los mejores jugadores de Suecia y lo miraban desde España y Alemania. Con el Dugardens ganó la Allsvenskan de 2005, así como la Copa de Suecia en 2004 y 2005. Jugó 76 partidos y marcó dos goles.
Su etapa en la selección de Suecia comenzó en 2007, año en el que partiría al Bochum de Alemania. En enero de ese año jugaría un amistoso ante Ecuador y dos ante Venezuela, mientras que en agosto lo haría ante EEUU. Su decisión más importante sería en octubre de 2007. El DT lo quería como titular para las fechas eliminatorias de la Euro 2008. Tendría que jugar contra Liechstenstein e Irlanda de Norte. El sueño de llegar a la Roja, ahora de Bielsa, ya estaba lejos, así que se la jugó por disputar la Eurocopa de Austria-Suiza con el país donde había nacido. Dijo que sí y aportó con cuatro puntos a la clasificación del equipo de Zlatan Otra vez su compañero de equipo.
Concha seguiría siendo considerado para los amistosos previos a la Eurocopa 2008. Tuvo su lámina en el álbum oficial de Panini. Estaría en la prenómina, pero se quedaría fuera de la lista final. Se centró en el Bochum, donde además hacía noticia por enseñarle español a sus hijos en el corazón de Alemania. La temporada 2009-2010 descenderían, y en la 2011-2012 haría noticia por una de las peores lesiones que se han registrado en las ligas de Alemania. Fractura de tibia y peroné y millones de visitas en Youtube.
Para la temporada siguiente volvió como ídolo al Malmo. Le dieron la camiseta 23 por la edad en que se había ido del club. Pronto ya tendría la 2 que lo había acompañado toda la carrera. Otra vez, como a fines de los 90, la vida le sonría en Malmo. Eso hasta que otro lateral le quitó el puesto. Era Miiko Albornoz, el chileno sueco que pasó por el Malmo, la Bundesliga, pero que sí fue probado en la Roja.