La Copa en que Ecuador “homenajeó” a Everton en Sausalito


En Italia 90 Costa Rica fue por primera vez a un Mundial. Además de su habitual uniforme rojo, la Federación tica decidió llevar una indumentaria suplente en homenaje al ese entonces desaparecido Club La Libertad, precursor del fútbol costarricense. Lo llamativo es que esa camiseta era similar a la de la Juventus, club que jugaba en el estadio de Turín que albergó al grupo de Costa Rica en el Mundial. Tras vencer a Escocia en el debut con la casaquilla roja, el equipo del arquero Luis Gabelo Conejo saltó a la cancha con la albinegra ante Brasil. Era la carta bajo la manga del DT Bora Milutinovic para ganar la adhesión del público turinés. Fue derrota ante el Scratch, pero luego triunfo y clasificación ante Suecia, con todo el estadio a favor del débil equipo centroamericano, que a la postre se fue en octavos de final ante Checoslvaquia.

Un año después se jugó la Copa América de Chile 91. El torneo se dividió en dos grupos de cinco. Uno en Viña y Valparaíso, y el otro en Santiago y Concepción. En la Quinta Región recaló Ecuador, junto a Bolivia, Brasil, Uruguay y Colombia. Para ese torneo, pero mucho antes de saber que serían locales en Sausalito, la federación ecuatoriana mantuvo su uniforme Puma con el que había disputado las clasificatorias a Italia 90. Coincidencia, el modelo de la marca alemana incluía una franja azul horizontal en el pecho, similar a la suplente de Boca Juniors, pero sobre todo a la de Everton de Viña del Mar, club chileno que prestó sus instalaciones al equipo del Guayas.

Lo cierto es que hasta hoy se habla de un homenaje de Ecuador a la hospitalidad viñamarina, sin embargo fue mera coincidencia. Ante Bolivia fue un verdadero clásico de la Quinta Región, entre verdes y oro y cielo. Ante Colombia, una oda al colorido, con Ecuador jugando con la amarilla con la franja azul en el pecho, y Colombia con su siempre alabado modelo rojo. El climax lo puso el duelo ante Brasil, el último de la fase de grupos, y con la Verdeamarela buscando la clasificación. Ahí Ecuador salió con camiseta azul y franja amarilla, y con todo el público chileno a su favor, incluso algunos wanderinos que no querían a Brasil en la ronda final. Ver a Ecuador en cancha era ver a Everton de Viña del Mar. “Un merecido homenaje a los ruleteros”, se lee hasta hoy, como si hubiera sido una improvisación de Puma con la delegación ya en Chile. Fue triunfo 3-1 de Brasil y clasificación con suspenso gracias a un tanto de Luiz Henrique.

En lo futbolístico, Ecuador llegó a Chile con Drusan Draskovic en la banca. Entrenador serbio que había arribado en 1988 con 48 años a Ecuador, con la única motivación de sacar nuevos Alberto Spencer, uno de sus ídolos, para el equipo amarillo. No ganó nada, pese a estar en los procesos a Italia 90 y EEUU 94, además de las Copa América 1989, 1991 y 1993. Su mayor logro fue llevar a Ecuador hasta el cuarto lugar en esa Copa jugada en su país. Aún así, casi como un Bielsa en Chile, se le conoce como el padre del nuevo fútbol ecuatoriano.

El serbio ordenó el fútbol ecuatoriano adentro y afuera de la cancha. A varios jugadores los cambió de posición y los dejó ahí para siempre. Recordado es el caso de Byron Tenorio, quien llegó hasta Chile 91 con la 9 espalda por ser un fornido delantero, y terminó jugando toda su carrera como defensor central o lateral, incluido una frustrada etapa en Unión Española. En la Copa América 1993 el fallecido delantero Carlos Muñoz, una de las figuras del equipo, tuvo que ser lateral derecho a pedido del DT, quien además tuvo la fuerza para luchar contra el racismo desde el fútbol y poner a varios afroecuatorianos en el primer nivel, al menos sudamericano. Eduardo Hurtado, Iván Hurtado, Agustín Delgado, entre otros, son algunos de sus hallazgos. A Iván lo pasó de volante ofensivo a defensor central rumbo a EEUU 1994.

En Chile 1991 se la jugó por el portero Erwin Ramírez, un desconocido arquero del Green Cross de su país, que llegó hasta la selección por una lesión de Carlos Morales, de pobre desempeño en la Copa Libertadores 91 ante Colo Colo y Concepción. El portero fue el blanco de las críticas, pero Draskovic murió con la suya, así como Azkargorta con Alex Varas en 1995. El portero poco y nada pudo hacer para ayudar en una clasificación a la ronda de los cuatro mejores en el estadio Nacional. Tampoco pudo homenajear con su camiseta a Jorge Cortés, el arquero de Everton ese año. Los jugadores de campo sí lo pudieron hacer, agradeciendo la hospitalidad del viñamarino y las instalaciones del equipo que dirigía Armando Tobar. En realidad no fue un homenaje, pero no dejen que la verdad mate una buena anécdota evertoniana.

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