En el año 2006, con la renuncia fresca de David Pizarro a la Roja por los problemas de indisciplina rumbo a Alemania 2006, y con el episodio del Dublinazo todavía más fresco, el joven Arturo Vidal daba su primera entrevista a El Mercurio luego de anotarle al Bolognesi por la Copa Sudamericana. “Yo no soy de ir a discotecas”, era el título. Celia, como le decían en esos años por su parecido a Celia Cruz, juraba y requetecontrajuraba que se portaba bien y que estaba enfocado solo en ser titular a corto plazo en Colo Colo. Por ese año era un correcto stopper, ya sea derecho o izquierdo, pese a que la fama de desordenado lo perseguía desde las inferiores. Desde “travieso” cuando era un niño, hasta “salidor” cuando ya coqueteaba con el profesionalismo.
«Yo tenía un plantel espectacular, así que no tenía cabida en mi equipo. En ese tiempo era malo y además desordenado”. La descripción es sobre Arturo Vidal cuando bordeaba los 12 años. Corresponde a Patricio Contreras, su primer DT en la Sub 11 y Sub 12 de Colo Colo, el mismo que ya había encaminado a Claudio Bravo, Matías Fernández y Jorge Valdivia. A Vidal, simplemente, no lo inscribía en los torneos, pero tampoco se atrevía a echarlo. “No tenía el nivel que tenía el resto, no tenía el nivel futbolístico ni físico, porque era bajito. Lo que sí tenía el Arturo, y hasta el día de hoy lo conserva, era la perseverancia. Estaba siempre ahí. No fallaba nunca», rememoraba el entrenador a Emol hace algún tiempo. “Para que Vidal ‘se moviera’ los fines de semana, Contreras lo mandaba a jugar a una escuela llamada ‘La Sudamericana’. Así estuvo prácticamente un año entero”, recuerda la nota. Era un cadete de Colo Colo sin representar a Colo Colo.
A Vidal no lo echaban por esos años porque era simpático. No estorbaba y siempre estaba a disposición. Pedía perdón y lo perdonaban, sobre todo por su buen humor y su esfuerzo. “Pensábamos con el preparador físico y el entorno que no llegaría ni siquiera al primer equipo, nunca”, recordaba el DT Conteras en los días en que el King fichaba por el Barcelona.
A los 15 años Vidal se pegó el estirón, al tiempo de darse cuenta de que el fútbol era la única vía de salida que tenía para él y su familia. Se ordenó en la cancha, hacía lo que tenía que hacer, siendo lateral por esos años. Era el “guerrero” de la Sub 15. A medida que pasaban los años le agarró el gustito a jugar un poco “más bonito” y se movió al centro de la cancha, ya sea como volante de contención o central. Lo de ser agresivo, pero sin pegar, no lo perdió. De a poco se destacó, aunque las ganas de echarlo siempre estuvieron desde diferentes DTs. Seguía siendo muy desordenado.
Otro que se sumó a la “tincada” de no echarlo, pese a los constantes malos ratos que provocaba fue Marcelino Espina, veedor albo en los tiempos de Vidal. “A él lo quisieron echar más de una vez y yo les decía que no, que necesitaba más oportunidades. El jugador que está en el club tiene un trabajo de tres o cuatro años”, argumentaba a los DTs que lo tenían entre ceja y ceja.
Luego, y casi por casualidad, Arturo Vidal defendió a la juvenil de Melipilla, equipo que hasta el día de hoy recibe dineros por los traspasos del King Arturo. La ANFP obligaba a los Potros a tener divisiones inferiores. Y como Melipilla no tenía plata para eso, fue una Escuela de Colo Colo la que jugó en nombre de ellos y así cumplir con el requisito. Vidal rindió y al poco tiempo ya estaba de vuelta en Macul. Justamente fue Marcelo Espina, hijo de Marcelino, el primero que lo hizo saltar a un campo de juego. Fue un 28 de mayo de 2005, por el Torneo de Apertura de ese año. En un empate 2-2 ante Melipilla, el niño Vidal entró por Héctor Tapia a los 82 minutos. Su primera camiseta fue la número 30. Esos casi 10 minutos serían los únicos que jugaría Vidal en ese Apertura. Otra vez a lucharla en las divisiones inferiores, como central, y a cargo de Hugo González.
Para el Clausura 2005 Ricardo Dabrowski volvió a Colo Colo tras seis meses alejado, y apenas llegó hizo un balance de Cadetes. “En juveniles jugaba de central. Me llamó la atención su personalidad, la técnica y su fortaleza física”, contó el Polaco. “Su entrenador, Hugo González, me dijo que era un muy buen central, tácticamente excelente, pero un poco temperamental. Lo cité al plantel profesional y lo llevé al banco en un partido contra Melipilla. El titular, Felipe Muñoz, tuvo un problema en un tobillo y le pregunté si se animaba a entrar”, reveló.
Otra vez Melipilla, una rueda más tarde, se cruzaba en el camino de Vidal. “Me dijo: ‘Sí profe’. Entró como stopper por la derecha. Al primer pelotazo, la bajó de pecho, le hizo una finta al delantero y jugó para un volante”. Celia ya tenía cositas del King, pero se repetiría la historia. Solo un partido, con la 30 en la espalda, y otra vez ante Melipilla, esta vez en el Roberto Bravo Santibáñez.
Para el 2006 ya llegaría Claudio Borghi para jugar Libertadores. Pese a tener un gran plantel, Arturo Vidal alcanzó a entrar entre los 25 inscritos para la Copa. La numeración era del 1 al 25. Suazo cedió su 26 para inscribirse con la 16, mientras que Villarroel dejó la 27 para jugar con la 15. Al 30 Arturo Vidal le gustaba la 14, pero la tenía Matías Fernández. Al final optó por la 23 que había dejado Héctor Tapia. Quería acostumbrarse a ganar con el 23. A la 30 no volvería más.
Ese Apertura 2006 Arturo Vidal solo jugaría tres partidos. Era el séptimo defensor tras Henríquez, Riffo, Andrés González, Mena, Miguel Aceval, y Celso Ayala. Los albos serían campeones en la recordada final ante la U y para el segundo semestre se vendría la Sudamericana y el Clausura. Claudio Borghi perdería a Celso Ayala y debería buscar reemplazante. Ahí se produjo el diálogo que, en cierta medida, hizo despegar la carrera de Vidal.
El Bichi juntó a Henríquez, Mena, Kalule, Sanhueza y Riffo y les comentó que saldrían en busca de un central. El capitán David Henríquez tomó la palabra y dijo lo que el Bichi quería escuchar. “Pero si tenemos a Vidal poh, profe”. Tras eso el discurso del DT ya estaba preparado y hasta el día de hoy lo recuerda: “Esperaba que me dijeran eso, pero Vidal ya era medio cancherito y lo puteaban mucho”, contaba el Bichi. “Perfecto, dije que lo ponía, pero que no lo huevearan. Sabía que si lo ponía, lo hueveaban. Era cancherito, le iban a decir ‘cabro huevón, tal por cual’. Y ahí empezó a jugar. Tenía condiciones, pero el gran mérito es que el equipo lo entendió cómo era. Vidal no es así de ahora, es así de siempre”.
En ese Clausura 2006 Arturo Vidal jugó 16 partidos y recibió 8 tarjetas amarillas. Otra vez fue campeón y entre medio jugó la Sudamericana donde le convirtió un golazo de cabeza al Bolognesi de Perú, que le dio el paso a Colo Colo a los octavos de final del torneo del que jugarían la final. Dio su primera entrevista a El Mercurio, hito con el que terminaba su etapa de desconocido juvenil, etapa que lo cobijó con la 23, pero también con la 30 durante todo el 2005.
“No me gustan las discotecas”, fue su primer titular. Eso porque ya se había ido el brasileño Leandro: “Él tiene una tía brasileña y nos hicimos cercanos. Era un joven promisorio en ese momento. Me acuerdo de que como yo era extranjero, ganaba más plata que Vidal. Lo invitaba a salir, lo llevaba a boliches”, descía hace poco el brasileño. Qué bruto Leandro, a Arturo no le gustaban las discotecas.