“Campeón en la quiebra el 2002”. Ese puro calificativo deja un peldaño más arriba a varios exjugadores de Colo Colo en relación a sus colegas de años anteriores y posteriores. Los pone casi al nivel de los campeones de la Libertadores 1991. Es que el 2002 fue un año difícil, supimos lo que era un Síndico de Quiebras, conocimos a Helga Marchant, aguantamos a Juan Carlos Saffie, quien luego se hizo dirigente deportivo, nos interesamos en la Colotón de Tomás Cox y descubrimos a varios jóvenes de Colo Colo, esos que en otras circunstancias no hubieran tenido tan rápido una chance en el primer equipo.
El 17 de diciembre de 2001 Jaime Pizarro firmó como DT de los albos tras la renuncia de Roberto Hernández por los problemas económicos. El plan del Kaiser era bajar la planilla y limpiar el camarín de algunos veteranos, como el Rambo Ramírez, Claudio Arbiza, Fernando Gamboa, Juan Carlos González, Marcelo Miranda, José Luis Sierra, Gabriel Mendoza, Marcelo Peña, Carlos Reyes, Lopresti, Guajardo, Salinas, entre otros. Sueldos altísimos que apuraron la mala situación del club más popular de Chile. Ya terminando el 2001 no había agua para ducharse, ni luz, y la histórica sede de Cienfuegos estaba “secuestrada” por no pago.
La idea de Pizarro, incluso antes que se decretara la quiebra el 23 de enero del 2002, era que el equipol fuera Héctor Tapia, con contrato vigente, y diez más. Del plantel del 2001 le gustaba Lobos, Henríquez, Raúl Muñoz, Villaseca, Espina, Mario Cáceres, el Chamagol y un joven Miguel Riffo, quien había debutado en gran nivel. Todos decidieron quedarse, salvo Villaseca. Por ese entonces seleccionado chileno, negoció con la UC de Olmos, pero finalmente hizo las maletas y partió al Spartak de Moscú, una aventura que terminaría mal. Ya en marzo estaba de vuelta en el país.
Con la quiebra decretada, y sin dinero para contratar, el plan de “Héctor Tapia y 10 más” tomaba más forma aún. Tito había sido goleador del equipo el 2001, y el 2002 iba a ser el capitán por sobre Marcelo Espina y Marcelo Barticciotto, quien permanecía en el plantel, pero que no iba a ser titular. Con la 23 en la espalda, Tapia lideró al equipo en los primeros amistosos del año. Era la cara del “Nuevo Colo Colo”, el primero de la fila con la camiseta “A morir por el Colo”.
Cuando Jaime Pizarro llegó al club solo le interesaba repatriar a Alonzo Zuñiga desde el campeón Wanderers. Luego, con la urgencia, terminó aceptando el regreso de Víctor Loyola desde Unión Española, Luis Mena desde Puerto Montt y de Rodolfo Madrid e Ignacio Quinteros de Temuco. Del plantel del año anterior le dio confianza a Leal, Aceval, Chocolito Fernández, Gonzalo Fierro y Claudio Bravo. Seguían en el plantel, pero con la misma escasa consideración, el lateral Gino Reyes y el delantero Juan Cabeza. Desde la serie juvenil se sumarían Jorge Valdivia, Enzo Vera, Gonzalo Pérez y Julio Martínez.
Con un plantel joven, pero numeroso, a Pizarro le faltaba solo un volante para suplir a Villaseca. El elegido sería Joel Reyes, quien llegaría desde Santiago Morning. Luego, representantes acercaron a Ricardo Queraltó y Francisco Huaiquipán. El primero pasó sin pena ni gloria, mientras que el segundo llegó para ser suplente de Espina, pero terminó quitándole el puesto a Leal como lateral-volante derecho. Para relevar al Cabezón llegaría luego Vicente Principano, otro con un paso para el olvido.
El plan de Pizarro estaba andando. Lobos; Mena, Henríquez, Riffo o Aceval; Leal, Reyes, Muñoz, Zuñiga; Espina; González y el capitán Tapia sería su equipo ideal. Pero no. La cosa aún podía empeorar tras la quiebra. El 6 de febrero, tras varios partidos amistosos donde el equipo se vio muy bien, Héctor Tapia, líder y capitán del equipo en la quiebra, decidió dar un paso al costado a pedido de su padre, quien no había llegado a acuerdo con Dragicevic y Saffie. El club le debía cuatro meses de sueldo y le estaba exigiendo una rebaja del 70% de su salario 2001.
Tapia se marchó del club acogiéndose a una disposición Fifa por incumplimiento de contrato y dejó el plantel sin goleador ni capitán a pocos días del inicio del Torneo chileno y con el libro de pases en Europa ya cerrado. Como a fines de 1998, cuando se fue unos meses del 99 a la UC antes de dar el salto al Perugia, otra vez el dinero y el fracaso de las negociaciones entre su padre y el club lo alejaban de Macul. Esta vez, sí, la razón era mucho más entendible. Tito había hecho todos los esfuerzos económicos, pero el elástico no se podía estirar más. Tapia definitivamente no iba a liderar al “equipo de la quiebra”. Semanas después llegaría Nicolás Tagliani para suplir su partida, otro que correría la suerte de Queraltó y Principiano.
El goleador de Colo Colo 2001 se iría a entrenar a Palestino gracias a la amistad que tenía con Fernando Carvallo desde la UC 1999. Finalmente se quedaría jugando algunos meses en La Cisterna, pese a haber sido uno de los mejores del año anterior. La info que rondó en esos días era que, contra el tiempo, terminó aceptando menos de lo último que le ofreció Colo Colo. En Palestino haría un campañón junto a Rodrigo Ríos y Esteban Valencia, y en junio ficharía en el Lille de Francia, básicamente por la campaña hecha en Colo Colo 2001.
La ida de Héctor Tapia abrió nuevas historias albas. Sebastián González se destapó como goleador del equipo e Ignacio Quinteros entró en el once titular, pese a que el primer señalado para reemplazar a Tito era Mario Cáceres, promesa del club, al que se le podía sacar mucha plata en una futura venta. Nachito comenzó jugando debido a algunas molestias del Petrolero y no salió más del equipo. Tras ese torneo de Apertura se iría Chamagol y llegaría Manuel Neira. Manolete junto a Quinteros sería la recordada dupla de los campeones en la quiebra.
Además, tras la partida de Tapia, Marcelo Espina se calzaría la jineta de capitán y comandaría al equipo hasta las semifinales del Apertura y al ya mencionado título del Clausura. Si ya era ídolo, ahora subiría varios pedestales hacia el Olimpo albo. Lo mismo para Mena, Riffo, Aceval, Madrid, Leal, Huaiquipán y Sebastián González, quienes en otras circunstancias no hubieran logrado la continuidad que tuvieron ese 2002. Lucho también está allá arriba entre los inmortales de Colo Colo. A ver que hubiera pasado si no agarraba camiseta ese año tras un casi olvidado año 2001 en Puerto Montt.
Lo cierto es que hoy los hinchas albos recuerdan el título de diciembre ante la UC, ya con Millape y Neira, tanto como la emotiva campaña del Apertura, la de Lobos; Mena, Henríquez, Riffo; Huaiquipán, Reyes, Muñoz, Madrid; Espina; González y Quinteros. Ahí debió haber estado Héctor Tapia como referente y capitán. Se lo perdió no más. Hoy estaría unos escalones más arriba.