En Chile le teníamos fe a Gustavo Poyet. En Inglaterra se hablaba que era cosa de tiempo para que llegara a dirigir al Chelsea, como lo hizo Frank Lampard, Roberto Di Matteo, Gianluca Villa o Rud Gullit, todos excompañeros suyos en los Blues. Se destacó dirigiendo en equipos menores de Inglaterra, sin grandes pretensiones. Les gustaba jugar de chico a grande. Se paraba bien atrás, le gustaba el contragolpe. Así lograba resultados. Es una forma que gustaba en el Chelsea, desde Ranieri a Mourinho.
Dirigió en la Premier League, en la Liga de España, en Francia, en Grecia y en China. No siempre le fue bien, en realidad fueron las menos. Igual tenía eso de DT europeo, pragmático, de plantarse frente a equipos gigantes de las Grandes Ligas de Europa. Cuando Universidad Católica lo contrató pensando en la Libertadores, sabía que se estaba trayendo un Beñat San José y no un Ariel Holan. Al final no fue ni lo uno ni lo otro. Ambos se destacaron más allá de los esquemas, por ser resultadistas, al menos en el campeonato chileno. A Poyet ahora solo lo está salvando la irregularidad del Torneo Nacional, donde nadie quiere ser puntero.
No le alcanza a Poyet con su estilo europeo. Llegó opinando que en Chile se le reclamaba mucho a los árbitros, y terminó siendo el que más. Gruñón, cascarrabias, de pelear con los periodistas. De hacer tres cambios de una, que no le resultan. Le quitó confianza a Ignacio Saavedra, a Valber Huerta, Clemente Montes y Gastón Lezcano. No considera a Diego Buonanotte, a quien conocía desde Grecia y sabía que lo tenía en el plantel al momento de firmar. Con él, Raimundo Rebolledo y José Pedro Fuenzalida bajaron su nivel. Lo mismo Parot, lo mismo Aued. Al zurdo Leiva lo trajo como el mejor mixto del fútbol chileno, y en la UC lo pone de todo. Ha jugado de lateral, puntero, de volante bien abierto por la izquierda. A ratos, eso sí, al DT los jugadores no lo ayudan mucho.
Arriba se la jugó toda por Diego Valencia. Lo pone por la derecha, por la izquierda, las menos por el centro. Sería un reemplazante de lujo de Fernando Zampedri o una buena opción para terminar jugando con dos nueves grandotes. Pero no, los desgasta a ambos en el partido, juegan al sacrificio y pierde muy buenas variantes de especialistas por la orilla. Con el delantero argentino peleó varias veces. En cancha y en camarines. Algo tiene Poyet que no gusta. Algo tiene su cuerpo técnico que no agrada. Algo hay en el trabajo físico que se rompen récord de lesiones. Desgarrador.
Poyet ya no tiene Copa Chile ni Copa Libertadores. Le queda el Torneo Nacional sin siquiera haber encontrado un equipo base después de largos meses de trabajo. No hay ni un solo lateral que se sienta titular. No hay ni un solo puntero que se sienta titular. No hay ni un solo interno que se sienta titular. El estilo europeo que conocíamos era saberse el equipo de memoria. Tras la eliminación ante Palmeiras le echó la culpa al nivel de la liga chilena. Se le acaba el margen a Poyet, como ya se le acabó el margen para dirigir al Chelsea, a un buen equipo europeo o simplemente al tricampeón de Chile. No era lo que creíamos.