Era el martes 22 de marzo de 1994 y el destino tenía al zurdo quillotano Marcelo Álvarez encarando a Jocelyn Angloma, lateral derecho de la selección francesa. Si lograba pasar, se le cruzaba Alain Roche. Si se cambiaba de lado, tenía que ir contra Marcel Desailly y Bixente Lizarazu. Desde la zona media era Diedier Deschamps quien bajaba a ayudar. Fue un amistoso entre la Roja y Francia en Lyon, el debut de Mirko Jozic con la selección chilena.
El DT croata había hecho una nómina con solo jugadores del medio local, más Fabián Estay del Olympiakos. Bueno, no había mucho más. Para el duelo con Francia se sumaría Iván Zamorano desde el Real Madrid, quien luego no viajaría a Asia para los otros dos amistosos de la gira ante Arabia Saudita. El croata, fanático del juego por las orillas, había nominado a Miguel Latín, Cristián Castañeda, Fabián Guevara, Raimundo Tupper, más los delanteros Rodrigo Barrera, Pedro González y Marcelo Álvarez para que cumplieran la función que en Colo Colo tenían Mendoza, Pizarro, Adomaitis, Yáñez, Rubio, Barticciotto, entre otros.
Marcelo Álvarez podría ser considerado parte de la generación pérdida de 1994. Cual Marcelo Salas y Rubén Martínez, era otro zurdo que había debutado con un gol en la selección chilenal. Fue el 13 de septiembre de 1988 en un amistoso ante Ecuador en La Serena, triunfo 3-1 de la Roja. Ese 1988 deslumbraba en Fernández Vial, tras jugar en San Luis y Wanderers, y sumaría seis partidos con la Roja entre la Copa Boquerón, la Copa del Pacífico y la Copa Juan Pinto Durán. En 1989, ya en Cobreloa, sumaría otros tres partidos. Un amistoso en Guayaquil y la Copa Centenario de Armenia en Colombia.
No estaría en la Copa América 1989, ni en los procesos para la de 1991 ni la de 1993, pero en 1994 volvería a la Roja de la mano de Mirko Jozic. Sería el primer cambio en Francia, entrando en el minuto 59 para reemplazar a Raimundo Tupper y hacer trío de ataque con Pedro González y Bam Bam, quien en ese partido demostró que estaba varios peldaños arriba de sus compañeros de selección, pese a que en el Real Madrid venía de una sequía terrible que rompió con un golazo frente a Bernard Lama. Fue 3-1 para los franceses, el debut de Marcelo Álvarez en Europa.
En el mundo del fútbol lo conocían como Papelucho, sus amistades le decían Pelao, pero no eran pocos lo que lo llamaban Hijo del Viento y lo echaban a competir con Franz Arancibia por su gran velocidad con balón dominado. Álvarez era zurdo, rápido, encarador, y con mucho gol para ser puntero. El Fantasma Figueroa se hizo millonario aprovechando los desbordes de Álvarez entre 1991 y 1993. Juntos fueron campeones en 1992, en un equipo lleno de zurdos como Juan Covarrubias, Héctor Puebla, Marcelo Miranda, Camilo Pino y Marcelo Álvarez. Papelucho jugaría 23 partidos y haría seis goles en el título del equipo de José Sulantay. En 1993, para ser considerado por Jozic en su primera nómina de 1994, hizo nueve goles en 24 partidos.
En la gira por Asia Marcelo Álvarez jugaría su último partido de la Roja. No ingresaría en el primer amistoso ante Arabia Saudita el 26 de marzo, pero sí sería titular y el único delantero para el duelo de tres días después. Jugó 45 minutos y fue reemplazado por Luka Tudor en el entretiempo. Fue 2-2 final, el final del paso de Papelucho por la selección, quien no estaría en el proceso de Xavier Azkargorta rumbo a la Copa América de 1995.
Estuvo en Cobreloa hasta 1995 y en 1996 se dio en Temuco la dupla que todos querían ver en la primera mitad de los 90. Franz Arancibia seria el puntero derecho y Marcelo Álvarez el puntero izquierdo. Lamentablemente el centrodelantero Miguel Ángel Aamaya no ayudó mucho y los albiverdes terminaron pasando aprietos en la liguilla de promoción que le ganó a Cobresal. Ese 1996 Álvarez hizo cuatro goles en 24 partidos y Arancibia 6 en 25.
Tras Temuco 96 volvería a Cobreloa en 1997, ascendería con Santiago Morning en 1998 y se retiraría del fútbol con 32 años. Pero no, en el 2000 lo llamarían desde San Felipe y ahora sí colgaría los botines en Everton el 2002. Es que lo buscaban cada vez que necesitaban un delantero rápido por las orillas. Con 11 partidos por la Roja y un título con Cobreloa tenía experiencia de sobra. Era el rendidor Papelucho, Pelao o Hijo del Viento.