El arquero – líbero

Deben ser los que más se putean durante un partido y los que mejor se llevan fuera de la cancha. Entre el arquero y el líbero debe existir una relación casi sentimental. La gran virtud de Colo Colo 1991 terminó siendo la gran deficiencia de Chile en la Copa América de ese año. No porque Patricio Toledo fuera menos arquero que Daniel Morón, sino porque el porfiado Arturo Salahdesistió de los rombos perfectos de Mirko Jozic y se la jugó por su clásico 4-4-2. La expertiz de Lizardo Garrido como líbero se perdió y terminó siendo central en línea de 4 con Mendoza, Ramírez y Margas.

Morón y Garrido se llevaban a la perfección. Tras cada gol de Colo Colo las miradas de los hinchas se iban hacía la otra área para ver el salto del Loro y el Chano. La relación que comenzó a fines de los 80, se intensificó en los primeros dos años de los 90 y se rompió en 1993 cuando el defensor se fue al Santos Laguna de México. Allá se retiró. 

Garrido era un crack. Ha sido uno de los mejores laterales derechos del fútbol chileno y también uno de los mejores líberos. Morón para qué decir. Sus atajadas ante Universitario y Boca Juniors se recuerdan tanto o más que los goles de Espinoza, Mendoza o Dabrowski en esa Copa Libertadores obtenida. 

Tras la partida de Garrido, Jozic intentó con Javier Baena. Pese a que fue campeón, todavía se le recuerda, injustamente, como un paquete albo. El 93 con pelo largo, el 94 con pelo corto, se las arregló para ser titular, pero no para trascender. Los goles del Coke Contreras el 93 y los de Toninho el 94 ya no se celebraban en el área de Morón. Coincidencia o no, desde que se fue Garrido, el Loro comenzó a perder terreno ante el Rambo y terminó yéndose el 95, cortado y todo. Al Loro no le faltaba un líbero, le faltaba el Chano Garrido. La mitad más uno del arquero líbero.