Mejor ni acordarle. Sergio Salgado dice que si hubiera sabido que Colo Colo iba a terminar siendo campeón de América de 1991 no se hubiera ido al término de la fase de grupos, aunque no hubiera actuado ningún minuto. Probablemente hubiera jugado, y mucho. Había llegado en 1989 desde Cobresal para ser bicampeón y era uno de los tantos delanteros que tenía Mirko Jozic para la Copa Libertadores. Delanteros que fueron cayendo en el camino hasta terminar con los improvisados Gabriel Mendoza y Lui Pérez jugando el partido final. “Ahí debería haber estado yo”, recuerda Salgado, quien vio a la distancia a sus compañeros de solo semanas atrás levantando la Copa Libertadores de América.
En abril de 1991 Salgado ya tenía 32 años y en septiembre cumpliría 33. El DT Mirko Jozic hablaba seguido con su compatriota Andrija Percic, quien había llegado hasta Antofagasta para pelear cosas importantes. Había llevado al seleccionado Marco Cornez, a Juan Carlos Letelier, Juvenal Olmos, el experimentado argentino Jorge Remigio Pautasso, entre otros. A ese proyecto le faltaba un 9 y el apuntado era el Negro Sergio Salgado, acostumbrado a hacer goles en el Norte.
Jozic y Percic guiaron ese traspaso. Salgado no había querido irse en enero para jugar la Copa Libertadores, pero en abril había una oferta jugosa y concreta sobre la mesa. “Tenía casi 33 años y podía ser el último buen contrato de mi carrera. Lo pensé mucho, pero terminé yéndome. En Colo Colo estaba Dabrowski y Martìnez en mi posición, y otros tantos delanteros o jugadores que podían ser delanteros”. cuenta Salgado, quien en esa Libertadores alcanzó a jugar cuatro partidos de primera fase e hizo un gol de penal a Barcelona de Ecuador. Sí, tiraba penales en un plantel de varios especialistas. Igual prefirió irse.
En Antofagasta hizo 8 goles en 21 partidos, fue a la Liguilla de Copa Libertadores y en 1992 firmó por la Universidad de Chile. Le estaba yendo bien, pero no lo podía creer cuando veía que Colo Colo era un festival de lesiones y suspensiones de los atacantes. Eso gatilló que desde Macul lo contactaran para que fuera a jugar la final. Aparentemente podía. Seguía en la lista de la Copa Libertadores por una inscripción de Agustín Salvatierra que no prosperó, pero de igual forma necesitaba de un “papeleo” que podía arriesgar una pérdida de puntos. “Estuve a punto de ir a jugar la final. Me tenían que mandar los pasajes y hacer todo un enredo, pero yo estaba inscrito para jugar. Yo estuve a punto, pero optaron por el Chico Pérez”, recuerda Salgado.
Ese 5 de junio vio la final en Antofagasta, por televisión. Pérez, improvisado centrodelantero, había sido la figura en la posición que Salgado dominaba a la perfección. Pudo haber estado ahí, pero la amistad entre dos entrenadores croatas lo llevó de vuelta hasta el Norte. Igual es campeón de América. Hizo un gol en esa Copa, uno más que el Pato Yáñez.