Nacho Saavedra ya abraza al ídolo

Post Lepe, Mirosevic, Álvarez y Medel, el Nacho Ignacio Saavedra pareciera ser el elegido. Futbolista atípico, con pocas visitas al peluquero y a los tatuadores. No debería importar, pero sirve para diferenciarlo de varios de sus contemporáneos. Activo en el Estallido Social, desafiando a sus empleadores en la foto oficial del título 2019 tapándose un ojo en homenaje a los baleados por el Estado. Recuperado de una grave lesión antes de los 20 años, titular indiscutido de la UC antes de los 21. Problema resuelto con los minutos de juveniles en cancha. No cualquier equipo grande puede decir lo mismo.


De Saavedra hay imágenes desde que era pequeño. Desde que le decían el Diego Buonanotte cuando apenas se empinaba por los 11 años. Hoy es su compañero al que le cubre las espaldas. En Madrid, España, representó a Chile en la Copa Danone, una especie de Mundial Sub 12 que la Fifa no tiene. Jugaba por Colo Colo, equipo que se había ganado el derecho a jugar como Chile en el Mundial, así como Barrabases. Saavedra no era el capitán, pero era el líder. Pintamonos, el alma del equipo que capitaneaba Benjamín Jerez. Era el más Pelusa, pero en la cancha del Santiago Bernabéu se transformaba. Hacía goles, estaba arriba y abajo, en una edad donde lo que importaba era seguir la pelota más que estar ordenado, como lo hace ahora. Chile fue tercero esa vez, frente el anfitrión del torneo Zinedine Zidane. A él le dio un abrazo del alma cuando terminó el campeonato. No lo podía creer. Estaba con uno de los mejores jugadores de la historia, el 5 del Real Madrid.

Hoy él juega de 5. Bueno, de 6 en Chile. Pero usa la 8. Se para delante de los defensas y atrás de los conductores. Para llegar ahí primero se retiró post Colo Colo, y en la UC lo convencieron a los 13 años. La madurez le llegaba rápido, hoy lo demuestra en cada frase y también en cada jugada. Cuesta saber qué equipo le gusta realmente, pero defiende a la UC como ninguno. No se quiere ir aún, desea triunfar en Universidad Católica, el equipo que lo reencantó tras irse de Macul siendo tercero del mundo. Con la UC al poco tiempo ya estaba en la Roja Sub 17 y disputó el Mundial de la categoría en 2015. Es que el cabro es bueno.


Hoy es de los mejores jugadores del fútbol chileno. Táctico, ubicado, dentro y fuera de la cancha. Tiene solo 21 años, pero juega como uno de 30 o más. Al DT Reinaldo Rueda no le agrada para la Selección. Prefiere a Tomás Alarcón, Rodrigo Echeverría, Lorenzo Reyes o Claudio Baeza en esa posición. Cosa de él, más lo disfrutan en la Precordillera. Tampoco lo quisieron en el Preolímpico argumentado que estaba “convaleciente”. Al mismo tiempo ya jugaba por la UC en los partidos del verano.


Ante River Plate de Uruguay por la Sudamericana fue el mejor del partido. Se sacrifica para que los de arriba jueguen. También lo hace en silencio fuera de la cancha, aportando en causas benéficas sin hacer estridencias. Así mismito es en la cancha, y así también lo hace ante los micrófonos. No lo van a escuchar pidiéndose en la Roja. Las cosas llegan solas, como el cariño transversal que ya tiene entre los seguidores de su equipo. La hinchada que lo abraza, como él abrazó a Zidane.