La loca temporada de La Serena 1995

Borrosa, como la foto que acompaña a esta crónica. Así fue la campaña de La Serena 1995. Usó 29 jugadores en el torneo nacional, otros tantos en la Copa Chile, tuvo tres técnicos, jugaron 9 delanteros e inscribió a cinco extranjeros. Contrató a una vieja gloria del fútbol chileno y se fue. Contrató a una vieja gloria del fútbol paraguayo y se fue. Por diferencia de goles, 10 más que Huachipato, fueron penúltimos con 32% de rendimiento. Se fueron a la B junto con el Everton de Marco Cornez, Ramiro Castillo y el brasileño Mendonca.

Si Claudio Bravo, Arturo Vidal o Alexis Sánchez decidieran volver a jugar algún día al fútbol chileno, se pondrían a la altura de un exjugador de La Serena de 1995. Con 37 años el paraguayo Julio César Romero aceptó el llamado del DT Guillermo Yávar y llegó a la Cuarta Región para ser uno de los reemplazantes de dos extranjeros que no habían rendido en la Copa Chile: El conductor Daniel Bini y el delantero Esteban Mendoza. Al primero aún se le recuerda de buena forma en Tucumán, del segundo solo hay registro en la Todo Fútbol 95 de la Don Balón.

Romerito, al igual que Bravo, Sánchez y Vidal, había tenido un paso por el Barcelona de España. Era el elegido para ser el 10 del Barcelona de Joan Cruyff en la temporada 1988-1989. Luego, la llegada de Michael Laudrud, en épocas donde el cupo de extranjero jugaba un rol primordial en Europa, lo alejó de los culés. Había llegado tras cinco grandes años en el Fluminense de Brasil. Tras el Barcelona se fue al Puebla de México, donde comenzó el descenso de su carrera. Antes había sido el mejor jugador sudamericano de 1985 y mundialista de México 1986, donde anotó dos veces. Pese a ser más volante que delantero, hizo más de 400 goles en su carrera. Con ese currículum llegó a La Serena en 1995. Hizo un gol en tres partidos y decidió irse cuando despidieron a Guillermo Yávar en la fecha 9. Mala onda. Había dejado botado al equipo y al compatriota con el que llegó.

Es que junto a Romerito había arribado otro paraguayo: el grandote Félix Torres. En 1995 firmó con 31 años en La Serena. Había actuado en equipos grandes de Paraguay, en España, en los Tigres de México y en Argentina. En poco tiempo se convirtió en goleador histórico de Mandiyú de Corrientes, lo que le valió un traspaso a Estudiantes de La Plata primero, y a Racing de Avellaneda en 1992. Ese fue el último club importante en el que estuvo antes de peregrinar por Platense, Deportivo Morón y quedar inactivo. En 1995 llegó a Chile convencido por Romero y por Yávar. Los dos se fueron a los pocos meses, pero él decidió quedarse. “Cuando llegó el paragua Félix Torres venía de una inactividad larga, con ganas más de retirarse que de seguir jugando. Había sido goleador absoluto de Mandiyú de Corrientes en Primera A del fútbol argentino. Llegó con sobrepeso y bastante desmotivado. Pero en los tres últimos meses de 1995 se puso las pilas, entrenó duro, bajó de peso y comenzó a mostrar algo de su poderío en el área. Al cierre del año, volvió a Paraguay. Fichó en Olimpia, donde otra vez fue goleador del equipo. salió campeón, jugó Copa Libertadores y fue nominado a la selección de su país rumbo a Francia 1998 con casi 34 años”, recuerda su excompañero Marco Sulantay, quien fue inscrito en el plantel junto con el arribo de su padre José Sulantay a la dirección técnica. Entre Yávar y Don José había estado dirigiendo interinamente Alex Castillo.

¿Cuándo volvió a ponerse las pilas el paragua Torres? Cuando le llegó otro paraguayo. El DT Sulantay no contento con los rendimientos de los arqueros Gerard Rehier y Quemel Farías decidió traerle un doble a este último. Se trataba del paraguayo Ubaldo González, también de bigotito, y de dilatada experiencia en su país. A pesar de todo atajó bastante, no lo suficiente para salvar al equipo del descenso. Fue clave para re motivar a Torres. “Félix quedó sólo. Pero a los meses le llegó un compatriota, el arquero Ubaldo Gonzalez. Buen jugador también. Obviamente hablaban en guaraní entre ellos. La sorpresa fue cuando Ubaldo hablaba en español…tampoco se le entendía nada”, cuenta Sulantay Marco, no Sulantay José.

Hablando de José, otro “que llegó y se fue” fue el delantero Juan Carlos Letelier, histórico ariete de la Roja, con exitosos pasos por Cobreloa, Colombia, México, Brasil y Perú, autor de un golazo olvidado en España 1982. De los mejores delanteros sudamericanos de los 80. En esa década ya había estado en La Serena en 1989 y algo del 90, y en 1995 quiso venir a dar una ayudita. De ayuda, nada. Pese a jugar 22 partidos, solo anotó una vez. ¿Otros delanteros de ese equipo? Yerko Gálvez, Eugenio Julio, Eric Lecaros, Álvaro Vergara, Germán Osorio y Juan Castillo. Más atrás estaban los jóvenes Francisco Pinto y Marcelo González.

Ese equipo de La Serena 1995 tenía además al argentino Luis Carlos Robles y a Eduardo Gómez en defensa. En el medio estaba Orlando Mondaca y César Marín, quien en 1994 había estado todo el año en el primer equipo de Católica compartiendo con Gorosito, Acosta, Charly Vázquez, Lepe, Parraguez, entre otros. En La Serena al poco tiempo, y siendo muy joven, ya era capitán. Hoy es considerado uno de los históricos del club. Otros que vivieron el descenso: El Limache Juan Luis González, el central Alex Silva, Marcelo Gutiérrez, Omar Gómez, hermano del Mocho, y Jaime Torres, un buen lateral que había llegado a préstamo desde la U, también de lo mejorcito de ese segundo semestre.

Era el equipo de La Serena de 1995, que pensó que no echaría de menos a Carlos Barraza y Juan Quiroga, quienes habían sido las figuras de 1994 y se habían ido a la UC y a la U, respectivamente. Los quisieron reemplazar con jugadores “grandes”. Grandes de edad, como Romerito y Letelier, y grandes de porte, como Torres y Ubaldo González. La apuesta no le resultó y se fueron a la B, «ayudados» también por un empate que concedió Coquimbo como local, en la última fecha ante Huachipato. En 1996 volverían rapidito. La revancha de Marín, Gutiérrez, Pinto, el Limache, Marcelo González, Luis Carlos Robles y Quemel Farías. Quemel, en La Serena siempre estaba Quemel.