Qué falta de respeto. La semana pasada, antes del clásico entre Colo Colo y la UC, en Canal 24 Horas recordaban partidos históricos entre ambos equipos. Se remontaron hasta la primera final del Apertura 1997 y con muchos problemas Manuel de Tezanos Pinto y Pablo Ramos hablaban sobre las imágenes de archivo. Reconocían fácil a Sierra, Espina, Reyes, entre otros, pero con Juan Carlos González no pudieron nunca. “Ahí vemos una falta de Juan Luis González”, dijo Tezanos. “Se salvó de la roja Juan Luis González”, replicó Ramos. Ni ellos fueron capaces de corregirse, ni la voz en off, ni sus amigos de WhatsApp, ni los comentarios de Twitter. Juan Carlos González era para todos ellos un defensor tristemente olvidado.
Antes que Matías Fernández, Rodrigo Millar, Martín Rodríguez o Pedro Morales, el primer gran 14 de los albos en los últimos 20 años fue el defensor formado en Unión Española. En 1996 se impusieron los números obligatorios y el Karateka se quedó con la que se convertiría en una histórica camiseta en el popular.
Antes de llegar a Colo Colo a comienzos de 1996, “JuanCa” había sido volante de contención, líbero y stopper en los hispanos. Pese a ser diestro, fue el stopper izquierdo de Nelson Acosta en la Unión Española que llegó a cuartos de final de la Libertadores de 1994. El líbero era Mario Bruno Lucca.
En Colo Colo se adueñó de la titularidad apenas llegó. Fue junto a Pedro Reyes la dupla titular de Gustavo Benítez en el centro de la defensa en 1996 y 1997, años de recordadas participaciones internaciones del equipo blanco y de dos títulos nacionales. González siempre fue un pilar en la defensa. En el primer año, incluso, Reyes y González alcanzaron a coincidir con Javier Margas antes que se fuera al América de México. El Cabezón fue relegado a la banda izquierda para jugar de lateral. Lo de Reyes y González era cosa seria.
Ese mismo año 1996, González llegó a la Roja y fue uno de los defensas que más actuó rumbo a Francia 1998. Durante la primera rueda muchas veces fue llamado él y no Pedro Reyes. Claro, Nelson Acosta lo conocía desde mucho antes y sabía que le rendía, sobre todo en partidos de visitante.
Lo de González era promisorio. Iba camino a convertirse en histórico de los albos y postulante seguro a estar en el Mundial de 1998, pero hubo dos cosas que atentaron sobre su carrera. La primera ocurrió en la recta final rumbo al Mundial galo. Antes del partido como local ante Colombia en Santiago los cuatro jugadores albos nominados a la Roja (Reyes, González, Sierra y Vergara) no llegaron a entrenar a primera hora y solo lo hicieron en la tarde, debido a un conflicto entre la selección y Colo Colo. Nelson Acosta tomó de inmediato la decisión de dejar a los cuatro fuera del plantel y muchos jugadores de la U se adueñaron de la titularidad. Cristián Castañeda, Ronald Fuentes, Javier Margas y Miguel Ponce eran los fijos de la defensa. Pedro Reyes y Juan Carlos González deberían esperar una nueva oportunidad. La oportunidad llegó solo para Reyes, stopper derecho en el duelo de visita ante Uruguay, el partido que catapultó al trío de centrales inamovible hasta Francia 1998: Reyes, Fuentes y Margas.
Luego de eso Miguel Ramírez se reconciliaría con Nelson Acosta y se convertiría en el primer suplente. Detrás aparecían Ricardo Rojas, Luis Fuentes y Rafael Olarra. La historia de Juan Carlos González y la selección se había terminado tristemente.
Juan Carlos González seguía siendo un referente en los albos, pero las lesiones comenzaron a aparecer. Desde fines de 1997 comenzó a faltar en muchos partidos y Raúl Muñoz tomó su lugar en dupla con Pedro Reyes. En 1998 aparecieron Pablo Contreras y David Henríquez, ayudados por el líbero Reyes. González seguía luchando con su lesión. Volvía y nuevamente se resentía.
Casi simultáneamente con su primera lesión apareció Pablo Contreras. El joven defensor debutó, agarró titularidad, se convirtió en figura y partió al Mónaco de Francia, todo en menos de dos años. Esos 24 meses González los pasó luchando contra sus problemas físicos.
Pese a eso, todos los DT armaban su plantel de comienzos de año con González como titular. Lo hizo Benítez, Nelsinho y Fernando Morena. Por condiciones y liderazgo, él debía ser el líbero del equipo con Pedro Reyes o sin Pedro Reyes en el plantel. Pero González no pudo más. Entre el Clausura de 1997 y el Torneo 2000, el Karateka no pudo jugar más del 50% de los partidos. El 99 estuvo en 25 juegos, pero a Colo Colo le fue pésimo. El 2000 otra vez a sufrir con las lesiones, con solo 11 partidos en cancha. El martirio debía terminar.
A fines de 2000, con una gran deuda y justo a un año de la quiebra alba, González tomó la decisión de dejar el fútbol. Su carrera había sido corta, pero con peaks de rendimientos muy altos. Mientras estuvo bien fue figura, marcó a monstruos del fútbol chileno y del continente, fue campeón y llegó a cuartos y semifinales de torneos internacionales, anotó goles importantes y ayudó a la Roja a clasificar a Francia 1998. Injusto, muy injusto, que en televisión ya no se acuerden de él.