El Coto Sierra estuvo a minutos de no ser un jugador identificado con Colo Colo (o quizá sí) y ser el número 10 de La Nueva U que nació en 1992. Varios fueron los actores de aquella teleserie que se dio durante todo el primer semestre de 1992, cuando se disputó la Copa Chile antes de comenzar el Torneo Nacional en junio de ese año.
La U, con Salah y Orozco, eligió rápido sus primeros refuerzos. Vargas, Abarca, Delgado, Romero, Alejandro García, Cofré y Beltramo llegaron para afrontar la Copa Chile. Para la posición de 10 continuaba Carlos Morales Santos, pero su partida era cosa de tiempo. El elegido para ese puesto era José Luis Sierra, el joven 10 de Unión Española, quien ya había tenido una experiencia europea en el Real Valladolid de España.
En Unión Española había arribado Nelson Acosta a la banca y Jorge Aravena para ser el conductor. El Mortero entró con todo en el plantel, siendo una de las figuras, capitán y goleador en los primeros partidos de esa Copa Chile. A la par, José Luis Sierra presionaba para irse a la U por el triple de sueldo. Las partes ya habían acordado. Sierra sería nuevo refuerzo de la U y solo faltaban detalles.
En la demora, Acosta notó que Aravena comenzó a bajar su nivel y el DT pasó del “nadie que no quiera estar, va a estar” al “necesito a Sierra en el plantel”. En plenas negociaciones con la U, Acosta comenzó a ocupar a Sierra en la Copa Chile y a quitarle minutos al Mortero. Con todo ese entuerto, igual se llegó a acuerdo entre hispanos y azules. Sierra no jugaría en la fase de grupos de la Copa Chile ante Colo Colo, y el lunes llegaría a entrenar a El Sauzal.
Lo primero se dio. Sierra no jugó, pero terminado ese partido el presidente Manuel Suárez presionó por los micrófonos. “Nelson Acosta me dijo que necesita a Sierra, mañana lo necesita entrenando en Santa Laura”. El Coto aún se debía a Unión, no había nada firmado con la U. Sintió que el tema estaba lejos de resolverse. Si los Rojos se acercaban al sueldo que ofrecía la U, se quedaría en Independencia. “Yo lo que quiero es jugar, en la U me pagarán el triple de lo que me dan en Unión Española. Si no me pagan lo mismo, prefiero no jugar. Además me quitan la posibilidad de jugar en una buena vitrina como lo es la U”, comentaba Sierra por esos días.
El lunes no apareció ni en El Sauzal ni en Santa Laura. Se quedó en su casa esperando el desenlace, mientras se suspendía la conferencia de prensa de ese lunes por la tarde para ser presentado en Universidad de Chile.
Estaba triste, enojado con los dirigentes hispanos, amigos de la Colonia. “Ellos tenían un contrato de palabra, tenían que cumplirlo. Me afecta profesionalmente, aparte que iba a jugar en un cuadro grande como la U. ¿Usted cree que otra vez me solicitarán? No, si no pude ir esta vez, ya no se podrá más. Es todo muy penoso”.
Y no se dio no más. A los pocos días volvió a ser titular por la Unión ante Colchagua y luego ante la UC (esperemos que por el triple de sueldo), dejando a Jorge Aravena en la banca. El Mortero tiró las jinetas, se rebeló con Acosta y a los pocos días fue despedido. Sierra volvía a ser el 10 de la Unión para ganar la Copa Chile, título que también catapultó a Don Nelson al Cruz Azul de México, periplo que duró poco y alcanzó a regresar a los hispanos para la Liguilla de 1992.
En la U, por su parte, se terminó yendo Carlos Morales Santos, mientras en la Copa Chile, además del paraguayo, se las arreglaban con Cristián Mora jugando de 10, Alejando García, y un joven Esteban Valencia. Necesitaban a un conductor y salieron al mercado argentino a buscarlo. Ahí aparecieron los nombres de Carlos Daniel Tapia, Juan José Borrelli, Ricardo Lunari, Raúl Aredes, Norberto Ortega Sánchez, Julio César Toresani y un incomprobable Diego Claudio Siciliano. No llegó ningún volante y ese cupo de extranjero lo ocuparon en otro delantero: Claudio Rata Rodriguez, hábil puntero de Boca Juniors.
Otra vez salieron en busca de un 10 chileno, y por si las moscas preguntaron nuevamente por Coto Sierra. Otra vez “no”, y las cartas apuntaron a La Cisterna. Para el Torneo Nacional cerraron el plantel con dos refuerzos que habían jugado la Copa Chile para Palestino: el carrilero Fabián Guevara y el conductor Víctor Hugo Castañeda, a la postre ídolo azul. Un lugar que la historia, y los dirigentes de Unión, no quisieron que fuera para José Luis Sierra.