La foto que está arriba, en voz de su propio protagonista, cambió la historia moderna de la Universidad de Chile. “Se provocó un cambio en la institución”, dijo Eduardo Gino Cofré para un sitio partidario.
Corría el 12 de julio de 1992 y mientras Colo Colo lograba un tricampeonato, era campeón de la Copa Libertadores, Recopa e Interamericana, jugaba Intercontinental y lo invitaban a jugar amistosos con el Real Madrid, los azules andaban a los tumbos en el medio local.
Se habían ido a la B y habían vuelto, pero no podían retomar su histórico nivel. Para los rivales se habían convertido en un equipo fácil de derrotar y para el archirrival, Colo Colo, había resultado muy fácil levantarle al Pato Yáñez para jugar la Copa Libertadores 1991. Cuestión de objetivos.
La U andaba mal. Tenía un par de jugadores que se identificaban con la U, pero se había llenado de extranjeros que no lograron trascender. Entre 1989, 1990 y 1991, los mejores años de Colo Colo, por la U pasaron Hugo Lamadrid, Walter Fernández, Fabián García, Carlos Daniel Tapia, Gabriel Díaz, Pedro Massacessi, José Pepe Castro y Carlos Morales Santos. Por la banca alternaron Manuel Rodríguez Vega, Pedro Morales y Alberto Quintano. Eran muy malos tiempos para la U.
Eso hasta que llegó 1992 y algo cambió. Arturo Salah se hizo cargo del equipo y se reforzó con extranjeros con paso por clubes grandes de Argentina: Sergio Vargas y Rogelio Delgado, identificados con Independiente, Claudio Rata Rodríguez ex Boca Juniors y Ariel Ceferino Beltramo desde River Plate. Además, los refuerzos chilenos eran habituales seleccionados del proceso de Salah en la selección. Con el DT llegaron Luis Abarca desde Cobreloa, Víctor Hugo Castañeda y Fabián Guevara desde Palestino, y Cristián Romero y Eduardo Gino Cofré desde Everton. Todos, salvo Rodríguez y Beltramo, fueron parte del bicampeonato 94-95.
Por eso Eduardo Gino Cofré dice que cambió la historia. De ser un equipo que iba a la tumbos, comenzó a ser un equipo sólido. Ya en la Copa Chile 92 habían vivido un electrizante 3-3 ante Colo Colo, y en el Torneo Nacional pudieron dar el salto de calidad. Esa tarde de julio en el Nacional se dieron cuenta que eran un equipo grande, siempre, y no solo por la convocatoria. Se pararon de igual a igual ante un multiganador Colo Colo y convirtieron un clásico más en uno de los más memorables de los que se recuerde.
En el primer tiempo Cristián Romero recuperó un balón en el sector del lateral izquierdo, adelantó para Guevara, volante por esa zona, cedió a Víctor Castañeda, con la 10 y en posición de 10, y éste vio solo a Eduardo Gino Cofré por la derecha. El delantero enganchó a Lizardo Garrido, su compañero en varias nóminas de la Roja, y quedó solo ante Morón. Dominando las dos piernas definió con un zurdazo abajo del cuerpo del Loro. Era el 1-0 para los azules y un “sí se puede” enorme.
Luego ese clásico tuvo un penal atajado de Vargas a Borghi, rebote de rabona incluido, y un gol de Cofré mucho más lindo que el primero, definiendo con un derechazo cruzado al ángulo, pero fue el primer tanto, el de la foto de arriba, el que abrió la ruta, no solo de ese partido, sino que de todo lo bueno que venía. La U volvía al lugar desde donde nunca debió haberse ido y comenzaría a pavimentar su camino al bicampeonato, siendo protagonista y peleando la liguilla en 1992 y 1993.
El destino hizo que Cofré viera los títulos de 1994 y 1995 como jugador del plantel, pero con pocos minutos por culpa de las lesiones que lo obligaron al retiro en 1996. Cofré celebró igual. Esos títulos eran tan suyos como de Salas, Goldberg, Jara o Ibáñez. Años antes había hecho el gol que pavimentó el bicampeonato y tenía todo el derecho a festejar.