Rozental, hasta el abrazo con Gascoigne

Rafael Araneda era el reportero de cancha. Relataba Claudio Palma y el comentarista era Mauricio Israel. Era el 16 de septiembre de 1992 y La Red daba en vivo un amistoso entre Universidad Católica e Independiente en San Carlos de Apoquindo. Por Independiente venía Gerardo Reinoso, que en 1991 había convertido dos goles para la UC en un amistoso en que los cruzados vencieron 3-2 a los de Avellaneda.

El partido de 1992 terminaría 3-1 para los argentinos con gran actuación del turco Antonio Mohamed. Para los cruzados ese partido solo sirvió para que debutaran dos (nuevos) rubios por el club, uno con más éxito que otro. Con el partido casi sentenciado saltaron a la cancha Jaime Lopresti y Sebastián Rozental. Dos apellidos raros que luego se convertirían en familiares.

Por esos años las selecciones juveniles no tenían tanta resonancia como hoy. Los que estaban dentro del medio sabían que Sebastián Rozental era el crack que venía para el fútbol chileno, a la espera de que terminara de explotar uno que había liderado la generación anterior: Marcelo Salas.

Rozental era el capitán de la sub 17 que se preparaba para el sudamericano de 1993 en Colombia. Ahí Manuel Neira sería goleador junto a un tal Ronaldo, y también destacarían Héctor Tapia, Frank Lobos, Alejandro Osorio, Dion Valle, entre otros. Aún así, el mejor de todos fue el rubio de la UC. Con 16 años jugaba como experimentado y comandó al equipo en su clasificación al mundial de Japón.

Entre el Sudamericano y el Mundial, Rozental debutó profesionalmente por la UC. Lo hizo como titular, con la 11 en la espalda y ante Santa Cruz de visita por Copa Chile. En su primer duelo oficial también convertía un gol, un golazo de rabona al palo más alejado del arquero. Parecía tocado con la varita mágica, más aún cuando meses después sería el capitán del histórico tercer lugar de la Rojita en tierras asiáticas. Otra vez Manuel Neira sería el goleador del equipo, pero Rozental la figura.

Ganó tapas de diarios y revistas, y se convirtió en ídolo juvenil. En la UC aún le faltaría para ser titular, pero sería habitual en las Copa Chile. En 1993 le costó con Almada, Barrera, Cardozo, Tudor, Pindinga Muñoz, y en 1994 se pondría más difícil con la llegada del Beto Acosta. Aún así, en los últimos encuentros de ese año comenzó a agarrar titularidad. En 1995 traerían a Barticciotto para que acompañara a Acosta, pero en los primeros meses del año Rozental ya sería indiscutido, incluso jugando duelos importantes en Copa Libertadores con menos de 20 años.

Ese 1995 también fue capitán en el Mundial de Qatar sub 20 y la UC no lo quiso prestar para los Panamericanos de Mar del Plata. Fue vital en recta final de ese torneo, solo opacado por Gorosito y Acosta, la dupla que partiría a Japón a comienzos de 1996, y que serían reemplazados por Caté y Daniel Garnero, además de Aníbal Tunga González. Rozental tenía todo para ser el líder de ese equipo, esta vez con camiseta de titular, la 22, asegurada para todo el año.

Su temporada comenzó de menor a mayor. Garnero y Caté no estuvieron a la altura de sus pergaminos (Garnero, ídolo reciente de Independiente y Caté, seleccionado juvenil brasileño) y Rozental, con apenas 20 años, se echó el equipo al hombro. Con la ayuda de Lunari y Luis Pérez, refuerzos del segundo semestre, con Caté de lateral derecho y con la compañía del Tunga González en ataque, llevó a la UC a la Libertadores 1997 cuando la temporada parecía perdida tras una crisis de mitad de año que terminó con Fernando Carvallo reemplazando a Manuel Pellegrini. Rozental jugó varios partidos para nota 10, ante Colo Colo en el torneo, ante la U en la Liguilla y los duelos finales ante Cobreloa. Ya era titular en la selección chilena (casi nunca pudo jugar de delantero) y sonaba fuerte en Italia e Inglaterra. Hasta hubo publicaciones con su cara trucada sobre un jugador del Manchester United. Su destino finalmente sería Escocia y en la UC lo despedirían en andas después de dejarlos en la Libertadores con sus goles ante Cobreloa.

Glasgow Rangers lo recibiría como ídolo, aunque tendría que pelear un puesto con Brian Laudrud, Ally McCoist (ídolo escocés), el alemán Jorg Albertz y el noruego Erik Bo Andersen. El abastecedor de todos ellos era Paul Gascoigne, líder de la selección inglesa que iría a Francia 1998. A pesar de todo, Rozi, como se le conoció en Escocia, partiría ese año con ventaja. Venía con el envión de lo hecho por la UC, embalado, y a los pocos días ya estaba debutando en el equipo más popular de Escocia hasta ese momento, siendo el primer sudamericano que vestía su camiseta. Se había ido por seis millones de dólares, el precio más alto pagado por un jugador chileno, y en Escocia querían sacarle provecho. Sabían que si andaba bien se le podía sacar varias veces más esa cifra.

El 25 de enero de 1997 es el día maldito para Rozental. Contra St. Johnstone comenzó como titular por la Scottish Cup y prontamente pondría el 2-0 jugando con la 11, en una jugada que definió sutilmente a la derecha del arquero, entrando por la izquierda. El primer abrazo sería de Paul Gascoigne, el que parecería se convertiría en su socio ideal. La vida le sonreía a Rozi, comenzaba su despegue europeo y Chile ganaba un tridente de lujo con Zamorano y Salas. Con su gol, los noticieros chilenos tenían su día hecho.

Lo curioso vino minutos después. El chileno, con mucho tiempo por jugar, pidió el cambio. Todo eso se supo horas más tarde en Chile. Ese partido no lo daban por TV y el internet no informaba minuto a minuto. Horas después también se supo que su salida había sido por un dolor extraño en la rodilla que sintió al comienzo del partido, pero que se mantuvo en cancha hasta que no pudo más. Ese dolor era una rotura de ligamentos cruzados de la rodilla izquierda, rotura que no fue operada correctamente en Estados Unidos.

Dejemos esta historia hasta el abrazo con Gascoigne, el que iba a ser su dupla ideal en Escocia.