Si nos remontamos a revistas de inicio de los 90, esas que traían los planteles de los equipos profesionales, Luis Chavarría aparecía en la sección de delanteros, tanto en Malleco Unido el 90 como en Fernández Vial el 91. Los que lo conocimos jugando en los siguientes años en el mediocampo no entendimos nunca cómo alguna vez llegó a usar la 9.
Le decían el “Pate e´Vaca”, aunque luego se ganó el apodo de “Chiqui”, otro más de Bonvallet, cuando se hizo famoso en un Chile – Uruguay en 1996. El Pelao Acosta lo conocía desde Fernández Vial, y una buena campaña en Concepción 96, con Morón, Aros, el Coke Contreras, Juan Carreño y Dioni Guerra, lo llevó a la Roja que jugaba rumbo a Francia 1998.
En ese Chile – Uruguay el Pelao lo paró en la contención junto a Fernando Cornejo ante la ausencia de Luis Musrri, y antes que aparecieran Acuña y Parraguez en la Roja. Por esos años Acosta se la jugaba por los Chavarría, los Musrri, los Mora, los Mario Salas, los Pistola Flores o los Lee Chong.
En ese partido, el ahora Chiqui, debió irse expulsado. Antes de terminar el primer tiempo sacó de la cancha a Enzo Francescoli con un patadón criminal, sin embargo el rudo volante nacional terminó jugando los 90 minutos. “Gracias a Dios pude lesionar a Francescoli”, dijo luego en un De Pé a Pá con Pedro Carcuro. La frase llegó a la Conmebol y en el siguiente partido se fue expulsado ante Argentina por mucho menos.
Ya en 1997, tras cumplir suspensión ante Perú en Lima, volvería ante Bolivia en La Paz. Esas nóminas aún estaban hechas por las campañas del año anterior, y tras ese duelo en la altura habrían varios que perderían terreno en la selección: Chavarría, Miranda, Jaime Riveros, Mario Salas, el Coke Contreras y Pedro González comenzarían a quedarse a un lado por nuevos nombres, como Acuña, Parraguez, Núñez, Goldberg, Ponce, Barrera o el Murci, o ante otros que hasta ahí no habían aparecido lo suficiente, como Sierra, Vega, Carreño, entre otros.
Pero bueno, la carrera del Chiqui no termina ahí, y siguió con sus campañas regulares en el sur. En 1998 celebró con todo un gol que rompió la malla a casi un metro por afuera del vertical derecho de Nelson Cossio. El juez Musa lo validó y el Chiqui ni se inmutó. Se lo hizo a Temuco, equipo que ese año se iría a la B.
El 2000, por la liguilla final, hizo un gol de oro de cabeza a Universidad Católica en Talca, cancha neutral, para clasificar a los lilas a Copa Libertadores. Ahí se acordó de cuando usaba la 9. Tras eso dio el gran salto y se fue a la U en 2001. Ahí fue de lo poco rescatable durante dos años, e incluso volvió a la Selección para jugar otra vez ante Bolivia el 2001 por Eliminatorias. Claro, en esos años no estaba tan difícil la cosa.
Tras la U, el Chiqui no tuvo problemas para pasar a su cuarto equipo en la Octava Región. Si ya había cruzado desde Fernández Vial al archirrival Concepción en 1996, ahora no costaría tanto firmar por Huachipato, equipo donde volvió a ser protagonista entre 2003 y 2006. En 2007 partiría a Concepción y en 2008 haría el paso al revés, esta vez desde Concepción a Fernández Vial, donde finalmente se retiró.
Hoy 26 de marzo el hombre nacido en Monteaguila cumple 50 años. Querido, recordado, parte del folclore chileno. El huaso humilde que se puso traje para ir a la tele y se le salió el “Gracias a Dios pude lesionar a Francescoli”. Ese partido se ganó 1-0 y fue la clave para ir a Francia 1998. El Príncipe se recuperaría y seguiría siendo figura en River Plate junto a Marcelo Salas. “Gracias a Dios el Chiqui pudo lesionar a Francescoli”.