Que pierdan. Que pierdan por goleada con Perú, que pierdan con México, que pierdan gran parte del partido con Haití en Chile. Que vayan perdiendo largo rato con una selección donde la figura juega en Magallanes y el arquero no tiene club. Que pierdan todo lo que quieran, que pierdan antes de jugar por los puntos. Total jugar fútbol es como andar en bicicleta, eso no se olvida nunca mientras se entrene al nivel que lo hace un futbolista nominado a una selección bicampeona de América.
Si de algo ha servido este año y medio con Reinaldo Rueda al mando de la selección chilena es para saber que al colombiano le quedó gigante la Roja. Que hizo jugar al Atlético Nacional como al Barcelona, pero a Chile como a Chile. el de antes de Bielsa, el de Borghi quizá. El de Pizzi.
Claro, el de Pizzi. Porque Chile juega con piloto automático, para bien o para mal, ganando y perdiendo. Hacen lo que pueden hacer, lo que aprendieron el 2007, lo que practicaron rumbo a 2010, lo que reafirmaron rumbo a 2014. Lo que les quedó de las Copa América 2015 y 2016. A Vargas lo ponen de puntero izquierdo, y se va para el medio. A Isla lo manda para el medio y vuelve al lateral. A Vidal lo manda de 10 y se va a las orillas a juntarse con Charles. Vidal sabe que el Aránguiz es crack, y para allá va. Es su Busquets, su Rakitic.
¿El mejor ejemplo? El de Fuenzalida. Lo llama por primera vez para un partido amistoso en todo el proceso (segundo tras un microciclo de entrenamiento) porque el Chapa se sabe de memoria su pega. Ha jugado ahí desde que debutó. Un poco más adelante, un poco más atrás, solo de emergencia en la izquierda. Fuenzalida sabe lo que es la banda. Rueda no le enseñó en tres días. El Chapa no es el más dotado técnicamente, pero quizá sí el más inteligente del equipo y no solo por sus 750 puntos en la PSU. El Chapa se conoce los “rieles” de la cancha. Sabe cuándo ir más adentro y cuándo más pegado a la orilla. Pasando, quedándose, haciendo el un-dos con Isla, con Vidal o con el que sea. Si su concreción fuera tan buena como su idea final…
El DT que menos lo ha dirigido en su carrera ha sido Rueda, y ante Haití hizo exactamente lo mismo que ha hecho desde Pellicer hasta Gustavo Quinteros.
Eso. Estamos con piloto automático. Ante Haití empezamos con un 4-2-1-3 y la seguimos con un 4-4-2, con Fuenzalida como segundo delantero, con Vargas centralizado y con nadie, pero nadie, por la izquierda. Es que aunque quisiéramos, no había nadie. Vidal y Hernández se esforzaron por desbordar, pero solo porque veían el espacio descubierto, porque Rueda simplemente decidió no poner a ningún jugador ahí. Como si Beausejour fuera a pasar como lo hacía el 2008-2009 con Bielsa.
Sí, Bielsa, un DT que nos tuvo que convencer que era la mejor opción después que su propia hinchada le decía “Ole” contra Paraguay. Convencer, exactamente lo que no logró hacer Rueda, un DT que en 18 meses nos dejó en claro que simplemente no es el indicado. Fue obsecuente con Sagal, Diego Valdés, Castillo ,Junior y Gary al medio, y no le resultó. Para qué decir el caso Marcelo Díaz, y el retrasado regreso de Vargas. El debut será con los de siempre más Arias y Maripán que se pusieron solos, al contrario de lo que hizo Bielsa en su momento con Carmona, Beausejour, Estrada, Millar, el mismo Gary Medel o Gonzalo Jara.
¿Qué queda? Solo ponerle piloto automático a la Roja en Brasil 2019. Ojalá que el botón de emergencia de Rueda esté más actualizado que el AZ-5 de Chernobyl. El desastre está ahí, cerquita. Tras una delgada línea roja.