Felices 55, Jorge

Jorge González podría ser uno de sus amigos que odia el fútbol, las banalidades, de los que creen que son 22 tontos corriendo detrás de una pelota. Pero no. Le gusta el fútbol, es hincha de Unión Española, pero antes que gustarle la Unión, le gusta el fútbol. Y mucho.

Se lo reconoció a su amigo Chamagol González. Amigo desde que Sebastián jugaba en México y Jorge quería ir a explorar ese mercado. Entre González se entendieron. El músico quería saber qué tal eran las cosas por allá, y el futbolista lo ayudó con referencias. Antes de cortar el teléfono hablaron de fútbol. Ahí el prisionero le contó que simpatizaba con la Unión, pero que lo que más le gustaba era sentarse frente a la tele a ver fútbol, de todos los equipos. Como las insignias que tiene en su bajo.

Comenzó a verlo en la segunda parte de los 70 y se hizo hincha de la Unión, campeón el 73, el 75 y el 77. Además de subcampeón de la Libertadores en el mismo 75. En el 2017 fue homenajeado por el plantel hispano, donde el mismísimo Martín Palermo le demostró la idolatría. Lo escuchaba en Argentina, cuando el goleador tenía el pelo largo y vestía como rockero. González, no tan recuperado como hoy, lo reconoció y agradeció el gesto. Son dos leyendas vivientes.

En los 90 bromeaba con Álvaro Henríquez en esos partidos entre el Conce del Coke Contreras y Carreño, y la Unión de Perdomo y Azargado. De los rockeros chilenos terminó siendo uno de los más futbolizado., De Los Prisioneros, ni hablar. Con poquito se desmarcaba de Narea y Tapia. En su disco Mi Destino tiene una canción llamada Caszely, donde recalca que es hincha de Unión Española, además de nombrar a una veintena de jugadores chilenos de todas las épocas.

Jorge, que hoy 6 de diciembre cumple 55 años, le gusta el fútbol por ser Jorge González. Un tipo tan conectado con el chileno promedio, no puede estar lejos de la actividad que más emociones mueve en la sociedad. Quizá lo encuentra lo más importante entre lo menos importante, pero le gusta. Lo ve, jugaba pichangas, hablaba de la pelotita y criticaba lo externo.

Gozó con ese duelo de goleadores en 1998 entre Héctor Tapia y Pedro González, los prisioneros del gol, finalmente ganado con el Heidi. Vibró con la Unión del Pelao Acosta, la de Fernando Díaz y la del Coto Sierra. También con Colo Colo 1991 y en menor medida con la U de Sampaoli. Le gustan los triunfos chilenos de cualquier color. No necesita banderas.