Si Claudio Palma no vibra con la ópera ni con la música clásica, Javier Miranda sí lo hacía. Hombre de radio, fue director de Radio Cooperativa y director y fundador de Radio Viva, que luego se convertiría en Radio Bethoven. Más tarde estuvo en Radio El Conquistador y Radio Oasis. Se movía como pez en el agua en las líneas editoriales de sus casas radiales. En TV era que le tocaba mostrar su lado más lúdico. “En la medida de lo posible”, como se decía en aquellos años en que crecimos con el Tío Javier. Muchos lo recordarán por Un Millón Para el Mejor, Martes 13, Maravilozoo y Teletrece. Nosotros, los futboleros, lo haremos también por su casi obligada, pero abnegada y trabajada, relación el fútbol chileno y mundial.
Dicen que a Javier Miranda no le gustaba mucho el fútbol. Que no lo entendía, que le costaba. Aún así tuvo que ser por años el bandejero de Julio Martínez, Alberto Fouilllioux, Néstor Isella y Pedro Pavlovic en Teletrece. Debía parecer que sabía, que entendía, que podía seguir un diálogo deportivo con los hombres ancla del deporte en Canal 13 en los 80 y 90. Estudioso, se leía bien el libreto y la conversación fluía al aire, en años de goles de Gustavo De Luca, de Roque Alfaro, penales largos, Católica 1993, Colo Colo 1991, Unión Española 1994 y Universidad de Chile 1996. Justamente con los azules era el club con que lo identificaban. Claro, no era por seguir desde el tablón al equipo universitario, sino que por la relación de ambos con el búho, uno de los apodos de Javier Miranda.
Además de ese bandejeo en las noticias, lo suyo también era moderar los paneles en las transmisiones deportivas en vivo. Era el elegido por Eleodoro Rodríguez Matte para animar la OTI, Miss Chile, y aparecer como el primer rostro de Canal 13 en Teletón. En los eventos depotivos en vivo era quien daba la bienvenida, y luego manejaba los tiempos de relatores y comentaristas, una figura que ya despareció en la TV, pero que en los 80 y 90 en Canal 13 la ejercían el propio Miranda, Juan Guillermo Vivado, Eduardo Guayo Riveros, Cristián Gordon, entre otros. Patricio Bañados lo hacía con maestría en TVN, mientras que Cote Evans y Rodolfo Baier se acomodaban en CHV.
El otro acercamiento con el fútbol de Javier Miranda, y quizá el más recordado, fue estar a cargo del programa “Lo Mejor del Mundial” de Canal 13 durante las Copa del Mundo de 1986, 1990, 1994 y 1998. Un estelar a su estilo, de conversación pausada y a ratos bastante aburrido si se ve en la actualidad. Lo del Mundial era solo una excusa, lo que menos tenía era fútbol. Lo de él, y el programa, era tener un panel variopinto, donde no podían faltar los futbolistas, pero para hablar de cualquier cosa junto a modelos, humoristas, políticos o cantantes, antes de pasar a notas de El Kiwi, Pato Oñate o Ángel Carcavilla y su televisor, en una relación similar a la del Profesor Rossa y Guru Guru.
La idea de “Lo Mejor del Mundial” era hacer cantar a los futbolistas, hablar de fútbol a las modelos y adaptar chistes a contextos futboleros. Las bromas de Álvarito Salas sobre los búlgaros Penev y Popov, o de los belgas, se repetían a diario para ganarle en rating a “La Noche del Mundial” de TVN, con un formato similar, conducido por Jaime Celedón y Pilar Cox en 1990, y por César Antonio Santis con Sergio Livingstone en el panel de 1994. De terno y corbata, lo más chascón que hacían era llamar a no cambiarse al programa de Javier Miranda durante comerciales. “No al Zapping, sí al Sapo”, repetía Santis antes de cada reclame noventero.
El veranito de San Juan de esos predecibles programas mundialeros llegó hasta 1998, cuando Felipe Camiroaga y Luciano Bello en TVN llegaron a desordenar todo y a “imponerse por goleada” a Canal 13, en quizá el único concepto futbolero que tenía la renovada “La Noche del Mundial” junto a Jorge Hevia, Andrea Molina, y la recordadísima (¿) española Ángeles Martín,
Ese 1998 fue la última aparición futbolera de Javier Miranda, antes de entregarle la posta a “Aquí se pasa Mundial” en 2002. Eso sí, en la edición de 1994 de “Lo Mejor del Mundial” el Tío Javier dejó una pelea de culto junto a Erick Polhammer, justamente por no querer hablar de fútbol en un programa futbolero. Dicen que no le gustaba mucho, que no lo entendía. Aún así se las arregló para acompañarnos en cada evento donde no podía faltar el moderador más importante de la TV chilena de aquellos años. No vibraba con el fútbol, no vibraba con los goles. Lo suyo era la ópera y la música clásica.
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