El Covid 19 no me puede matar porque este día morí (nací)

Partido viejo. Del 29 de agosto de 1990. Mucho después del Maracanazo del Cóndor Rojas, del que me acuerdo un poco. Poquito después del Mundial de 1990, del que me acuerdo más por el álbum Coca Cola, por la camiseta de Goycoechea y por el parecido de Peter Shilton con Checho Hirane, del que solo yo me daba cuenta.

Fue la Libertadores de 1990. Cuartos de final, una ronda después de que Católica eliminara fácilmente a The Strongest de Bolivia en octavos de final. En la ida de la ronda de los ocho mejores la UC enfrentaba a Olimpia de Paraguay, que había quedado libre en octavos de final por ser primero de su grupo y enfrentar al tercero de la zona donde estaban argentinos y colombianos. Lo curioso es que en esa zona no hubo tercero por la deserción de los equipos cafetaleros, y en donde River e Independiente jugaron solo un ida y vuelta para definir al primer y segundo lugar del grupo. Bienvenidos a la Copa Libertadores de Sudamérica.

En Paraguay el Rey de Copas ganó fácil por 2-0. En la vuelta nos esperaba un partidazo, de esos que recuerda un niño de seis años. Del que nació el mito que Andrés Romero cabeceaba siempre hacia abajo y el 90% de sus goles lo avalaban. El partido que Católica necesitaba ganar por dos goles de local en el flamante estadio San Carlos de Apoquindo. El reto era ante un finalista de la Copa 1989, pero la UC tenia plantel para hacerlo.

El DT, cuando no, era Fernando Carvallo. El lateral izquierdo era Luis Pérez, los volantes de salida eran Estay, Reinoso y el Coke; el contención era Lepe (no con el 6, sino que con el 13), los delanteros Tupper y Barrera, los centrales Monardes y Carlos Soto, el arquero Marco Cornez y el lateral derecho era Andrés Romero, el que hacia goles cabeceando para abajo.

El duelo no fue un partido, fue un partidazo. En el ping pong la UC lo ganó por 57-6, pero el resultado real fue 4-4. Debe haber sido el partido en que la UC se perdió más goles en su historia (ver video) y en donde varias veces estuvo a punto del “milagro”, como diría el Sapito Livingstone en la transmisión.

El Coke, Reinoso y dos de Romero marcaron para la UC. Samaniego, el Loco González y dos de Monzón marcaron para Olimpia. Esos, sumados a los dos de Raúl Vicente Amarilla en Asunción. Fue 6-4 final para el equipo que a la postre seria campeón ante Barcelona de Ecuador. Un equipazo que en 1989 había perdido la final ante el Nacional de Medellín de Higuita, mismo equipo que habían eliminado en semis de 1990.

Ese 4-4 marcó un antes y después para muchos hinchas de la UC nacidos entre en 1982 y 1986. Lo he preguntado y ha habido coincidencia. Algunos lo vieron por el 7, otros lo mezclan con una transmisión en diferido de RTU y el relato de Juan Francisco Ortún (partido de ida), otros recuerdan los goles en la Cabalgata Deportiva Gillette un sábado por la mañana en horario de feria. 

Fue una llave de cuartos de final de Copa Libertadores (cuando parecía de lo más normal) que para muchos pasó desapercibida. Más recuerdan los octavos de Colo Colo ante Vasco Da Gama que juramentó al equipo para ir por la Copa en 1991. Fue un partidazo de la UC que estaba para campeón, que tenía a Percudani, un campeón y figura de una Copa Intercontinental, en la banca.

No hubo título, pero hubo un par de niños que siempre intentaron cabecear como el Moto Romero. Hacia abajo, así era gol seguro.