Milovan Mirosevic acaba de anotarle a Católica en los descuentos para darle el triunfo a Unión Española, pero el presidente de Cruzados S.A. no se arrepiente de haberlo echado. Como él, hay muchos que creen que el Milo ya no estaba para jugar en la franja. Lo que discuten es cómo se fue, no si estuvo bien o mal que se fuera.
Han pasado casi 20 años desde su debut y Mirosevic se retirará sin cumplir lo que prometía cuando apareció en el Sub 17 de 1997. Ahí era un 10 muy técnico, en plena època del Coto Sierra, Marcelo Vega, José Luis Sierra, Víctor Hugo Castañeda, Jorge Contreras, entre otros. Al Coke era al que más se le parecía, incluso por la gran pegada en los tiros libres, pegada en pelota muerta que después se esfumó. Pudo haber liderado a Chile a tres mundiales (2006, 2010, 2014), pero finalmente no lo hizo en ninguno. Sucumbió ante las apariciones de Fernández y Valdivia, nunca indiscutidos, y también ante otros como Marcelo Díaz, Arturo Vidal, Rodrigo Millar y tantos otros que terminaron logrando más cosas que él.
¿Cómo recordaremos al Milo? Como un jugador muy adelantado para la época en 2002 o uno muy atrasado para el 2014. Como uno de los pocos 10 que no manejaba el pase final, pero con una suerte inmensa, y también ubicación, para definir partidos importantes repitiendo la fórmula: llegando por sorpresa desde atrás. Pero acá la pregunta. ¿Se puede catalogar como un buen jugador a alguien que desparece por 93 minutos y anota el gol del triunfo en el 94? ¿O a alguien que sólo destaca en el minuto en que hace el gol, cualquiera sea, y que después desaparece nuevamente? Así el Milo vivió siempre sus últimos años en el fútbol. El 2010 hizo goles claves, fue el goleador de la UC que fue campeón, pero ningún medio, ni la ANFP, lo consideró para ser el mejor jugador del torneo. Ese año Roberto Gutiérrez y Mauro Olivi se llevaron todos los premios.
Lo curioso es que de ahí en adelante no hizo mucho. Es más, siempre se fue de la UC apenas pudo hacerlo. Primero a Asia y después a EEUU. Es decir, cero hambre deportiva. Para los más fanáticos cruzados, el 2011, cuando volvió de Emiratos Árabes a mitad del primer semestre, su ingreso le hizo mucho daño al proyecto de Pizzi. Venía sin fútbol, pero no lo podían dejar en el banco. Hasta el día de hoy muchos creen que la eliminación de esa Libertadores ante Peñarol y la derrota en la final del Apertura pasó por él. Sólo con la jineta le quitó el puesto a Marcelo Cañete, quien venía tomando confianza, hasta el punto que le quitó hasta el número de la camiseta. Desde su llegada, y pese que le anotó a Gremio (la UC ya estaba clasificando con el empate), el equipo de Pizzi no volvió a ser el mismo. Con la derrota ante la U de Sampaoli, el equipo se desmanteló, el Milo quedó como líder, pero ni se notó. Apenas pudo se marchó a EEUU.
¿Cómo vamos a recordar a Mirosevic? ¿Como 10, como volante mixto, como carrilero derecho o izquierdo? En el 2002 pudo ser Gerrard o Lampard. El 2014 Gerrard sigue siendo Gerrard, Lampard siguió siendo Lampard y el Milo ya nadie sabe qué es. Cuando pudo dar el salto desde Argentina, se achanchó en el fútbol de Israel y de EEUU y terminó siendo un jugador con muy poco corazón y hambre deportiva.
¿Por qué los hinchas de la UC lo idolatran? ¿Por qué les gusta tanto un jugador que también dañó el proyecto de Lasarte? ¿Por qué quieren tanto a un jugador que cuando negoció amenazó con irse al archirrival? ¿Por qué quieren tanto a un jugador que les celebró el gol en su cara, si ya al anotar se demostraba que era un profesional? Yo no lo entiendo, los hinchas cruzados son extraños. Cuando entiendan que Católica es Católica y no un jugador, quizás les comience a ir mejor. Por ahora deben dejar de celebrar goles en contra. Así ayudan a su equipo y dejan a Mirosevic en el sitial que se merece, y no a la altura de ídolos que nunca partieron a la primera de cambio y que no amanezaron con aceptar ofertas del archirrival.
A ver si en los comentarios de abajo me pueden ayudar a entender por qué lo idolatran tanto