Chile – O’Higgins: Contra los celestes antes de La Celeste

Un incendio a comienzos de 1996 había destruido casi por completo la tribuna marquesina del viejo estadio El Teniente de Rancagua. La madera debía ser reemplazada por cemento, pero no estaban los fondos necesarios. Ricardo Abumohor, presidente de la ANFP, se comprometió a que la Roja jugara un partido en Rancagua. Con antelación se pactó para el martes 5 de noviembre de 1996, siete días antes del duelo ante Uruguay en Santiago el 12 de noviembre.

La Roja venía de caer ante Paraguay en Asunción por las Clasificatorias y ante la Selección del Sur en Concepción. Ese era un amistoso buena onda, pero para Nelson Acosta esa derrota 2-0 se convirtió en un verdadero dolor de cabeza. El DT le dijo al Presidente que no quería más partidos con público y venta de entradas ante equipos locales. No estaba para experimentos ni críticas. El pedido fue demasiado tarde. El duelo ante O’Higgins de Rancagua en El Teniente ya estaba agendado con el fin de recaudar dinero.

De regañadientes, Acosta aceptó. Chile jugó de blanco y O’Higgins de rojo para quitarle aún más seriedad al partido. No paró lo mejor. Era un secreto a voces que ante Uruguay planificaba un ataque con Basay y Salas, con Rozental más atrás. Incluso el tridente fue portada de Don Balón.

En el amistoso en Rancagua las figuras fueron Rodrigo Goldberg, Luis Chavarría y Luis Pérez. A Acosta se le desordenó el naipe. El rendimiento de Luis Pérez había maravillado a las poco más de 4 mil personas que llegaron esa fría noche a lo que quedaba de El Teniente. Hasta ahí, Chavarría tampoco tenía camiseta segura. Esa era solo su primera nominación, y sobre él tenía a Cristián Mora para acompañar a Cornejo y Víctor Hugo Castañeda en el mediocampo más defensivo.

Pero el triunfo por 4-0, con destape goleador de Goldberg, finalmente sí sirvió. El equipo llegó mucho hasta el arco de Roberto Tomatín Rojas, y que tenía a Rodrigo Pérez, Clarence Acuña, entre otros. Eso sí, se enfrentaban al penúltimo del campeonato nacional de 1996. La variedad ofensiva tenía su génesis en los pies de Luis Pérez, quien con la UC se reinsertaba en el fútbol chileno. Pérez, con sus pases entre líneas y su llegada al área rival, convenció a Acosta en desmedro de Ivo Basay. Basay se enojó, cuándo no. Era como abrazar la bomba atómica.

Ante Uruguay, Acosta salió con Cornejo, Chavarría, Castañeda en el mediocampo defensivo; Pérez en la conducción; Rozental y Salas en el ataque. El primer tiempo tuvo gran nivel con Pérez como protagonista, sin embargo una lesión lo sacó de la cancha en el entretiempo, pocos minutos después de tener la apertura de la cuenta con un impecable cabezazo ante Robert Siboldi. Para el segundo tiempo Basay reemplazó a Pérez, y Rozental retrocedió. Esos 45 minutos fueron muy poco para Basay. Se rompió la armonía con el DT.

Chile finalmente venció a Uruguay con gol de Salas a centro de Víctor Hugo. Chavarría fue figura y Luis Pérez fue el mejor de la cancha en el primer tiempo hasta que salió por Basay debido a la lesión. Esos serían los únicos 45 minutos del Hueso en esas clasificatorias. Pudieron ser más, pero el partidazo de los suplentes ante O’Higgins cambió los planes. No fue un amistoso más en Rancagua, fue el inicio del fin de la relación entre Basay y Acosta. O’Higgins finalmente descendió con Jorge Socías, bicampeón un año antes, en la banca.