Suerte Tanucci

Le habíamos perdido la pista a Rubén Tanucci. Como a Juan Fulgencio Alvariño, como a Walter Cappozucchi, como a Remigio Fernández, como a Javier Baena, como a Carlos Gerardo Russo o como a Mario Lucca. No tanto como a Carlos Alberto Mayor, Pablo Lenci, Fabián Coitto o Jorge Remigio Pautasso, cuatro exdefensas centrales del fútbol chileno que han hecho noticia tanto como DTs que como futbolistas.

Le habíamos perdido la pista a Rubén Tanucci. Nunca más supimos de sus patadas desde que se retiró en Unión Española en 1998, cuando el equipo hispano cumplió su primer año en la segunda categoría. Una vuelta de mano al equipo al que había llegado al país en 1990.

Entre sus dos etapas en los hispanos, el Tano estuvo en La Serena 1991 y fue uno de los contratados por el archirrival Coquimbo Unido para disputar la Copa Libertadores de 1992. En los siguientes años Palestino sería su casa entre 1993 y 1995, con un breve paso en Alianza Lima durante 1994. 

Defensa rudo, la imagen que acompañaba a la definición de “defensa rústico” en los diccionarios del fútbol chileno en la década da de los 90. Alto, de buen cabezazo, pero de poco gol. Titular en todos los planteles que estuvo, incluso en el Huachipato de Andrija Percic, un entrenador defensivo que necesitaba un pilar defensivo.

Hoy Tanucci volvió a hacer noticia. Será ayudante técnico en un grande de Argentina. La mano derecha en Independiente de Avellaneda de Lucas Pusineri. Sí, el mismo del combo maletero a Victor Cancino en una Copa Libertadores entre Concepción y San Lorenzo. 

Tanucci, para muchos “EL” futbolista de culto de los 90. Con más pinta de rockero sesentero que de deportista de primer nivel. Amigo de Nelson Cossio, de José Horacio Lugo y de Walter Pajón. Compañero de Roberto Corró, de Leonardo Luppino y del Pelao de Lucca. Hay que tener su “qué sé yo” para ser más de culto que todos esos.