Paolo Vivar: El eslabón perdido entre Bonvallet y Olmos

Mitos en el fútbol chileno hay de todos los colores, sabores y tamaños. Uno de ellos es el que rompe la relación entre Juvenal Olmos y Eduardo Bonvallet, cuando el primero fue oficializado como DT de la selección chilena en enero del 2003 y supuestamente decide no trabajar con Bonvallet, con quien habría tenido un trato para que fuera su Gerente Técnico. El Gurú sabía mucho de fútbol, pero era muy difícil creerle todo lo que decía. Cambiaba de opinión como el Loco Abreu se cambiaba de club. Nunca sabremos si el trato existió. Olmos y Reinaldo Sánchez siempre lo desmintieron. “Hablamos hasta 48 antes de que firmara por la Roja”, decía el Gurú. “Bonvallet es el enemigo público número 1 de la selección”, comentaba Olmos. Las críticas de Bonvallet a quien llamaba Perro Verde llegaron al punto que el DT lo vetó a él, sus reporteros y a la Radio W en el Preolímpico 2004 jugado en Chile.

Lo que sí está claro es que Olmos y Bonvallet fueron muy amigos. Partners en la UC, a la moda, vestidos con pantalones y camisas “amasadas”  tonos pasteles en los 80, años de dictadura, donde la política era tema en los camarines. El Bonva y Olmos simpatizaban con unos ideales. Lepe, Carlos Soto, luego Tupper y otros tantos, con otros. La afinidad de Olmos y Bonvallet estaba más allá del campo de juego. “En el periodo que dirigí a la Unión Española en 1999/2000 fue cuando más veces nos encontramos en su casa. La excusa era tomarnos el café y dibujar el futuro (…) Al final, mi llegada a la Selección solo ayudó a aumentar las diferencias”, comentó después Olmos. En esas charlas seguía apareciendo un nombre que le encantaba a Bonvallet.

A fines de los 90 había un jugador por el que el comentarista radial y televisivo gastó varios minutos de aire. No era tan conocido, pero él lo hizo famoso. Había debutado joven con Gustavo Huerta en Ovalle 1995, había hecho una buena temporada 1996, y en 1997 firmaba en Cobreloa al mismo tiempo que era nominado por Guillermo Yavar para jugar el Sudamericano Sub 20 en Chile.¿Su nombre? Paolo Vivar. Un espigado zurdo que podía jugar tanto de lateral, volante o delantero. En Cobreloa 1997 lo hizo mucho de lateral volante, pero muy ofensivo. Eduardo Bonvallet decía que Vivar rompía con los moldes. Que era alto, que tenía un “biotopo” distinto. “Biotipo”, justamente, fue una de las palabras que más usó Olmos al mando de la Roja. Por eso no llamaba a José Luis Jerez, por ejemplo, y sí le encantaba Mauricio Segovia o Marcos González jugando de volante de contención.

En 1997, al mismo tiempo que explotaba Vivar, en Audax Italiano aparecía otro zurdo. Era Rafael Olarra, quien también las oficiaba de lateral volante, pero de los defensivos. Ambos fueron nominados a la selección chilena para una gira en enero de 1998 para jugar en Asia, Oceanía y Europa. Iban todos los nominables a Francia 1998, salvo Zamorano que estaba lesionado, y Rozental y Salas que se integrarían después. Entre Olarra y Vivar debería salir el suplente de Francisco Rojas para el Mundial. Era la primera vez de Vivar en la Roja adulta. El Flaco Olarra ya había estado en la Copa América 1997 y como invitado en algunas nóminas de las Clasificatorias a Francia 1998.

De esa gira, fue solo en Asia donde Nelson Acosta probó a todos los jugadores. El debut fue contra un combinado de Hong Kong, en un partido que no se contabiliza como oficial. Con los titulares, Chile cayó por 3-1 y Vivar fue de los pocos suplentes que ingresó. Entró a los 70’ por Cornejo. La derrota los mandó a jugar con Irán por el tercer lugar. Ahí actuarían los otros once jugadores, en donde aparecería Paolo Vivar como titular, y también Olarra. Sería un 4-4-2. Olarra de lateral y Vivar de volante. Iba a ser el único partido oficial del ovallino en la Roja. Para los duelos en Oceanía, ante Australia y Nueva Zelanda, más el de Europa ante Inglaterra, Acosta quiso poner a lo mejor que tenía. Claramente Vivar no le había gustado, al punto que solo ingresó como reemplazo de Roberto Cartes ante Inglaterra B en Birmingham. El de Huachipato, como otros tantos, había llegado a última hora a Europa para jugar ese partido. Vivar, quien estuvo en toda la gira, fue suplente e ingresó a los 65’ en otro partido que no cuenta como oficial. Era 10 de febrero de 1998 y se acababa el sueño mundialista de Vivar. El pedido de Bonvallet por el zurdo había llegado hasta ahí. Acosta había caído en la tentación, pero no se convenció. Finalmente el suplente de Francisco Rojas en el Mundial sería Mauricio Aros, con solo un partido en la Roja antes de Francia 1998.

Pero, ¿dónde está la relación de Olmos, Vivar y Bonvallet? El zurdo puede ser el eslabón perdido en la versión de Bonvallet como gerente/ayudante/asesor de Olmos. Apenas asumido en la selección, Juvenal armó tres nóminas de entrenamiento, incluso antes de pactar partidos amistosos. Una sería con los chilenos en Europa, otra con los chilenos en México y otra con jugadores de la liga local. De esta última, habían nominados bastante lógicos, como Peric, Varas, Álvarez, Ormazabal, Meléndez, Waldo Ponce, Millar, Martel, Joel Soto, Pinilla, Rodrigo Pérez, entre otros. Sin embargo hubo uno que llamó la atención. Paolo Vivar, por esos días terminando un buen 2002 como delantero en San Felipe, volvía a la selección tras cinco años de ausencia. Cuando nadie hablaba de él como nominable, y aparecía en las conversaciones futboleras solo como “el jugador que le gustaba a Bonvallet”, Juvenal Olmos recurría a los análisis que hacía con su ahora examigo para probarlo en la Roja. Llegó a entrenar a Pinto Durán, pero una contusión no le permitió mostrar su potencial. Otra vez debut y despedida. Algo le faltaba, y el 2013 el Gurú hizo su Mea Culpa al mismo tiempo que alababa a su nuevo bendecido: Esteban Pavez: “Va a ser un crack, este es mejor que Vidal cuando empezó Vidal. Pavez, no me vayas a liquidar. Paolo Vivar me liquidó. La selección te espera, el mundo te espera», decía el Gurú, quien también se equivocaba bastante.

Pero, ¿qué le faltó a Vivar?. Él lo tiene claro. Paolo Del Bar le decían en Calama, donde fue denunciado por violencia intrafamiliar por su esposa, de la que se encontraba separado. En otra ocasión fue detenido por manejar en estado de ebriedad. Contra Colo Colo lo expulsaron tres veces. “Me gustaba salir y compartir, pero no era tan desordenado, el tema es que solo me pillaban a mí. Es muy difícil, si nadie te guía, así que me costó bastante. Estaba solo y los amigos de ese tiempo ya no están. Uno es joven y piensa que lo está haciendo bien”, contaba hace poco en AS. 

Sonó en Racing de Santander, en época donde un millón de dólares era mucha plata, y también en Colo Colo para la versión 2003 con Iván Zamorano. Finalmente optaron por Luis Díaz. Por esos días fue que Olmos lo llamó a la selección, quizá en algo que ya tenía conversado con quien debía ser su mano derecha, Eduardo Bonvallet. “Pudimos haber trabajado juntos alguna vez, pero a esa altura era casi imposible. Los abismos se hicieron más profundos y se desarrolló una rivalidad de manera pública. Solo años después de mi fracaso en la Roja volvimos a conversar. Antes de su partida intercambiamos mensajes de afecto por WhatsApp que me dejan tranquilo respecto de lo que fue la antigua amistad que tuvimos”, contaba Olmos después de la muerte de Bonvallet.

Paolo Vivar se retiró a los 32 años. Anudvo por Rangers e Indonesia antes de volver a Cobreloa a decir adiós. En menos de 14 años de carrera tuvo partidos fulminantes por la banda izquierda, intermitentes eso sí. Uno de esos partidos, probablemente en 1997, fue el que vio Eduardo Bonvallet para levantarlo como “el jugador chileno del Siglo XXI”. El peso con el que vivió toda su carrera Paolo Vivar, pero que le permitió tener una segunda oportunidad en la Roja, cuando jugaba en un modesto San Felipe, pero con un DT de la Roja que hasta hace poco escuchaba con atención a uno que le decían El Gurú.