Luis Pérez: El talentoso que no quiso ser lateral y fue campeón de América

Ignacio Prieto y Fernando Carvallo tienen varios atributos como técnicos, pero muchos los recuerdan por su obsesión por transformar delanteros en laterales. Los “sufrieron” Andrés Romero, Raimundo Tupper, Marcelo Caro y Caté. Los dos primeros se quedaron en el puesto y lograron ahí muchas de sus mejores actuaciones, pero los otros dos, apenas podían, volvían a posiciones ofensivas.

Uno que se rebeló fue Luis Pérez, rápido y talentoso volante/puntero/delantero de gran aparición en Magallanes en 1984, y que en 1985 fichó en Universidad Católica. Rodeado de grandes figuras, muchos de ellos seleccionados, se convirtió en un comodín cruzado. No le molestaba, siempre y cuando fuera de mitad de cancha hacia arriba. Era desequilibrante con la gambeta y muy rápido con la juventud a cuestas. Muchos ya lo conocieron de grande, más paradito en la cancha, de 10, talentoso.

Todo iba bien hasta que Ignacio Prieto comenzó a probarlo como lateral por cualquiera de las dos bandas. Le decían Chico, sufría con el cabezazo defensivo, y pese a ser rápido en sus inicios, el retroceso y la marca no era lo suyo. A Don Ignacio le aguantó varios partidos, mientras el otrora veloz puntero Andrés Romero se adueñaba del puesto de lateral derecho.

Ya a fines de los 80 y en 1990 volvió a desequilibrar más arriba, pero a inicios de 1991 Fernando Carvallo no quería su opinión, simplemente necesitaba a Luis Pérez como lateral izquierdo. Lateral volante le decía el DT, pero seguía siendo en línea de cuatro. El Chico Pérez se negó. No quería saber nada con defender, ya tenía 27 años y no comulgaba con experimentos. “No voy a jugar de lateral, yo soy volante o delantero”, le dijo. Carvallo lo mandó a entrenar con los juveniles e hizo la pretemporada sin el plantel. No iba a contar con Luis Pérez en 1991.

El mundo del fútbol es pequeño. Lo de Pérez en las juveniles se había llevado en perfil bajo, pero Jorge Vergara, en Colo Colo, supo de la historia. Quería a Pérez hace tiempo. En 1988 ya lo había tentado, pero ahora era cuando. Lo convenció, habló con la UC, y se lo llevó a préstamo a Colo Colo a solo horas de entregar la lista para la Copa Libertadores de 1991 y a cinco días del debut ante Concepción. El visto bueno de Jozic fue porque necesitaba un 10 atrás de los tres delanteros. Sergio Verdirame había llegado para eso, pero ya en febrero el puesto era del exlateral de 1990 Rubén Espinoza. A él lo reemplazaría por la banda el refuerzo Gabriel Mendoza.

Pérez comenzó a jugar en el Torneo Nacional y Copa Chile, pero casi nada en Copa Libertadores. Con la ida de Sergio Salgado se le abrió un poco el abanico, pero seguían habiendo cuatro delanteros para tres puestos: Yáñez, Dabrowski, Martínez y Barticciotto. Atrás, Espinoza no faltaba nunca. Finalmente su opción llegaría en la final, también para jugar en un puesto que no dominaba. Jozic lo necesitaba de centrodelantero. El Chico Pérez prefería mil veces eso que ser lateral. Además, era una final.

Y jugó no más como nueve. Se movió como nueve. Hizo dos goles de nueve y pasó a la historia de Colo Colo y del fútbol chileno jugando solamente un partido de titular en esa Copa. A fines de 1991 también levantaría la copa del Campeonato Nacional con los albos. En 1992 y 1993 jugaría Copa Libertadores por la UC, ya como volante o delantero. Los cruzados quisieron cambiarlo por Eduardo Vilches el 93, pero los albos no aceptaron. Ese año casi hace otro golazo en la final de la Copa, que hubiera dejado el partido 3-0 para la UC antes del entretiempo. Solo iba a faltar un gol para ir a penales ante Sao Paulo. No se le dio.

Entre 1993 y mediados de 1996 anduvo entre México y Temuco. Volvió cuando estaba Pellegrini de DT, pero a la semana echaron al Ingeniero. Tenía que ponerse bajo las órdenes de Fernando Carvallo otra vez, el DT que lo había separado del equipo en 1991. Tuvieron la conversación pendiente y el ya volante de 32 años ganó el gallito. Con la 17 fue el 10 de la UC en el gran repunte de 1996 junto a Lunari y Rozental. En 1997 fue el jugador número 12 en el título de la UC, ya con la 10 en la espalda. En 1998 perdería la camiseta a manos de Caté, y volvería a la 17. No tenía problemas con eso, sí con ser lateral. “Yo soy volante o delantero”, decía el hombre que, a pesar de todo, tiene claro quiénes fueron los mejores DTs de su carrera: Fernando Carvallo e Ignacio Prieto.