Jaime Pizarro en Argentina: Una idea de Carlos Ávila

Jaime Pizarro, el Kaiser, era el capitán de la Roja en la Copa América de 1993. También lo había sido en la Copa del 91 y en la Libertadores obtenida por Colo Colo. Era el jugador símbolo de los albos. En la temporada 1987-88 fue elegido el mejor volante defensivo del mundo por la Revista France Football. Ya en los 90 se había situado más a la izquierda, como carrilero o acompañando a otro volante de corte. Siete pulmones, en sus inicios, y también en el final con la UC, lo hacían jugar de lateral. No se podía quedar fuera del equipo. Era un jugador distinto.

Fue en 1993 cuando Argentinos Juniors ya tocaba fondo. Un error administrativo había dejado libre a Fernando Redondo y a otros cracks a comienzos de la década. Millones y millones de dólares que se perdieron. A ello se sumaba el bajo rendimiento, muy lejos de ese equipo de los 80, ganador de la Libertadores y que le competía de igual a igual a la Juventus de Platini, con el excolocolino Borghi y el exazul Pepe Castro. Argentinos Juniors, un equipo bien de barrio bonaerense, tenía que cambiar o sufrir.

Al final hizo las dos. Cambió y sufrió. Para la temporada 1993-1994 decidió irse desde La Paternal hasta Mendoza. El empresario Carlos Ávila, dueño de Torneos y Competencias, había investigado el mercado y tenía su nuevo negocio. Los Bichos Colorados ya no jugaban en su cancha, por ser muy pequeña. Lo hacían en la de Ferrocarril Oeste. Por lo mismo, el empresario Ávila pensó que no habría problemas en llevarse el equipo a mil kilómetros hasta Mendoza. Había visto que ahí, al otro lado de Santiago de Chile, había igual o más fervor por el fútbol. También estaba el Estadio Malvinas Argentinas, a punto de convertirse en un Elefante Blanco sin clubes mendocinos en Primera División.

La oferta era entonces mudarse a Mendoza y contratar grandes figuras de Sudamérica. Hasta Diego Maradona estaba en el plan, aunque finalmente fichó en Newell´s. Una de esas figuras tenía que ser sí o sí un chileno. Ojalá el mejor de todos los disponibles. Ojalá Jaime Pizarro, el símbolo del equipo más popular de Chile. El que haría que miles de fanáticos cruzaran la frontera cada 15 días. Y si había que darle la jineta, se le daba. Iba a ser la primera piedra del proyecto. Fue la foto grande en la nota de El Gráfico sobre el debut en Mendoza.

Había ilusión. Estaba el colombiano Faryd Mondragón, el paraguayo Roberto Acuña, el uruguayo Néstor Gabriel Cédres, los experimentados Cousillas y Ortega Sánchez, y las promesas Leonel Gancedo, Cristian Traverso, Walter Cuqui Silvani y Nicolás Lauria Calvo. El equipo viajó a Chile para jugar un amistoso ante Colo Colo y presentar el plan. Los partidos de Argentinos en la Liga trasandina iban a ser televisados por la TV abierta chilena. Y sí, había interés. Era curioso ver a un chileno como líder de un equipo argentino que había dominado Sudamérica poco tiempo atrás. Por esos años teníamos a Zamorano en el Real Madrid y a unos cuantos en México. Fabián Estay, el otro crack de ese entonces, jugaba aún en la U antes de irse a las semanas a Grecia.

El proyecto no resultó. Fue un descalabro más antes del descenso en 1995. En el Clausura 93-94 no ganaron nunca de local, suficiente para volver a Buenos Aires para el Apertura 94-95. El equipo, dirigido por Osvaldo Chiche Sosa, entrenaba en Buenos Aires y jugaba en Mendoza. Los locales jamás se identificaron con el club y desde Chile viajaban más a matutear que a ver fútbol. El conductor era Walter Paz, que en 1996 fichó en O’Higgins. A Cedres lo hacían jugar de delantero. A Pizarro le dieron la 10 y a veces la 11, como buen carrilero izquierdo argentino. El 5 era Pipa Gancedo, el más exportable del club, el nuevo Redondo. Terminó fichando en River Plate como volante izquierdo, pese a ser derecho. Igualito que Pizarro.

El Kaiser solo estuvo ese segundo semestre de 1993, el Apertura 93-94. Ya para el primer semestre del 94 estaba en el Barcelona de Guayaquil para jugar Copa Libertadores. El DT Osvaldo Chiche Sosa culpa a esa venta del gran bajón. “Estábamos a dos puntos del líder antes que lo vendieran, pero el proyecto comenzaba a necesitar dinero”. Tras Barcelona, Pizarro volvió en 1994 a Colo Colo para ganar la Copa Chile. En 1995 Gustavo Benítez no lo quiso y se fue a los Tigres de México.  Volvió a Concepción, pero nunca jugó. En 1996 fue el líder de Palestino y en 1997 fichó en la UC. Ahí se retiró en 1999 con un título más y un nuevo club donde se le respeta.

Hoy se habla mucho de él porque es el padre de Vicente Pizarro, la nueva figurita de Colo Colo. En 1993 se habló mucho de él porque era el chileno que llegaba a conquistar Argentina. Había sido una idea de Carlos Ávila.