El Hijo del Viento (I): Franz Arancibia y el sueño de la Roja

En 1995 no había entrevista de Franz Arancibia en la que no pidiera un llamado a la Roja. Se lo merecía. Llevaba años de regularidad en Temuco, pero veía como Xavier Azkargorta prefería a otros jugadores, como Luka Tudor o Moisés Ávila, además de Zamorano, Salas, Goldberg, Rozental, Barrera y Basay.

El de 1995 en Temuco fue un campañón en un equipo hiper ofensivo. Armó un tridente de ataque con Gustavo de Luca y Marcelo Corrales, abastecidos por Gustavo Poirrier y Luis Pérez, desde mitad de año. En el campeonato, Arancibia Unger jugó 27 partidos e hizo ocho tantos, celebrados como siempre con su bailecito alemán en el banderín del córner, mientras que en la Liguilla jugaría tres partidos y haría otro gol. El Otto fue elegido uno de los dos mejores delanteros del año junto a Aníbal González de Palestino. Superaron a Marcelo Salas y Sebastián Rozental.

La carrera de Arancibia hasta 1995 había sido buena, pero no le alcanzaba para soñar con la Roja. Veloz puntero derecho, inició en 1984 en Magallanes, donde tuvo varias etapas entre préstamos, pasaría por San Luis, probaría suerte en el Saint Gallen de Suiza y en 1990 jugaría en La Serena, donde compartiría en un cuarteto de ataque con Gustavo de Luca, Juan Carlos Letelier y Juan Castillo. En 1991 llegaría a la Universidad de Chile, donde jugaría solo un año, pero se identificaría por su gran nivel en un opaco equipo azul. En 1992 ya estaba en Temuco como pilar del equipo recién ascendido junto a Marcelo Fracchia, Carlos Maria Morales, Reynero, Yavar, Villegas, Carlos Soto y los ya fallecidos Sergio Marchant y Gustavo Poirrier. Ahí el Hijo del Viento ya se haría un nombre en el fútbol chileno, siendo protagonista siempre, llegando a liguillas de Copa Libertadores, ganándole a los grandes allá y acá, y haciendo un tándem terrible con Miguel Latín por la banda derecha. En 1995, con 28 años, estaba listo para jugar en la Roja.

Y así no más fue. Apareció en el listado de Azkargorta para los tres primeros partidos de 1996, junto a José Daniel Morón, Jaime Ramírez, Claudio Núñez, Miguel Ardiman, entre otros. Entre esos otros estaba su compañero y amigo Gustavo Poirrier. El volante también tendría su primera oportunidad en la Roja. El 4 de febrero de 1996, en Cochabamba, Arancibia debutaría oficialmente por la Roja haciendo dupla con Marcelo Salas en el 1-1 final con golazo de Javier Margas.

Era raro ver al Otto con la 9. Era el eterno 7 de Temuco y la U, pero en la Roja ese número fue para Nelson Parraguez. Ese 4 de febrero fue su debut y despedida de la selección. Jugó solo 45 minutos, al igual que Gustavo Poirrier, y fue reemplazado por Claudio Núñez, quien hizo la misma función que el Otto, pero con mejor calificación. “Pidió a gritos una nominación y no aprovechó su primera oportunidad. En su descargo se puede decir que no recibió ninguna pelota con ventaja, y las veces que pudo emprender su pique lo pillaron, para variar, fuera de juego. Un problema eterno para él”, fue la evaluación de la Revista Don Balón. Para peor, Núñez había sido la figura. “Excelente. Tiene pasta de crack. Nos preguntaron si era Pato Yáñez”, fueron los halagos de la revista.

Tras ese partido en Bolivia vería desde la banca los amistosos ante México en Viña del Mar y Perú en Coquimbo, duelo en el que Poirrier entró y jugó su segundo partido con la Roja. No así Arancibia. El de 1996 fue su año más bajo en Temuco, pese a jugar 25 partidos y hacer seis goles. Luego vendría la irregularidad en Huachipato. Puerto Montt, Everton en Primera B, La Serena, Antofagasta y Melipilla. Rendimientos lejanos a su gran 1995 en Deportes Temuco que lo llevó a la selección a hacer dupla con Marcelo Salas en el partido que Nelson Parraguez no soltó la camiseta siete, la del puntero derecho, la de los hijos del viento.