El abrazo que esperó tres años y ocho meses

El 23 de junio, el día del gol del Coto Sierra a Camerún que rompió una maldición, también se da por finalizada otra peor. La que tenía enfrentados desde octubre del 2017 a dos referentes de la selección. Dos que la pensaban dos veces antes de darse una instrucción en la cancha. Los que evitaban miradas tras un error o un acierto. Cada uno hacía lo mejor, pero cada uno por su lado.

Al medio, Gary Medel. Amigo de Arturo Vidal, pero que no tenía tapujos para decir que Claudio Bravo es el mejor arquero con el que ha jugado. Que no dudaba en seguir diciéndole el Capi al hombre que le habían quitado la cinta. El que tomó la jineta en la transición para dejar contenta a todas las partes. Hoy terminó oficialmente la transición. La de la capitanía, que supuestamente se iba a ver partido a partido, y la transición que cada uno estime conveniente. Tras Uruguay ya hubo gestos. Bravo levantando a Vidal tras el gol de Suárez. Bravo abrazando a Vidal al final del partido. Ya no se evitaban. El arquero, horas antes, había salido a dar la cara en conferencia por todos sus compañeros. Lo había hecho con Isla.

Todo se arregló un 23 de junio, pero no a la hora del té después de almorzar. Fue en la madrudaga, hasta las 5 de la mañana. Con Medel, Isla, Bravo y Vidal diciéndose todo a la cara. Con el Huaso tomando un rol fundamental, el que le da la experiencia de llevar 14 años en la selección. Fue clave en la noche, en una habitación del hotel. Ahí se produjo el primer abrazo, quizá el más emotivo, el que hizo lagrimear a Gary Medel.

En el almuerzo, tras arreglar todo a puertas cerradas, se hizo público. Ante “las cámaras”, ante sus compañeros, y ante todo Chile. Para muchos más simbólico que el Abrazo de Maipú. El Abrazo del Alma, como el de Fillol y un joven sin manos tras la final del Mundial del 78. En la habitación, como en el comedor, el Huaso Isla ofició de moderador. En la habitación, como en el comedor, el Pitbull se emocionó. De lágrima fácil, las que oculta en público para que no digan que es un Pitbull Gay.

Y por si fuera poco, el abrazo de Vidal y Bravo, el segundo abrazo, el que se hizo público, lo santificó Ben Brereton con un Ceacheii. No entendía el español, pero entendió el gesto. Simbolismo puro y un nuevo aire. Para esta Copa América, para las Eliminatorias, para los colocolinos que los quieren ver en Macul, para lo que quieran.

Arturo Vidal y Claudio Braco se reconciliaron. El líder desde la palabra y el rendimiento, el líder desde lo que contagia y el rendimiento. El abrazo que esperó 44 meses.