1993

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Cuando Argentina ganó por última vez un torneo oficial, Erick Pulgar aún no nacía. Fue en la Copa América de 1993, en Ecuador, cuando Chile iba a los torneos a participar y no a competir. Por esos años esperábamos la Copa para ver qué salía. Zamorano se integraba solo para el tercer partido y el DT, Arturo Salah, además dirigía a un equipo de la liga local: la U.

Improvisación tras improvisación igual se le ganaba a Brasil con dos goles de Richard Zambrano, pero sabíamos que había sido un chiripazo. No había trabajo más allá de las semanas previas, y la mayoría de los chilenos descubría en ese torneo a Zambrano. En ese equipo también estaba el Fantasma Figueroa, Daniel López, Manteca González, Juan Castillo, entre otros. Afortunadamente en esa Copa no jugamos con la Argentina de Ruggeri, Simeone, Batistuta y Goycochea. No teníamos por dónde.

Veintitrés años después cambió todo. Cambió porque Argentina nunca más ganó nada y porque ahora sí queremos jugar con Argentina. La presión la tienen ellos y la Copa la tenemos nosotros. Desde el 2007 que no se improvisa. Se gana o se pierde, pero se juega de una misma forma. ¿Argentina? Su gran pecado ha sido siempre cambiar en los partidos clave para contrarrestar al rival de turno…y así le ha ido en las finales. Lavezzi correteando en vez de jugando, por ejemplo.

El domingo podemos perder, hasta por goleada como esos descalabros que se han dado de vez en cuando en los últimos once años, pero el escenario ya cambió para toda una generación de futbolistas e hinchas. Eso sí, es importante comenzar a incrustar ahora a más Pulgar, más Valber, más Jeisson Vargas y más Cristián Gutiérrez. No vaya a ser que la próxima generación ganadora aún no haya nacido. Mientras tantos disfrutemos a la actual.